lunes, 31 de julio de 2017

CINE Y GUERRA ESPAÑOLA. 1. EBRO, DE LA CUNA A LA BATALLA (Román Parrado, TV3, 2016) es una modesta película que cuanto menos demuestra que nuestra épica como país está en la revolución y en una resistencia antifascista interminable… Escrita por Eduard Sola, la trama incide en las diferencias entre republicanos y “nacionales”: El bando fascista dispone de la ayuda incondicional del armamento y los hombres facilitados por Hitler y Mussolini mientras el ejército republicano se ve ignorado por una Europa más preocupada por una posible Gran Guerra que por el destino de España. En este ambiente el cruce del Ebro parece la mejor táctica republicana para invocar las alianzas internacionales indispensables y demostrar, a la vez, la resistencia frente a los fascistas, que llevan impulso hacia la En mil novecientos treinta ocho muchos jóvenes de diecisiete y dieciocho años fueron reclutados para una de las batallas más conocidas y cruentas de la guerra civil española. Esta película para televisión nos narra la historia de varios de ellos, alternando los acontecimientos del frente con los del propio gobierno de la República e introduciendo algún que otro romance surgido en el fragor de la batalla. Todo ello sin dejar en muy buen lugar a ninguno de los dos bandos, y con una ambientación sucia y realista que consigue ponernos en situación. Apenas ochenta minutos de duración, unas interpretaciones serias y diferentes tramas entrecruzadas agilizan y hacen muy recomendable este drama bélico que constata las tensiones entre Azaña y Negrín, la traición de las democracias liberales y el inicio de una derrota de consecuencias incalculables.
EL CANON NEOLIBERAL SOBRE LA URSS: VOLKOGÓNOV. Dmitri Volkogónov (1926-1995) o como ser historiador oficialista. Este señor se convirtió en el historiador comodín del régimen soviético en sus diversas fases, hasta acabar al servicio de Yeltsin y elevado a los altares por el neoliberalismo. Como militar llegó a general, historiador y político ruso a pesar de que su padre fue fusilado en 1937 como "enemigo del pueblo", y su madre murió en 1949 en Siberia, en el destierro. Esto no le impidió ser un leal servidor del régimen, logrando ser jefe del departamento de guerra psicológica de la Dirección General Política del Ejército. Siguió el compás de los cambios de manera que, en su libro Guerra psicológica (1983), llamó "renegado" y "emigrante interior" al premio Nobel y defensor de los derechos humanos Andréi Sájarov, y "traidores a la patria", "desecho moral y basura social" a disidentes como el escritor Alexandr Solzhenitsin, lo que le impidió más tarde “arrepentirse” para caer de pie nuevamente:. Sus cambios le llevaron a ser una de las voces de la perestroika, y cuando esta fue desechada, empezó a encontrar problemas con el régimen soviético que no había tenido antes. Al parecer En 1987 propuso reformar los órganos políticos del Ejército y de inmediato fue destituido y enviado al Instituto de Historia Militar. Allí quiso incluir una serie de verdades amargas en la historia de la Segunda Guerra Mundial que estaban preparando, por lo que en 1990 perdió su puesto de director del instituto. En 1991 Volkogónov entro en el equipo del presidente Borís Yeltsin como asesor militar y al año siguiente fue nombrado jefe de la comisión parlamentaria que recibió los archivos del PCUS y del KGB. Como historiador se hizo famoso en 1988, cuando publicó la biografía del dictador lósif Stalin en la que “descubría” una realidad que ya habían descrito décadas antes autores como Borís souvarine, Victor Serge, León Trotsky o Isaac Deutscher. Dado su éxito proyectó una trilogía Líderes, completada con León Trotski y, finalmente, de Vladímir Lenin siguiendo las tendencias dominantes: “El comunismo era culpable”. Así confesaba "Yo era leninista", pero después de descubrir 3.724 documentos antes guardados en secreto "sufrí la más grande conmoción de toda mi vida". Entonces Lenin se convirtió en la encarnación del demonio. Con esta capacidad de estar al lado del poder, Volkogónov fue diputado en las últimas tres legislaturas rusas. Antes de morir dejó concluida Siete jefes, sobre los dirigentes soviéticos desde Lenin a Mijaíl Gorbachov, y ha quedado como un portavoz del negacionismo oficialista, como un reconocido “desenmascarador” de los crímenes cometidos por los dirigentes bolcheviques en un una Rusia que abandona a Dios (el Zar)
A pesar de estas credenciales, ello no es obstáculo para que sea citado como una autoridad como hace Eduard Puigventós Lopez, responsable de un retrato exhaustivo de Ramón Mercader. Puigventós cita como sí de un dogma papal se tratara el siguiente punto de mira: “Stalin sencillamente aprovechó el momento y recogió el testigo de un bolchevismo autoritario desde la raíz, habituado a la violencia y a la imposición de unas ideas que les parecían justas, pero que aplicaban sin arrepentimiento”. El autor no puede por menos que reconocer el caudal de idealismo militante, sí bien este ideal “quedó sepultado bajo un estatismo autoritario que dio resultados tan aterradores como las purgas soviéticas de los años treinta y el totalitarismo y terrorismo de Estado de Stalin”.
Con esto yaa está dicho todo. No existe necesidad de nada más como es ya tradición desde que se impuso el canon neoliberal.
