martes, 17 de mayo de 2016

Kean Loach, el viajero de revolución


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Kean Loach, el viajero de revolución

Conviene recordar que antes de viajar alrededor de algunas revoluciones, como la irlandesa (Agenda oculta, El viento agita la cebada), española (Tierra y Libertad), o nicaragüense (La canción de Carla), o por algunos capítulos de la lucha de clases aquí y ahora, Ken Loach, después de haber tomado parte en todas las batallas sociales británicas, se había erigido en el adelantado del cine contra el neoliberalismo...En un principio casi como un franco-tirador sobre el que recayó las iras y las ironías de la crítica y la prensa establecida, luego ya como parte de un grupo cada vez más numeroso. Entonces, en un artículo de El País, alguien habló de todos ellos como "los hijos de Ken Loach".
Por estos lares, Loach había sido un director más o menos conocido en los círculos cinéfilos gracias a Family Life y poco más. Luego, sobre todo desde Agenda oculta, se fue imponiendo como un director de culto con nuevas connotaciones militantes y políticas gracias a la parte más reconocida de su obra: Riff-Raff, Lloviendo piedras, Lady bird, Lady bird...
Tierra y Libertad fue una coproducción que hacía una apuesta sobre un tema como la guerra civil española que el cine español de las libertades empezó a tocar para abandonarlo como uno de esos temas que producen rechazo por parte de los poderes establecidos. A la hora de su estreno, no faltaron voces críticas que dijeron este no es nuestro Loach, que la consideraron esquemática, etc. Pero lo cierto es que le empezaron a llover los premios, y que la respuesta del público, tanto mayor como juvenil, fue sorprendentemente calurosa, y su pase por Europa fue acompañado por toda clase de debates. En países como Francia e Italia, los partidos comunistas (la Refunzione de antaño), organizaron pases y presentaciones en algunos de los cuales invitaron a Wilebaldo Solano, antiguo secretario general de las juventudes comunistas ibéricas. Antiguos estalinistas como Wilebaldo Carillo torcieron el morro.
Hay muchas vías para abordar Tierra y Libertad, una de ellas es la que nos incita a leer otra vez Homenaje a Cataluña, el libro de George Orwell. Gran parte de la película es, de hecho, una recreación de escenas de esa obra: el ejercicio en la plaza de armas del cuartel Lenin, las trincheras en el frente de Aragón, el rifle que se dispara por la culata, las luchas de mayo en Barcelona. Por sus contactos con el ILP (International Labor Party), Orwell se unió a la lucha española en 1936 en las milicias del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista, marxistas heterodoxos que en la práctica se aliaron con la CNT y la FAI), y desarrollaron una actividad conjunta en todo el proceso autogestionario de colectivizaciones industriales y agrarias que permitió al escéptico Eric Blair a descubrir el "socialismo" concreto, el de una clase trabajadora que estaba haciendo su revolución.
En Tierra y Libertad David, un comunista desempleado de Liverpool, se une al POUM porque es el primer grupo que encuentra. Stafford Cottman, amigo inglés de Orwell en el POUM, en quien se basa el personaje de David, era miembro de la Liga de Jóvenes Comunistas. Cuando David por fin se da cuenta, después de los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona, de que los estalinistas están traicionando a la revolución, hace añicos su carnet del partido. Finalmente, cuando el POUM es declarado fuera de la ley - hay un vistazo al infame titular que aparece en el diario comunista británico Daily Worker (19 de Junio de 1937) que proclama: "Troskistas españoles con Franco" -, la milicia de David es desbandada a la fuerza y su comandante es arrestado, seguramente para enfrentarse, como Andreu Nin (principal dirigente del POUM) a la tortura y a la muerte. Orwell (Capitulo 5) da un recordatorio oportuno de quiénes eran los del POUM: "Los milicianos del POUM eran principalmente miembros de la CNT". Añade: "Durante los primeros dos meses de la guerra eran los anarquistas, más que nadie, los que salvaron la situación, y mucho después sus milicias eran notablemente los mejores combatientes entre las fuerzas puramente españolas. A partir de Febrero de 1937 los anarquistas y el POUM podrían hasta cierto punto ser agrupados juntos".
Sin duda una de las mejores escenas del film es la toma de un pueblo controlado por los insurgentes. La cámara controlada a mano nos comunica toda la emoción de la lucha callejera y el pánico causado por un cura disparando desde el campanario de la iglesia. Una vez capturado, el cura lo niega, pero en el hombro acusa las contusiones del retroceso del fusil. Es empujado hacia una ejecución sumaria por esto y por haber delatado (rompiendo el secreto del confesionario) el escondite de cuatro jóvenes anarquistas, entre cuyos cadáveres es fusilado. La terrible belleza revolucionaria de la escena es tan conmovedora como cualquiera de El acorazado Potemkin o de L'Espoir de Andre Malraux, aunque sobre sus cualidades fílmicas exista otro debate que no tiene porque afectar a su significado extrafílmico, no sería la primera vez que una gran tema social no se encuentra correspondido por el talento del director, y viceversa.
