jueves, 26 de mayo de 2016

La vida de Brian para reírnos de nosotros mismos



La vida de Brian para reírnos de nosotros mismos

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Cuando en el programa de “Fort Apache” sobre y política, Pablo Iglesias nos preguntó por nuestra película favorita, Willy Toledo destacó La vida de Brian, porque se reía de cierta izquierda desde la izquierda en aquella escena inolvidable que escenificaba las tensiones ridículas entre las diversas fracciones del Frente de Liberación de Judea…Este mismo ejemplo fue de nuevo sacado a colación en las jornadas de la Fundació Andreu Nin en Barcelona sobre el socialismo y la liberación nacional, pero en un sentido más bien diferente, contraste que me gustaría registrar en esta evocación cinéfila.
Resultado de imagen de La vida de BrianDesde luego, la escena es de lo más recurrente, sin embargo,  creo que obliga a matizar las interpretaciones. Más que de izquierdas, al menos en sentido tradicional, el humor de los Monty Pyton es iconoclasta, no respeta nada. Esto quizás queda más claro en otro gran momento, cuando los patriotas hebreos comienzan a enumerar  las obras positivas que les ha dado el imperialismo romano. Vista desde África, la broma no  parece tener maldita la gracia, aunque quizás sí desde el punto
de vista de la época ya que los romanos representaban un grado de desarrollo sin par en su tiempo. Quizás esto ayude a explicar el porqué en las interpretaciones de la tradición católica de la Pasión, los malos son los judíos en tanto que los romanos –los ocupantes- se lavan las manos. Por cierto, dicha tradición fue dinamitada sutilmente por Nicholas Ray en Rey de Reyes