1. DE LA DERECHA A LA IZQUIERDA (RADICAL) Sí existe un caso ejemplar de este evolución es la de Ignacio Fernández de Castro (Comillas, 1919 - Sant Joan de Mallorca, 17 de septiembre de 2011) que fue un joven soldado con las huestes franquistas pero que acabó siendo uno de los creadores de ese pequeño “milagro” de la izquierda español, vasca y catalana que fue el Frente de Liberación Popular, el FLP, el llamado Felipe, creado en 1958. Vino impulsado por el joven diplomático Julio Cerón Ayuso y cuyo ideólogo más valioso –junto al psiquiatra cordobés José Aumente y el sociólogo Jesús Ibáñez– fue Ignacio Fernández de Castro, que ejercía entonces de abogado laboralista en Santander. El FLP recibió con los brazos abiertos la revolución cubana y la argelina, se abrió a los movimientos de liberación del Tercer Mundo en una pista que nos lleva a un terreno poco conocido: la ingente labor editorial de sus componentes y simpatizantes, sobre todo en Cataluña (Nova Terra, Fontanella, Edició de Materials) Esta generación también resultó decisiva en la creación del Ruedo Ibérico. Fernández de Castro que se tuvo que exiliar en 1962 y vivió hasta 1970 en París, colaboró estrechamente con el increíble Pepe Martínez en y publicó su obra más importante, “La demagogia de los hechos”, que aún se tiene en pie comenzando por un título que es como una bofetada contra los cínicos. Se le achacaba haber tomado parte “como observador” en el famoso “Contubernio” de Munich, donde la izquierda liberal y proyanqui trató de crear un frente oposicionista contra Franco pero también contra el PCE.
Entre sus libros de entonces destaca una “Teoría de la revolución”, por la misma poca publicó igualmente un breve opúsculo (¿Unidad política de los cristianos?) en el que se distanciaba por la izquierda de la democracia cristiana. Ambos se publicaron en la editorial Taurus, entonces propiedad de Pancho Pérez González. Todas estas obras tenían un marcado influjo del filósofo católico francés Emmanuel Mounier y de las revistas Esprit y Témoignage Chrétien, según como situados a la izquierda del PCF. Con anterioridad, ya la revista catalana El Ciervo, dirigida por Lorenzo Gomis, había acogido posiciones semejantes aunque con un tono más templado y plural. Cerón, Fernández de Castro y Aumente eran mucho más radicales, eran revolucionarios, con posiciones a la izquierda del PCE aunque sin su pedigrí: los comunistas eran profesionales, los "felipes" aficionados. Por esa banda se recompuso el catolicismo político de izquierdas que ya había dado sus primeros pasos durante la República, cuyo mejor exponente por sería el Alfonso Carlos Comín de “La España del Sur”. Esta primera generación acabó apartado del último FLP, el más inquieto y combativo, el mismo que daría paso a la creación de la LCR.
Honesto hasta la exageración en lo personal y en lo intelectual, prefirió siempre ejercer una labor callada, en defensa de sus ideas que evolucionaron de una manera muy particular hacia una cierta ultraizquierda, tal como quedaría expresado en la revista “Teoría y práctica” que tuvo un cierto predicamento durante los agitados años de la Transición. La suya fue una figura clave y significativa de una cierta oposición radical al franquismo y al capitalismo, dos caras de una misma moneda. Representó perfectamente el relevo de la izquierda republicana del exilio interior, cuyos componentes vivían aterrorizados. Se trata de un personaje digno de mayor recuerdo, y sobre el que se puede ver Las palabras de Max (1978) una curiosa película dirigida por Emilio Martínez-Lázaro que consiguió el Oso de Oro, Premio OCIC del Festival de Berlín, un pretexto para volver a tratar sobre este héroe casi anónimo otro día.
LOS MARES DEL SUR EN EL CINE. 1.: RETORNO AL PARAÍSO O EL SUEÑO LOS MARES DEL SUR. Los pueblos de los mares del sur con sus playas de ensueño y sus formas de vida en la que la represión no pasaba de la condena al ostracismo y la libertad sexual era legendaria tal como las conoció el capitán Cook y la soñaron los insurrectos de la Bounty, siempre nos hicieron soñar. En el siglo XVIII fueron el componente central en la idea utópica del “buen salvaje” no contaminado por una civilización violenta y corrupta, y así lo plasmaron pintores, poetas, escritores y también cineastas como parte de una suerte de atractivo subgénero del cine de aventuras. Entre sus muchos ejemplos vale la pena registrar “Return to Paradise” una modesta una película dirigida por el mediocre Mark Robson (la mejor Más dura será la caída) con un Gary Cooper pletórico, el bíblico Barry Jones como un sacerdotes puritano y dictatorial (“un Mussolini” según el personaje de Coopere) que domina una pequeña isla de la Polinesia, y la nativa Roberta Haynes…La historia tiene su punto de interés, Morgan, el héroe individualista (hijo de un irlandés insurrecto que fue maltratado por la vida), da la cara por él, por su libertad, pero la consigue gracias al apoyo del pueblo sometido que se pone a su lado liderada por una nativa. Esta se convertirá en su amante, la dará una hija y ella morirá en el parto, y el individualista vuelve a lo suya hasta que al regresar acaba convirtiéndose en el apoyo de su hija ahora en una isla donde el sacerdote tiránica ha cambia…Mark Robson no aprovecha el paisaje bellísimo de la isla, y se centra más en una pequeña historia de la que tampoco sabe sacar partido. Con todo se trata de un film agradable que se puede encontrar en FILMIN, y cuya contenido liberador no resulta finalmente tan claro. No obstante se le puede considerar como una interesante alegoría a la ocupación imperial y del colonialismo religioso, dos temas que suelen aparecer sugeridos en el cine de los mares del Sur aunque raramente entran de pleno en la trágica destrucción moral y cultural de estas culturas que ahora se han convertido en negocios en la que los nativos han acabado siendo objetos del corruptor negocio turístico que ensucia todo lo que toca.