sábado, 7 de mayo de 2016

Frida Kahlo




Frida Kahlo

Sea con un pretexto u otro -una antológica, una película, un nuevo libro,  ahora con el centenario-, lo cierto es que toda ocasión es buena para volver a hablar de Frida Kahlo. No era esto imprescindible para que evocáramos a esta mujer a la que Isaac Deutscher describió como una "pintora de delicada melancolía, instropectiva y simbolista (...) de exquisita belleza que irradiaba gracia y ensoñación exóticas cuando se movía por la casa con sus largos vestidos mexicanos ricamente matizados y bordados..." Aunque es inevitable hablar de sus relaciones con Diego Rivera, de la fascinación que ejerció sobre Trotsky y André Breton, Frida debe de ser conocida como el rostro femenino de una escuela de pintura nacional sin apenas parangón en el siglo: la escuela mexicana a la que pertenece junto con Rivera, Diego Alfaro Siqueiros, Orozco...
En la vida de Frida Kahlo existen numerosas confluencias -mestizaje cultural, accidente casi mortal, voluntad de hierro, feminismo, pintura, amores con Diego, y pasiones diversas, encuentro con Trotsky y con el surrealismo, militancia comunista, etcétera-, pero entre ellas cabe elegir dos momentos especialmente determinantes. El primero tuvo lugar en la mitad de los años veinte, cuando volvía de la Escuela Nacional preparatoria en la que había comenzado la carrera de medicina. El autobús en el que viajaba chocó con un tranvía con tan mala fortuna para ella, que una barra de hierro atravesó su cuerpo, entrando por un costado y saliendo por el sexo. Tres facturas en la pelvis, dos en la columna, o­nce en el pie derecho, etc. El segundo ocurrió unos años después, ya en parte recuperada, cuando, según cuenta la leyenda, se dirigió con autoridad a Diego Rivera, que pintaba uno de sus frescos en el Ministerio de Educación y era un pintor consagrado a sus cuarenta y cinco años, y le dijo: “Diego, baja". Al hacerlo, Rivera quedó prendado tanto de Frida como de sus cuadros.
Frida Kahlo y Diego Rivera se casaron en 1929 y durante muchos años formaron la pareja artística más singular de México. En una primera época la relación entre ambos fue semejante a la del mito de Pigmalión: mayor que ella, Diego la empuja a construir su propio mundo personal y artístico, pero una vez este cobra vida propia, el artista resulta desbordado. "Es la primera vez en la historia del arte -escribió él entonces-, fuera que una mujer ha expresado con una franqueza absoluta, descarnada, y, podríamos decir, tranquilamente feroz, aquellos hechos generales y particulares que conciernen exclusivamente a la mujer". En ella, Diego descubría mucho más que una mujer hermosa y cautivadora, ella era el lado femenino del México profundo, un ejemplo sin par de autosuperación, su "alter ego" con el que sufrió una imposible maternidad. Frida tuvo tres embarazos y los tres desembocaron en el aborto, no sin peligro para su propia vida. Pero ella no se quedó ahí, fue mucho más allá.
Ya cuando conoció a Rivera, Frida había desarrollado algunos de los componentes claves de una pintura eminentemente autobiográfica: "Me pinto tanto a mi misma porque estoy sola con frecuencia: es el tema además que conozco mejor". Esto queda evidente en "Doble vida", de la misma manera que sus situaciones cerca del abismo de la muerte se reflejan en obras como "Hospital Henry Ford" o en "Frida y el aborto"'. La antigua estudiante de medicina vuelve una y otra vez a su cuerpo abierto, a su columna destrozada: en una primera época desarrollando influencias europeas pero luego asumirá con vigor el "naif" de la imaginería popular, la recreación de los rasgos y las costumbres de la madre tierra en un estilo cercano al de los grandes muralistas, solo que desde un ángulo estrictamente personal. Sabía que había un mundo inmenso en su interior.
