domingo, 8 de mayo de 2016

Santiago Carrillo entrevistado por Pablo Iglesiasulo de la entrada



Santiago Carrillo entrevistado por Pablo Iglesias


 
(Este artículo apareció en Kaosenlared y dió lugar a un comentario ulterior de Pablo en el mismo porgrama. Me respondía que no había tenido la menor dificultadad para lograr la entrevista...Este detalle no coincidía con los comentarios que me había hecho el historiador Fernando Hernández Sánchez sobre que Carrillo no quería responder alas preguntas sobre temas que todavía estaban por estudiar. Se refería sobre todo a su actuación en el final del "maquis". Creo que aquí Pabloactuó más como preiodista que como historiador, estaba muy impresionado por el personaje y en todo momento evitó molestarlo).

Si hubiese sido inglés, la Corona habría nombrado Lord a Santiago Carrillo (Gijón, 1915), seguramente en la misma ceremonia que a Fraga Iribarne, por cierto, ambos protagonistas de "Últimos testigos: Fraga Iribarne - Carrillo, comunista" (1) . Es una obra cinematográfica formada por dos documentales diferentes basados en un mismo concepto, realizados sobre y con la participación de quienes los autores señalan como los dos líderes políticos más significativos de la segunda mitad del siglo XX: Manuel Fraga y Santiago Carrillo. Estas presuntas “vidas paralelas”, sin embargo, pierden cualquier similitud a finales de los años setenta, tiempo en el que Fraga culmina su proyecto de reconstruir el partido conservador de Cánovas del Castillo que se alternaba con el partido liberal de Sagasta, lugar que ocupará el PSOE en la actualidad en un diseño bipartidista y social casi perfecto. En este diseño, el PCE ha pasado de ser “el Partido” a rozar la marginalidad y a la clase obrera se le ha asignado un lugar en el servicio, en franco retroceso, con una capacidad de respuesta incluso inferior a la que le pudo tocar en aquellos lejanos tiempos en los que el Rey no gobernaba, pero mandaba.
Desde este lugar en el reparto, Carrillo cuenta al menos con el respeto de la élite política agradecida y se le permite figurar como el “comunista”, en entrevistas que ya no son como las que se escenificaron en los años setenta; cuando desde TVE se planificaron diversos encuentros que, en realidad, resultaron ser juicios en los que Carrillo tuvo una y otra vez que justificar su oscuro pasado estaliniano, respondiendo a las preguntas de comisarios del orden establecido como Bernard Henri-Levy, Fernando Arrabal, etc. Ahora Carrillo es muy libre de seleccionar sus entrevistas, no le abre la puerta a cualquier historiador, y cuando se deja entrevistar está claro que no tendrá enfrente a nadie que le apriete las tuercas. Tan evidente en la parte de “Últimos testigos”, como en la entrevista que le realizó Pablo Iglesias Turrión en el programa de “La Tuerka”.
Imagen relacionadaDe esta manera, sin debate posible, Carrillo puede hablar como un testigo privilegiado, como un anciano de salud envidiable y dictaminar las cosas a su gusto al tiempo que la cronología sufre curiosos saltos. Él sabe lo que tiene que decir, no le faltan lo que se dice tablas, nunca ha carecido de desparpajo. Al respecto, baste como muestra la anécdota que cuenta Pelai Pagès; reconocido historiador de la revolución española, del POUM y biógrafo de Andreu Nin (2) . Hace unos cuantos años, Pelai se vio obligado a cenar con Carrillo como parte de las funciones de un Foro sobre la Transición organizado por Eliseu Climent en la revista valenciana de orientación catalanista El Temps. En medio de la cena, salió a relucir Ramón Mercader, al parecer sin mala intención; pero faltó tiempo para que Carrillo saliera al paso y declarara que él ya había denunciado estas cosas en su tiempo. Lo mismo ocurre en la entrevista citada.