En el caso de las fracciones y de los disidentes seguro que estaba inspirada en historias que fueron propias en los sesenta-setenta, en la época de los grupusculismos izquierdistas, con todas sus variaciones maoístas, trotskistas o anarcos. En el universo “trotsko”, llegó un momento en el que era muy común bromear sobre la fracción que quería ser más auténtica que todas las demás y que gustaba de adornarse con epítetos fuertes. Por citar un ejemplo nada inocente, el del flamante Partido Obrero Revolucionario, los verdaderos bolcheviques leninistas, la sección española de la IV Internacional de verdad. Estaban tan convencidos de su pedigrí que en la Barcelona de finales de los setenta y principios de los ochenta, al final de las grandes manifestaciones trataban de hacerle el “pasillo” a los de la Liga gritando a todo pulmón: ¡Aquí, aquí está la Cuarta Internacional¡
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Hay ejemplos para dar y vender, pero también diferencias a registrar, por ejemplo, la LCR nunca entró en esta guerra. Willy y los que citan la escena tienen toda la razón en tomarla para mofarse de cierto cainismo bochornoso y más bien paranoico, sobre todo cuando proviene de grupos que creen a tener  a  su Lenin, su Trotsky o su Bakunin en propiedad y tratan a los otros de sectas. Pero puede haber una variante más y es la que expresó el cineasta Santiago Lapeira del Col-lectiu Avancem, situado  en el seno del sector discrepante con el PSC, un partido que, por cierto, me recuerda escenas de esta película cuando presumen de lo “social” en oposición a lo nacional, catalán claro . Después de citar una frase de Nin –que ningún dogma nos detenga-, Santiago cito el fragmento que había la fortuna de ver en un montaje integral de la película. Pero, claro, si va a resultar que Narcis Serra o José Bono son también de izquierdas, prefiero ser sectario y crear un Frente de Liberación opuesto aunque no sea de Judea. Es más creo que “socialistas” de esta estirpe deberían de rendir cuentas ante la justicia (Serra ya lo hace), empezando por el mismo hecho de llamarse a sí mismo socialistas
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Es más que posible que entre las nuevas generaciones, la La vida de Brian (1979), no resulta tan conocida ni tan celebrada como para los que ya eran adultos en su momento.
Ahora es ya un clásico, un título que resultaba un contrapunto satírico, abiertamente surrealista y rupturista de todas las versiones canónicas sobre Jesús y, por lo tanto, una obra “blasfema” para los integristas, normalmente carente de imaginación y de sentido del humor. El llamado Brian, resulta ser al igual que Ben-Hur (donde también se ofrece algún chiste, como cuando San José comenta que su hijo está atareado con las “cosas de su padre”) un personaje enteramente coetáneo al Mesías, aunque no se trata de ningún príncipe elegido sino de un don nadie que nace en otro pesebre al lado de Jesús, de manera que los Reyes Magos, confundidos con la dirección, se postran ante él para regarle incienso, oro y mirra, ¿Y qué es la mirra?, les pregunta su desquiciada madre reproduciendo una pregunta que se seguirá haciendo por los siglos de los siglos.
The life of Brian  fue una producción que resulta impensable tanto en Hollywood como en Cinecittá, y que hay que entender tanto como una sátira de la mitificada fundación del cristianismo  como una cruel burla contra todas las religiones, y contra todos los integrismos en general.  La furia de los autores contra las obsesiones sectarias de los grupos radicales divididos por las cosas más tontas y todos ellos confundidos por discusiones en las que cualquier principio, por arte de la dogmática, puede ser invertido y significar lo contrario de lo que se pretende, así solamente un Mesías podía negar que él sea el Mesías.
Esto es lo que ocurre cuando los impagables miembros de un grupo subversivo comienza denunciando radicalmente la opresión romana y los daños causados por el imperio, hasta que alguien puntualiza  que: “con excepción del sistema de riego…”. Las excepciones se van sumando, un detalle destornillarte que, desde luego, puede ser criticado como una apología del ocupante. Este “choteo” plantea al menos dos cuestiones muy serias: a) que a pesar de su tiranía, en su momento, Roma significó el desarrollo y la civilización para muchos pueblos que permanecían anclados en el atraso más primitivo, y b) que la denuncia de los romanos no tenía porque exonerar al menos a un sector de los oprimidos bien porque se beneficiaban, y no en vano las autoridades judías tomaron parte en la condena de Jesús, o bien porque pretendía volver hacia atrás la rueda de la historia. 
Resultado de imagen de La vida de BrianRodada en Túnez, y para más regodeo, aprovechando los decorados del Jesús de  Zeffirelli, La vida de Brian fue firmada por Terry Jones, aunque esta no era más que una mera formalidad. En realidad fue “escrita y dirigida” por el equipo compuesto por el grupo creado en la TV británica que llevaba el nombre genérico de “Monty Phython´s Flying Circus” (compuesto por Graham Chapman, John Cleese, Terry Gillian, Eric Idle, Terry Jones, y Michael Pallin, todos con papeles alternativos en la película) con el que habían  comenzado dinamitando los informativos a una escala desconocida por estos lares.
Mi recuerdo personal sobre la película es nítido. En la Navidad de 1980, mi compañera y yo lo pasamos con un grupo bastante amplio en Dosrius Entre los presentes había una chica de apellido “ilustre”, el de una importante familia franquista catalana que, además, era del Opus Dei. Era tan obtusa que quería convencernos de que ver La vida de Brian era pecado mortal, consiguiendo justo lo contrario, que todavía nos riéramos más. Nada más regresar, la disfrutamos en la sala de estreno, la misma donde en un momento dado el acomodador  visiblemente molesto me rogó que, por favor, me comportara como una persona adulta y dejara de revolcarme fuera del asiento. Creo que no he vuelto nunca ha reír tanto.  Para el que la quiera ver ahora, le recomiendo que repase  declaraciones “religiosas” como la del Fraga del gobierno de Rajoy, seguro que el humor les hace más efecto.
Desde luego no fui el único, tenía un amigo que siempre que quedábamos para pasar la velada preguntaba sí teníamos copia en video La vida de Brian, porque sí no era así ya la traería él. A la menor señal de aburrimiento, saltaba: ¿Por qué no vemos La vida de Brian?


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