André Breton que había viajado a México para trabajar por un pacto político-artístico con Trotsky, quedará imperdonado por la obra “pequeña” de Frida. Sobre ella escribirá: "Me he visto llevado a decir, en México, que no había, en el tiempo y el espacio, pintura que me pareciera mejor situada que ésta. Añado que no la hay más exclusivamente femenina en el sentido de que, siendo la más tentadora, consiente de buen grado en hacerse alternativamente la más pura y la más perniciosa (...) El arte de Frida Kahlo de Rivera. es una cinta alrededor de una bomba'.. Breton había quedado turbado por una pintura que. era "la que mejor se ha sustraído de toda influencia extranjera, la más profundamente prendada de sus propios recursos...." .
Parece ser que la propia Frida ha querido ofrecer al mundo una versión idílica de sus relaciones con Diego Rivera. Esto al menos se desprende de algunas inscripciones colocadas en la casa azul de la Avenida Londres, en Coyoacán, donde se puede leer una que dice: " Diego y Frida vivieron en esta casa de 1929 a 1952".  No es ésta la única mentira del actual Museo Frida Kahlo.
Aunque ambos se necesitaban yen cierta medida, se complementaban, las relaciones entre Frida y Rivera fueron en ocasiones tormentosas y difíciles. Siempre que tuvo ocasión, ella resalto su soledad ya que "Diego no ha sido ni será nunca esposo de nadie". Aunque en su "Doble retrato" yuxtapone su media imagen a la media de Rivera, lo cierto es que en 1939 se divorciaron, aunque para volver a casarse un año después. Los celos de Diego Rivera tuvieron mucho que ver en todo ello.
Recordemos que en enero de 1937, Rivera y Frida habían hecho un caluroso recibimiento de Trotsky al que alojaron en la casa de la Avenida Londres. Ambos se comprometieron con su causa, pero entre Trotsky y Frida la historia tuvo una prolongación. Ambos se sintieron fascinado, ella del personaje y de su apertura intelectual, él de la juventud, belleza y talento de Frida. Gracias al inglés pudieron evitar a Natalia Sedova a y Trotsky le escribió una serie de cartas que más tarde quemó por miedo a que fueran utilizadas por la GPU. Nadie conoce lo que realmente pasó, pero no es descabellada la hipótesis de que los celos estuvieran detrás de la súbita conversión de Diego Rivera al estalinismo, conversión que arrastró a Frida el que desde entonces militó en el PC. Rivera llegó a justificarse ante el Comité Central arguyendo que, al fin de cuentas, había sido gracias a su trabajo que Trotsky llegó al lugar donde iba a ser asesinado. No hacía mucho tiempo que había despreciado Como a un canalla a un famoso escritor norteamericano por no tomar un partido abierto a favor del Tribunal Dewey, cuyas sesiones se celebraron en su casa. Casa que ahora es el Museo Frida Kahlo yen la que se evita cualquier referencia a Trotsky. En la misma habitación donde dormía con Natalia y que fue tiroteada por el grupo de Siqueiros, hay hoy un busto de Stalin.
Estos cambios políticos, las relaciones de ambos con el marxismo o, con el surrealismo -que Bretón creyó ver de manera inconsciente en las pinturas de ella-, nos plantean claramente el hecho de que todas sus vinculaciones políticas y estéticas, por la cual estaban dispuestos a luchar seriamente, no dejaban de resultar secundarias respecto a sus propias preocupaciones personales y artísticas.
A la soledad que le siguieron nuevas desgracias.- Después de operaciones y de haber probado diversas prótesis, Frida perdió su pierna derecha en 1953. Esto fue determinante para su estado de ánimo. Siguió amando con intensidad la vida, pero parecía que no estaba dispuesta a vivirla en unas condiciones de postración. En su diario abundan las notas como esta: "Espero alegre la salida y espero no volver nunca más".
Junto con afirmaciones parecidas quedan unos últimos cuadros en los que se traslucen las ganas de vivir. El 2 de julio de 1954, cuando yacía convaleciente de una neumonía, se levantó para asistir a su última participación en un acto político: a una manifestación contra la intervención yanqui en la Guatemala de Jacobo Arbenz Últimamente había p-restado mucha atención a la intervención política, en parte por convicción, pero en parte también por encontrar un asidero para su dolorosa situación. Murió poco después y no está descartado que fuese un suicidio.



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