Así, por ejemplo, Carrillo habla de su fase como líder de las juventudes socialistas, las mismas que desde la segunda mitad de 1933 se situaron en la avanzadilla de un proceso de radicalización motivado por la frustración reformadora del primer bienio republicano y por el ascenso del nazismo, lo que en España se traducía en el de la CEDA, un partido que se proclamaba dispuesto a seguir el camino de Hitler; o sea acabar con el movimiento obrero. Esta corriente izquierdista era contraria a la socialista de derechas que en Alemania había optado por liderar la alianza obrera con unos comunistas enloquecidos por el virus estaliniano, que afirmaban que la socialdemocracia era su enemigo principal y que la victoria de los nazis sería el prólogo de la suya propia. Aquella táctica llevaría al movimiento obrero alemán al matadero. La radicalización era internacional y se orientaba hacia las posiciones de Trotsky; al que todavía reconocían como el compañero de Lenin, pero sobre todo como el gran defensor del frente único obrero contra el fascismo. En esta época, las JJSS cortejaron a Trotsky y al “trotskismo” y, hasta bien entrado 1936, insistían en que los comunistas que habían formado el POUM (3) se integrasen en el PSOE para ganar la mayoría para el marxismo. El propio Carrillo, en su polémica con Joaquín Maurín en La Batalla, defiende esta posición: “Los disidentes acaudillados por el infatigable revolucionario (Trotsky), sin representar a amplios sectores, personifican una tendencia del proletariado.” Carrillo pues, combatió con los “trotskistas” en esta batalla, participó con ellos en las luchas de octubre del 34 y mantuvo una relación fraternal; sobre todo con Wilebaldo Solano y Maurín (a quien se refiere en dicha polémica como “mi cordial contradictor” y “querido camarada”). Todo cambió tras su viaje a Moscú a finales de 1935, donde todo allá le pareció perfecto.
Encuentro muy curiosa la pervivencia de este Santiago Carrillo que habla de la revolución como la conquista del poder por la “democracia obrera” (términos que solamente figuraban en el programa del POUM) y que no lo relacionase, como sería de recibo, con los problemas tácticos y estratégicos de un proceso revolucionario abierto; de la importancia de unificar a la mayoría trabajadora y de pactar con los sectores de la clase media radicalizados. Identifica la revolución con el liderazgo de la Rusia soviética que le recibió como un personaje relevante. Lo cuenta Claudín en su biografía; los anfitriones sabían de las “veleidades trotskistas” del invitado, pero no se equivocaban cuando confiaban en que iba a cambiar. Se le ofreció liderar la unificación de las juventudes socialistas y comunistas bajo la égida de la Internacional Comunista, cuyo VII Congreso se presentaba como una propuesta revolucionaria en la que la unificación proletaria era condición previa para liderar la “democracia”. Esta no será la interpretación que se dará después, ni en la Francia de la no-intervención ni en la España del Frente Popular. Sin embargo, Carrillo sigue hablando de una revolución, aunque se olvida que para el Komintern y para el PCE los que querían hacer la “revolución social” eran aquellos que, lisa y llanamente, "hacían el juego a los enemigos de la República".
Esta claro que Carrillo se sintió deslumbrado en su visita a la URSS por el protagonismo que le reconocieron y por la oportunidad que le ofrecieron de liderar unas juventudes que serían determinantes en la metamorfosis del PCE. No fue el único, ni mucho menos. Algo parecido sucedió en la izquierda del PSOE y en otros partidos socialistas, aunque también los hubo que se mantuvieron en la idea de que estaban en la misma revolución que en octubre de 1934 y se opusieron a la estalinización. Hasta ahí se trata de una explicación personal que encaja con el viento que soplaba en la época. Otra cosa es cuando habla del “putsch” de mayo del 37 como lo que le llevó a creer que los “trotskistas” (4) estaban relacionas con la “Quinta Columna”, punto sobre el que Iglesias Turrión suelta casi una invitación y sobre el que, en otro programa de “La Tuerka” (el dedicado al 75 aniversario de la defensa de Madrid), Mirtha Núñez llega a decir que, en el fondo, era un dilema entre centralización y los enemigos de la centralización; entre los que defendían un ejército popular y los que defendían las milicias, y cita al POUM. Uno tiene la impresión de que Mirtha no ha leído mucho sobre esta historia y desde luego desconoce que el POUM defendió desde el primer día el modelo del Ejército Rojo de 1919-1921 y su “Mando Único”; lo cual no significaba que lo ejerciesen “únicamente” los mismos.