Con todo, sus admiradores no olvidaremos fácilmente el momento en que los campesinos, al ver que los fascistas se van, queman las imágenes y pinturas religiosas. Después, los aldeanos y los milicianos del POUM tienen una asamblea para discutir la colectivización, el corazón de la revolución española. Según dice el mismo Loach: "uno de los pocos momentos en la historia de la humanidad en la que se ve al pueblo tomando el control sobre sus propias vidas", algo que hasta entonces nos habían contado los supervivientes de una historia épica, cuando parecía posible cambiar el mundo de base, y crear una alternativa a la barbarie unificada por el ideario fascista de militares, curas, capitalistas y terratenientes, y contribuir a la liberación de otros pueblos, creando un modelo de socialismo basado en la democracia obrera, o sea puesto al que se decía que existía en la URSS y que se basada en una dominación policíaca que -al decir de Trotsky- convertía el antiguo Estado absolutista casi en un modelo liberal.
Hecha en España pero pensada desde Gran Bretaña, no es por casualidad que la trama empieza y termina en la Inglaterra contemporánea a través de una joven que recoge la humilde herencia de su abuelo, unas cartas, una historia, un puñado de tierra roja. Al igual que otras de sus grandes películas Agenda oculta o Riff-Raff (la mejor), Tierra y Libertad es también un ataque a los valores de la Inglaterra conservadora, no en vano Loach pasa por ser el "profeta" de la mejor respuesta al neoliberalismo desde la pantalla grande, nadie ha tenido en este sentido tanta influencia como él. El anciano David sufre un ataque cardíaco en su hogar de Liverpool y muere en la ambulancia. Su nieta, mientras limpia, halla sus cartas desde España a su novia, luego esposa, hay un vaso comunicante, el de la pasión militante. Su lectura introduce las escenas retrospectivas del filme que liga pasado y presente. Todo concluye con el entierro de David el combatiente cuya vida adquiere de esta manera un cariz subversivo, legendario. Esto queda patente cuando la nieta lee unas líneas conmovedoras de William Morris. Se enfatiza el hecho de que era un trabajador inglés que nunca dejó la lucha para construir lo que Auden llamo "la Ciudad Ideal", y con ello sentimos el eco de todos aquellos poetas británicos que tuvieron en la República española su tierra de promisión.
Como el mismo David dice después de la desbandada forzosa de su milicia, sólo unas semanas antes de que la división del emblemático estalinista que se llamó Enrique Lister fuese enviado con la misión de destruir las colectividades en Aragón: "Si hubiésemos triunfado aquí, y se pudo haber hecho, hubiésemos cambiado el mundo". El informe de Orwell sobre las milicias del POUM es un registro conmovedor (Capitulo 8) de lo que fue haber estado en Aragón, en "la única comunidad de cualquier tamaño en la Europa Occidental d
onde la conciencia política y la incredulidad en el capitalismo eran más normales que sus opuestos... Muchos de los motivos normales de la vida civilizada - snobismo, acopio de dinero, miedo al patrón etc. - simplemente habían dejado de existir. La división de clases ordinaria en la sociedad había desaparecido... una comunidad donde la esperanza era más normal que la apatía o el cinismo, donde la palabra "camarada" expresaba camaradería y no, como en otros países, farsante... para la gran mayoría del pueblo socialismo significaba una sociedad sin clases, o no significaba nada ." Después de ver la película, los lugares y los rostros de la novela cobran un relieve diferente, el cien y la literatura se dan la mano.
La mayor grandeza de Tierra y Libertad radica quizás en su capacidad para articular todo esto, manteniendo la esperanza viva, llegando a la gente más diversa, emocionando especialmente a los que lo vivieron, pero también los que lo oyeron en parientes y camaradas, e incluso encender el imaginario juvenil, tan presente entre el público que siguió esta película hecha contra la corriente y que acabó siendo asimilada por los espectadores. El filme se hace eco del entusiasmo narrada por aquel Orwell convaleciente en Barcelona, en su carta a su amigo, el también escritor Ciryl Connolly (8 de junio de 1937): "He visto cosas maravillosas y puedo, por fin, realmente creer en el socialismo, lo cual nunca creí antes". El día que se alistó en la milicia del POUM conoció a un italiano -sin duda un militante trotskista- en el cuartel Lenin. Nunca lo volvió a ver pero se convirtió para Orwell en un símbolo de "la flor de la clase trabajadora europea, asediada por la policía de todos los países, el pueblo que llena los sepulcros de los campos de batalla españoles", y no fue otra cosa lo que le ocurriría a continuación a una generación de insumisos -entre ellos muchos poumistas- perseguidos por las tropas del eje como judíos y comunistas, y rechazados desde los "maquis" de obediencia estaliniana como "agentes trotskistas".
No hay duda que -como escribió Walter Benjamín-, los años treinta (contrarrevolución preventiva fascista, decadencia de las democracias liberales, contrarrevolución en la revolución rusa, ascenso del estalinismo, "impasse" y derrotas del movimiento obrero clásico) marcaron la "medianoche en el siglo".

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