Una reedición de Jack London: La invasión y otros
terrorismos en Laertes
La editorial barcelonesa Laertes
acaba de reeditar el conjunto de relatos de La
invasión y otros terrorismos, una antología de relatos del autor de El talón de hierro. Se trata de un libro
que es bastante conocido por la peña londoniana, que reconoce en Jack London
uno de los mejores narradores norteamericanos del siglo XX, amén de uno de los
autores más inconformistas de las letras norteamericanas, amén de los más
ligados con el socialismo y la clase obrera tal como se desprende otra
antológica: Tiempos de ira. Textos anticapitalistas, no hace mucho publicada
por Libros de la Frontera

Jack London raramente escribió sobre
historia imaginarias, por lo general sus obras siguen sus propios pasos, y se
ha dicho de él que uno de los etnólogos
de su tiempo. El célebre autor de Colmillo
blanco y de La llamada salvaje no
siempre fue un escritor reconocido y adinerado; quizá no lo habría sido nunca
sin atravesar los 20.000
kilómetros de ferrocarriles de Estados Unidos como
vagabundo. Corría el año 1894 y London, con 18 años, descubría la cara más dura
de la realidad capitalista de su país. Estas ideas se recogen en otro de sus
relatos, el que dedicó a los vagabundos, y en el que escribe:"En el mundo
de los vagabundos, la vida cobra un rostro proteico: es una fantasmagoría
siempre cambiante, donde lo imposible ocurre y lo inesperado te asalta agazapado tras los matorrales en cada recodo del
camino", escribe London en En
ruta, un texto inédito hasta la fecha en castellano y que publica
ahora la editorial Marbot. El joven Jack es un hobo, un vagabundo que viaja sin destino entre las ruedas de
los vagones, que duerme a escondidas en las estaciones, que come lo que roba o
lo que la gente le deja, y que no conoce otro techo que el de la prisión.
Harto de la explotación laboral que
padece en una fábrica de electricidad de Oakland donde trabaja 10 horas al día
por 30 dólares al mes, el joven trabajador Jack London lo abandona todo para
seguir a los vagabundos que sobreviven a lo largo de las vías de ferrocarriles.
En ruta empieza con la
"confesión" de un London hambriento que toca a la puerta de una señora para pedirle comida. "Que
sepan ustedes que el éxito del mendigo depende de su capacidad para contar una
buena historia. Antes que nada, en el primer instante, el mendigo debe
"tomarle la medida" a su víctima", escribe al autor.
Historias, hay que inventar muchas. Para
conseguir comida; para escapar de las trampas de los revisores de los trenes
que le persiguen día y noche, en cada vagón, a los "clandestinos";
para no ir a la cárcel... London acabó
entre rejas varias veces, una vez llegó a cumplir una condena de tres
meses por vagabundear en la calle.
Muy significativa de esta toma de
posición suya será En ruta,
relato publicado en 1907 en el periódico Cosmopolitan
Magazine, cuando London ya era un autor reconocido, es la crónica
de un joven que viaja sin dinero por todo Estados Unidos, que se enfrenta a la
codicia y el individualismo de la gente y de las autoridades. Más que un
testimonio sobre la pobreza, En ruta
es un texto de referencia para las
generaciones más contestatarias, desde la Generación Beat el
título de la novela de Jack Kerouac, En el
camino, no es una casualidad hasta los nuevos soñadores como Chris
McCandless, el joven de Hacia rutas
salvajes que lo dejó todo para aislarse (y morir) en Alaska.
Los Estados Finidos que describe es el
de los perdedores. Es un London, que si bien asegura ser un típico
individualista estadounidense antes de iniciar este viaje, habla como un
marxista de todos aquellos hombres, "marineros, soldados, obreros,
encorvados y desfigurados y deformados por el trabajo físico, los accidentes, y
abandonados a su suerte por sus amos
como tantos caballos viejos. Con ellos mendigué o temblé de frío en
vagones de trenes y en parques mientras escuchaba historias de vidas (...) que
acababan en el fondo del Pozo Social".
Animado pro un singular conciencia
socialista, London nunca olvidó esos momentos y el peligro de caer "hacia
la ruina del fondo" le llevó a convertirse "a golpes de
martillo" al socialismo. El tono de En
ruta no deja ninguna duda sobre las ideas políticas del escritor. No tenía gran consideración para el
capitalismo, aunque el comunismo tampoco le sedujo del todo. Tras el
testimonio de sus aventuras y a modo de conclusión, también se publican en esta
edición pequeños textos inéditos de London, Escritos
políticos, entre los cuales Cómo
me hice socialista. El texto arranca así: "Es bastante justo
decir que me hice socialista de un modo similar a como los teutones paganos se
hicieron cristianos: a golpes de martillo".
Empecé a andar por el camino. Mañana
sería otro día, y era joven"
La miseria de la que fue testigo
durante su viaje por los ferrocarriles convirtió a London en un crítico del
sistema capitalista que regía su vida hasta entonces. En otro escrito político,
El Esquirol, el autor lamenta y
concluye: "En una sociedad competitiva, donde los hombres luchan entre sí por casa y comida ¿qué es más
natural que el hecho de que la generosidad, cuando esta supone una mengua para
la casa y la comida de los demás hombres, deba ser tenida por algo terrible?
Atacar la casa y la comida de un hombre es atacar su vida; y en una sociedad
organizada sobre la base del encarnizamiento, un acto tal resulta amenazador y
terrible por más que pueda ser ejecutado bajo la apariencia de la
generosidad".
Sea mirando hacia un futuro
aterrador, sea describiendo la gran traición de las burocracias que hasta dejan
de ser reformistas, Jack London aporta una visión muy particular de los
problemas de la revolución, una visión que fue muy valorada por varias
generaciones de insumisos norteamericanos, y por lectores fervientes suyos como lo fueron
Anatole France, Lenin, Trotsky o George Orwell,
cuya primera obra, sin blanca en París y Londres, es una tentativa de
seguir la pista dejada por Gente del
abismo, otro título londoniano muy a tener en cuenta y que editó El Viejo
Topo con las fotografías de la extrema miseria tomadas por el propio escritor.
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