Imagen relacionadaOtra nota curiosa son las declaraciones de Carrillo –aparentemente con el visto bueno de Iglesias Turrión- según las cuales la película “Tierra y Libertad” presenta al ejército que liquida las “comunas de Aragón” y desarma la 29ª División del POUM como si se tratase del ejército franquista. No sé que película vieron ellos, pero entre las muchas objeciones que se hicieron al film no recuerdo que se empleara ésta. En todo caso, la campaña de linchamiento y persecución del POUM y del fantasma “trotskista” fue algo totalmente inclasificable, lo más sucio e indigno de todo el historial de la resistencia contra la reacción militar-fascista. En cierta ocasión, Teresa Pàmies escribió que Ramón Mercader no podía ser considerado como un Dillinger (5) , una matización a la que se le podía dar la vuelta: Dillinger nunca habló en nombre del socialismo. No pisoteó un ideal.
Pero volviendo a Carrillo. Desde su regreso de la URSS (1935) tuvo que dejar claro ante sus jefes del Kremlin que no le quedaba el menor vestigio de “trotskismo”. Desde que ingresó en el PCE en noviembre de 1936, Carrillo fue insistiendo desde las diversas tribunas en esta equiparación de trotskismo=Quinta Columna, y ahí están los documentos. Con los Hechos de Mayo del 37 Carrillo pretende “confirmar” lo que los estalinistas ya venían diciendo desde que, a finales de 1936, Stalin dictó que el “trotskismo” ya no era una corriente del movimiento obrero sino un grupo de infiltrados al servicio de Hitler (o de las potencias imperialistas aliadas a la Alemania nazi). No cabía esperar otra cosa de alguien que no afronta su responsabilidad como lo han hecho honestamente muchos comunistas que entonces no supieron ver los hechos. Como harían, sin ir más lejos, Lise London (6) o Miguel Núñez (7) en sus respectivas memorias. Carrillo pasa por encima de un montón de páginas históricas, ignora las acusaciones vertidas contra él por autores como Paul Preston, que no es ni “revisionista”, ni mucho menos “trotskista”, y, para colmo, declara que si alguien tuvo alguna responsabilidad, ese fue su camarada Segundo Serrano Poncela (8) , al que destituyó personalmente. Driblando los hechos, nos encontramos que nuestro hombre se dio cuenta de todo… ¡en 1956! gracias a las revelaciones de Arthur London, el autor de “La Confesión”. Curiosamente, en una reseña firmada –creo- por Federico Melchor (9) en un número de Mundo Obrero de finales de los años sesenta, se hacía una defensa de London argumentando que las acusaciones contra él eran falsas. O sea que no era “trotskista” ni del POUM, lo que para buen entendedor significa: ”Sí lo hubiese sido…”
Y es que la historia no termina aquí. Dialogar sobre la vida y milagros de Santiago Carrillo, de piel casi centenaria, es hacerlo de muchas cosas más: de Trilla, Monzón, Quiñones, de los “maquis”, de la Transición, etcétera, etcétera, por lo que se puede decir que, a pesar de su amplitud, estas entrevistas enlazadas no llegan a resultar ni un “trailer”.
Imagen relacionadaEn el debate sobre el 75 aniversario de la defensa de Madrid, en “La Tuerka”, Pablo Iglesias se pregunta, un tanto ingenuamente, sobre la extraña vigencia del debate del papel del “trotskismo” en la Guerra Civil. Se trata de un debate que atraviesa el siglo y todo el historial del “comunismo”, en 1989, sin resistencia digna de mención. Llegó un momento en el que mucha gente se preguntaba si la burocracia moldeada por el estalinismo había acabado también con el ideal socialista. Hoy está claro que no, pero también lo está que dicho ideal debe comenzar a caminar en una nueva lucha. Se hace imprescindible ajustar las cuentas con el estalinismo en todas sus vertientes: ¡Nunca más! Que nunca más un “secretario general” llegue a tener los poderes que llegó a manejar alguien como Santiago Carrillo. En el documental de Martín Cuenca, se ve al comienzo un gentío extraordinario de militantes que gritan exaltados: “¡Aquí se ve la fuerza del PCE!”. A continuación, sale Carrillo hablando desde una tribuna diciendo: “Nosotros no tenemos dinero para la campaña pero os tenemos a vosotros…” Lo tenían, en efecto, militantes disciplinados, entregados, sacrificados, sin apenas formación política, dispuestos a creer que “el Partido” por el que se habían jugado tantas cosas estaba en buenas manos. Estaban muy equivocados.


