lunes, 31 de julio de 2017

1. DE LA DERECHA A LA IZQUIERDA (RADICAL) Sí existe un caso ejemplar de este evolución es la de Ignacio Fernández de Castro (Comillas, 1919 - Sant Joan de Mallorca, 17 de septiembre de 2011) que fue un joven soldado con las huestes franquistas pero que acabó siendo uno de los creadores de ese pequeño “milagro” de la izquierda español, vasca y catalana que fue el Frente de Liberación Popular, el FLP, el llamado Felipe, creado en 1958. Vino impulsado por el joven diplomático Julio Cerón Ayuso y cuyo ideólogo más valioso –junto al psiquiatra cordobés José Aumente y el sociólogo Jesús Ibáñez– fue Ignacio Fernández de Castro, que ejercía entonces de abogado laboralista en Santander. El FLP recibió con los brazos abiertos la revolución cubana y la argelina, se abrió a los movimientos de liberación del Tercer Mundo en una pista que nos lleva a un terreno poco conocido: la ingente labor editorial de sus componentes y simpatizantes, sobre todo en Cataluña (Nova Terra, Fontanella, Edició de Materials) Esta generación también resultó decisiva en la creación del Ruedo Ibérico. Fernández de Castro que se tuvo que exiliar en 1962 y vivió hasta 1970 en París, colaboró estrechamente con el increíble Pepe Martínez en y publicó su obra más importante, “La demagogia de los hechos”, que aún se tiene en pie comenzando por un título que es como una bofetada contra los cínicos. Se le achacaba haber tomado parte “como observador” en el famoso “Contubernio” de Munich, donde la izquierda liberal y proyanqui trató de crear un frente oposicionista contra Franco pero también contra el PCE.
Entre sus libros de entonces destaca una “Teoría de la revolución”, por la misma poca publicó igualmente un breve opúsculo (¿Unidad política de los cristianos?) en el que se distanciaba por la izquierda de la democracia cristiana. Ambos se publicaron en la editorial Taurus, entonces propiedad de Pancho Pérez González. Todas estas obras tenían un marcado influjo del filósofo católico francés Emmanuel Mounier y de las revistas Esprit y Témoignage Chrétien, según como situados a la izquierda del PCF. Con anterioridad, ya la revista catalana El Ciervo, dirigida por Lorenzo Gomis, había acogido posiciones semejantes aunque con un tono más templado y plural. Cerón, Fernández de Castro y Aumente eran mucho más radicales, eran revolucionarios, con posiciones a la izquierda del PCE aunque sin su pedigrí: los comunistas eran profesionales, los "felipes" aficionados. Por esa banda se recompuso el catolicismo político de izquierdas que ya había dado sus primeros pasos durante la República, cuyo mejor exponente por sería el Alfonso Carlos Comín de “La España del Sur”. Esta primera generación acabó apartado del último FLP, el más inquieto y combativo, el mismo que daría paso a la creación de la LCR.
Honesto hasta la exageración en lo personal y en lo intelectual, prefirió siempre ejercer una labor callada, en defensa de sus ideas que evolucionaron de una manera muy particular hacia una cierta ultraizquierda, tal como quedaría expresado en la revista “Teoría y práctica” que tuvo un cierto predicamento durante los agitados años de la Transición. La suya fue una figura clave y significativa de una cierta oposición radical al franquismo y al capitalismo, dos caras de una misma moneda. Representó perfectamente el relevo de la izquierda republicana del exilio interior, cuyos componentes vivían aterrorizados. Se trata de un personaje digno de mayor recuerdo, y sobre el que se puede ver Las palabras de Max (1978) una curiosa película dirigida por Emilio Martínez-Lázaro que consiguió el Oso de Oro, Premio OCIC del Festival de Berlín, un pretexto para volver a tratar sobre este héroe casi anónimo otro día.

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