1. DE LA DERECHA A LA IZQUIERDA (RADICAL) Sí existe un caso ejemplar de
este evolución es la de Ignacio Fernández de Castro (Comillas, 1919 -
Sant Joan de Mallorca, 17 de septiembre de 2011) que fue un joven
soldado con las huestes franquistas pero que acabó siendo uno de los
creadores de ese pequeño “milagro” de la izquierda español, vasca y
catalana que fue el Frente de Liberación Popular, el FLP, el llamado
Felipe, creado en 1958. Vino impulsado por el joven diplomático Julio
Cerón Ayuso y cuyo ideólogo más valioso –junto al psiquiatra cordobés
José Aumente y el sociólogo Jesús Ibáñez– fue Ignacio Fernández de
Castro, que ejercía entonces de abogado laboralista en Santander. El FLP
recibió con los brazos abiertos la revolución cubana y la argelina, se
abrió a los movimientos de liberación del Tercer Mundo en una pista que
nos lleva a un terreno poco conocido: la ingente labor editorial de sus
componentes y simpatizantes, sobre todo en Cataluña (Nova Terra,
Fontanella, Edició de Materials) Esta generación también resultó
decisiva en la creación del Ruedo Ibérico. Fernández de Castro que se
tuvo que exiliar en 1962 y vivió hasta 1970 en París, colaboró
estrechamente con el increíble Pepe Martínez en y publicó su obra más
importante, “La demagogia de los hechos”, que aún se tiene en pie
comenzando por un título que es como una bofetada contra los cínicos.
Se le achacaba haber tomado parte “como observador” en el famoso
“Contubernio” de Munich, donde la izquierda liberal y proyanqui trató de
crear un frente oposicionista contra Franco pero también contra el
PCE.
Entre sus libros de entonces destaca una “Teoría de la
revolución”, por la misma poca publicó igualmente un breve opúsculo
(¿Unidad política de los cristianos?) en el que se distanciaba por la
izquierda de la democracia cristiana. Ambos se publicaron en la
editorial Taurus, entonces propiedad de Pancho Pérez González. Todas
estas obras tenían un marcado influjo del filósofo católico francés
Emmanuel Mounier y de las revistas Esprit y Témoignage Chrétien, según
como situados a la izquierda del PCF. Con anterioridad, ya la revista
catalana El Ciervo, dirigida por Lorenzo Gomis, había acogido posiciones
semejantes aunque con un tono más templado y plural. Cerón, Fernández
de Castro y Aumente eran mucho más radicales, eran revolucionarios, con
posiciones a la izquierda del PCE aunque sin su pedigrí: los comunistas
eran profesionales, los "felipes" aficionados. Por esa banda se
recompuso el catolicismo político de izquierdas que ya había dado sus
primeros pasos durante la República, cuyo mejor exponente por sería el
Alfonso Carlos Comín de “La España del Sur”. Esta primera generación
acabó apartado del último FLP, el más inquieto y combativo, el mismo
que daría paso a la creación de la LCR.
Honesto hasta la
exageración en lo personal y en lo intelectual, prefirió siempre ejercer
una labor callada, en defensa de sus ideas que evolucionaron de una
manera muy particular hacia una cierta ultraizquierda, tal como quedaría
expresado en la revista “Teoría y práctica” que tuvo un cierto
predicamento durante los agitados años de la Transición. La suya fue una
figura clave y significativa de una cierta oposición radical al
franquismo y al capitalismo, dos caras de una misma moneda. Representó
perfectamente el relevo de la izquierda republicana del exilio interior,
cuyos componentes vivían aterrorizados. Se trata de un personaje digno
de mayor recuerdo, y sobre el que se puede ver Las palabras de Max
(1978) una curiosa película dirigida por Emilio Martínez-Lázaro que
consiguió el Oso de Oro, Premio OCIC del Festival de Berlín, un pretexto
para volver a tratar sobre este héroe casi anónimo otro día.
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