Notas

(1) Últimos testigos: Fraga Iribarne - Carrillo, comunista.Dirección: José Luís López-Linares (Fraga Iribarne) y Manuel Martín Cuenca (Carrillo, comunista) País: España. Año: 2008. Duración: 163 min. Género: Documental. Intervenciones: Manuel Fraga, Santiago Carrillo. Guión: Manuel Millán Mesure, Ignacio Gutiérrez-Solana y Manuel Martín Cuenca.
(2) Pelai Pagès. Historiador e investigador cuya producción sobre estos temas es ampliamente reconocida. Acaba de publicar una edición ampliada de la biografía de Nin, Andreu Nin, una vida al servicio de la clase obrera (Laertes, Barcelona, 2010), y de participar en una obra colectiva, Barbarie fascista y revolución social (Salvador Trallero Editorial, Sariñena, 2011). Anteriormente había dedicado un amplio volumen a la revolución en Catalunya. Anoto estos detalles porque si nos atenemos a ciertos autores, parece ser que el único historiador que ha investigado el hecho revolucionario en España fuese Burnett Bolloten.
(3) Poca gente sabe que en el proyecto de “unificación marxista” iniciado después de Octubre de 1934 figuraban socialistas caballeristas, juventudes socialistas y comunistas, tanto oficiales como disidentes (BOC, ICE), amén de otros grupos, y que en un principio no hubo problemas en los principios programáticos. Todos aceptaban que la revolución que se estaba forjando en España era la revolución socialista y que debería abarcar a todas las tendencias obreras en un proyecto de hegemonía y de alianza con las clases medias radicalizadas.
(4)  En el debate sobre el 75 aniversario de la defensa de Madrid, en La Tuerka, se dice que Trotsky preconizaba el “entrismo del POUM” en el PSOE, lo cual es un disparate. Primero, era la izquierda socialista la que invitaba a los “trotskistas” a ingresar en el PSOE, segundo, Trotsky preconizó esta línea para la ICE, no para el POUM. En cuanto al concepto “trotskista”, durante la guerra se llega a emplear de una manera tan abusiva que alcanza el absurdo total, luego se aplicó a cualquier disidente del propio PCE. Para Stalin, el “trotskismo” era un comodín que le sirvió para controlar cualquier disidencia. El POUM no estaba de acuerdo con Trotsky en todo, pero sí lo estaba en la idea de la revolución permanente y en la necesidad de crear una democracia socialista en la URSS.
(5) John Herbert Dillinger (22 de junio de 1903 – 22 de julio de 1934) fue un asaltante de bancos de Estados Unidos, considerado como uno de tantos iconos de la cultura popular en ese país.
Su fama se debe a la idealización que se ha hecho de sus procedimientos como ladrón y a la manera fácil en que escapaba de la policía. Sus hazañas, junto con las de otros asaltantes de la época, como Bonnie & Clyde o Kate "Ma" Baker, llamaron la atención de la prensa estadounidense y sus lectores durante la década de 1930. Su popularidad lo ha convertido en leyenda, a pesar de haber sido uno de los ladrones más buscados de su tiempo.
(6) Lise London (nacida Elisa Ricol) era hija de emigrantes españoles en Francia, obligados a abandonar las tierras de Aragón en que nacieron en busca de un porvenir mejor. A los quince años ya militaba en las Juventudes Comunistas francesas y a los dieciocho comenzó a trabajar en el Komintern, en Moscú, donde conoció a Arthur London. Desde entonces, sus itinerarios ya no se separaron. Ambos acudieron en ayuda de la España republicana, participaron en la Resistencia y conocieron las cárceles y los campos de concentración nazis y, más tarde, la represión estalinista. Tras haber participado en las Brigadas Internacionales, Lise London luchó en la resistencia francesa hasta su detención en agosto de 1942, mientras tomaba la palabra en un mitin contra los ocupantes nazis. Este acto de Resistencia le supondría una condena a trabajos forzados a perpetuidad y la deportación por los alemanes al campo de concentración de Ravensbrück. Roja primavera es el primero de los dos volúmenes de memorias en que, con el título común de La madeja del tiempo, Lise London narra su vida, la de Arthur London; el autor de La confesión (el libro que reveló al mundo los criminales engranajes de la maquinaria estalinista), y la de una generación que entregó su vida en aras de un ideal que, como Saturno, acabó en muchos casos devorando a sus hijos. El segundo volumen, Memoria de la Resistencia, recoge el período que va desde la derrota de la II República hasta su regreso de los campos de concentración nazis. Jean Ferrat la cita en su canción "Le bilan", y Simone Signoret la representó en La confesión (1970), la película de Costa Gavras basada en las memorias de Arthur London.
