Pepe
Gutiérrez-álvarez
Jack London y El talón de
hierro
En uno de los momentos (1908) más creativos de su fulgurante trayectoria
de émulo de Peter Pan, Jack London (1876-1916) aborda una historia de
amor cargada de amores trágicos y revolución social en El talón de hierro,
con un formato que le sirve para denunciar la conformación de un cruel y
sangriento sistema capitalista que siembra de muerte y miseria a los
trabajadores de todo el mundo y en especial a los norteamericanos en unos
tiempos en el que la “guerra de clases” podía verse como un enfrentamiento
entre huelguistas irreductibles y sicarios del capital, una estampa que
nos remite a los primeros tiempos de la socialdemocracia y el anarquismo en los
Estados Unidos, un historia marcado para la historia con historias como la de
los mártires de Chicago, el incendio patronal de la fábrica de camisas Triangle
con sus obreras dentro, del caso Sacco-Vanzetti, el de Tom Money y tantos otros
que jalonan el fascismo subyacente de la oligarquía en el que alguien ha
llamado “el país de la gran mentira”.
Esta obra es la más conocida del Jack London como escritor-militante
socialista, o como le denominó su hija Joan en una biografía memorable: el primer escritor
proletario de América (de edición prevista en Renacimiento, Sevilla).
London fue un socialista plenamente convencido pero con numerosas y graves
contradicciones, de ahí que Orwell pudiera escribir que London había
escrito un formidable alegato antifascista porque él mismo era un poco
fascista, y no le faltaba razón, y los ejemplos abundan. No solamente en sus
conocidos pronunciamientos racistas, sino también en momentos como el que le
llevó a huir asustado como reportero de una revolución mexicana que había
defendido con fervor, todo un detalle sobre todo considerando que Ambroce Bierce,
que la había denostado como el conservador que era, al final acabó muriendo en
1913 acompañando las tropas de Pancho Villa, hecho paradójico que le valió a
Carlos Fuentes para escribir antes de su primera muerte una de sus obras más
conocidas, Gringo
viejo (1985).
No obstante, dichas contradicciones no deben solapar su trayectoria de
“escritor proletario” inmortalizado en Martín Eden que
concluía todas su cartas con un “Con usted por la revolución”, que militó
fielmente en el socialismo de la línea de Eugene V. Debs, al autor de obras
como Gente del abismo o La huelga, alguna de las cuales se están volviendo a
editar (ahí está entre otras, Tiempos de ira.
Textos anticapitalistas, aparecida en Libros de la Frontera), y en la que se
inscribe especialmente esta esforzada novela de anticipación que suscitó el
entusiasmo de Anatole France (cuyos comentarios sirvieron de prólogo en la
edición de Ayuso de 1976), del último León Trotsky que escribió una famosa
carta sobre ella a su hija Joan, a la sazón militante del partido
trotskista norteamericano, y cuya penúltima edición sería prologada por Howard
Zinn…Sobre su impacto en la literatura norteamericana queda ilustrado por la
tentativa de “remake” efectuada por Sinclair Lewis en It Can´t Happen Here
(1935), en la que el autor de Elmer Gantry y Babbitt, examina
las consecuencias del triunfo de un dictador norteamericano, una sugerencia que
más tarde visitaría el cine en películas como siete días de mayo y más
recientemente con In times.
En
El talón de
hierro, London describe una dictadura en el Chicago propio de La jungla, de
Upton Sinclair, el manuscrito de Avis Everhard. Atraído por el relato que
esta revolucionaria socialista hace de los acontecimientos vividos en los años
en los que imperó el tiránico gobierno del Talón de Hierro hasta 1984, cuando
se interrumpe abruptamente, decide transcribirlo y anotarlo. En su momento,
esta anticipación resultó desconcertante, y no se le prestó demasiada atención.
Sería en los años treinta cuando la obra fue justamente considerada tanto por
lo que advertía en lo que luego resultó ser el fascismo como por su airada
denuncia del papel de los “lugartenientes obreros del capitalismo”, o sea de
una burocracia que London vislumbraba en su momento a través de la AFL (American Federation of
Labour), y en otras situaciones de crisis revolucionaria se presentó como “la
última barricada” del sistema.
Escrita de una manera un tanto atropellada, y repleta de descripciones
un tanto simplista, la novela se mantiene por su vigor narrativo y por todo lo
que huele a una verdad conocida décadas después de su redacción.
(*)ed. Akal, Madrid, 2012, 304 págs
No hay comentarios:
Publicar un comentario