(7) Miguel Núñez González (Madrid, 12 de agosto de 1920 - Barcelona, 12 de noviembre de 2008) histórico militante del PCE y fundador del PSUC, cuya biografía política, y torturas sufridas, ha sido relatada por Antoni Batista en su novela La Carta: Historia de un comisario franquista.
(8) Segundo Serrano Poncela (Madrid, 1912 - Caracas, 9 de diciembre de 1976). Político, escritor, crítico literario y ensayista. Durante su etapa de estudiante (cursó la carrera de Filosofía y Letras y posteriormente se licenció en Derecho) ingresó en la Federación de Juventudes Socialistas (FJS). Pertenecía, como la mayor parte de las juventudes, al ala caballerista, enfrentada a besteiristas y prietistas y formó parte de la redacción de Renovación, el órgano de las FJS, ingresando en la comisión ejecutiva en 1934, como vocal. Tomó parte en las conversaciones de unificación con las Juventudes Comunistas y tras la creación de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), formó parte de su ejecutiva. Junto con la mayor parte de los dirigentes de las JSU procedentes de la FJS, ingresó en el Partido Comunista el 6 de noviembre de 1936. Tras su ingreso en el partido, y al constituirse el 7 de noviembre la Junta de Defensa de Madrid, fue nombrado Delegado de Orden Público, cargo equivalente al de Director General de Seguridad a las órdenes de Santiago Carrillo, también proveniente de la FJS. Permaneció en el cargo hasta el 27 de noviembre de 1936, fecha en la que, dependiendo de las fuentes, dimitió o fue cesado por Carrillo. Como presidente del Consejo de la Dirección General de Seguridad de la Consejería de Orden Público, su firma avalaba las extracciones de presos que tuvieron lugar en las cárceles madrileñas durante los meses de noviembre y diciembre de 1936, la mayor parte de las cuales terminaron en el fusilamiento de sus integrantes (Paracuellos). Serrano Poncela siguió formando parte de la ejecutiva de la JSU durante la guerra. Exiliado al finalizar la Guerra Civil Española, abandonó cualquier relación con la política. Fue profesor de Literatura Española en las universidades de Santo Domingo, Puerto Rico y Central y Simón Bolívar de Venezuela, convirtiéndose en un reputado crítico de la literatura española.
(9) Federico Melchor (Madrid, 1915 - 1985). Militó en las JJ SS y el PSOE. Redactor del semanario Renovación. Secretario de las JJSS de Madrid y miembro de su ejecutiva nacional. Redactor de Claridad . Contribuyó a la unificación de las juventudes socialistas y comunistas, tras la cual fue nombrado miembro de la Comisión Ejecutiva de la JSU. Capitán del Batallón Octubre. Delegado de las Fuerzas de Seguridad en la Junta de Defensa de Madrid. Pasó del PSOE al PCE en noviembre de 1936. Director general de la Subsecretaría de Estado para la Información y propaganda del gobierno de Negrín. Secretario de Milicias de la JSU. Colaboró en el diario Ahora. Director del diario Trincheras. Exiliado en París, editó Juventud , de la JSU. Al comienzo de la segunda Guerra Mundial es expulsado de Francia, embarcándose hacia México. Redactor de España Popular y del Boletín de Información Sindical de UGT. Director de Juventud de España de la JSU en México. Tras el final de la segunda Guerra Mundial volvió a Europa y se incorporó a la dirección de la JSU. Redactor de Radio España Independiente (La Pirenaica) en Bucarest. En París, de nuevo, dirigió una oficina de información del PCE y el semanario Información Española. Director de Mundo Obrero en la clandestinidad en París y en la transición en Madrid. Director de Mundo Obrero Diario. Responsable de la política nacional de la revista semanal Ahora.

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