Buñuel, ¿anarquista?, ¿comunista?
Luis Buñuel es uno de los mayores cineastas de todos
los tiempos, el primero de este país (de países), el más consecuente de
realizadores surrealistas, amén de un personaje complejo y poco conocido. Por
algunas de sus películas, Richard Porton, el autor de Cine y anarquismo. La utopía anarquista en imágenes (Gedisa, 2001),
lo cita como uno de los grandes libertarios del cine, un libertario que, según
Porton “es de hecho el catalizador para todas las variedades de anarquismo, y
los temas estirnerianos y kropotkianos, así como los bakuninistas, son visibles
en L´Age d´Or…” No es por casualidad
que alguien tan penetrante como Walter Benjamin apreció en el surrealismo “un
concepto radical de la libertad que había quedado adormecido al decaer la
influencia de Bakunin: la liquidación, además, de un ideal de libertad
esclerótico-liberal-moral-humanista”.
Sin embargo, lo
cierto es que a lo largo de los
años treinta, estuvo vinculado al partido comunista, primero con su línea antirepublicana,
luego con la línea antirrevolucionaria…
O sea que vivió de pleno las primeras fases del
estalinismo, alineándose con este sector dentro del surrealismo a la manera de
Louis Aragón y Paul Eluard, y en oposición a la vocación libertaria y trostkiana
de André Bretón y Benjamin Péret…
Sobre esta época y sobre estas contradicciones
existe un trabajo de primer orden (1), un estudio que sitúa en los convulsos años
treinta, en el tiempo de la II República,
desde la fiesta del pueblo hasta el destierro. Una coyuntura histórica situada
en una coyuntura trágica, iniciada con la Depresión de 1929, una crisis económica, social y
política que llevará a un buen número de
artistas e intelectuales a aproximarse o a afiliarse a la izquierda, creyendo
en no pocos casos que el movimiento comunista representaba una posibilidad de
transformación revolucionaria ya iniciada en la URSS. Solamente una minoría
(especialmente los surrealistas), se percibieron que el estalinismo era una
contrarrevolución en la revolución, un fenómeno histórico desconcertante ante
el cual carecían de perspectivas.
Una parte de estos artistas e intelectuales (algunos
ya completamente olvidados), hicieron ostentación de dicha filiación, otros
como Buñuel, llevaron sus compromisos ideológicos de forma y discreta, sin
implicaciones militantes, lo que explica que la fase estudiada en el libro
resulten una revelación incluso entre
los buñueleros, que comos un montón (2).
Todo comienza con el célebre estreno
parisino de Un perro andaluz (1929) y concluye con su embarque hacia Nueva York en septiembre de 1938, huyendo
de una llamada a filas que podía llegar, que llegó, aunque el desbarajusta es
ya total, nadie le reclama a que regrese a las filas de la opción numantina que
defiende su partido. No hay que decirlo: el entorno es convulso y zigzagueante…Buñuel era un tipo inclasificable, en
realidad nunca se cuestionó su adscripción anarquista, el problema era que el creía irrealizable el
sueño igualitario de la CNT
y veía mucho más razonable el primero la República del PCE.
A lo largo del libro nos zambullimos pues en los años
rojos del aragonés, llenos de enigmas y vicisitudes, repletos de acontecimientos
apasionantes como lo fue su ingreso en
el grupo surrealista a instancias de la ardorosa exaltación del mismo de Un
perro andaluz y su confirmación producida
por la resonancia de La edad de oro (1930). Sigue con las luchas intestinas dentro del convulso movimiento, las
diferencias abismales que tan fehacientemente representan Louis Aragón y André
Bretón, conflicto recogido en un recopilatorio, Surrealismo contra realismo socialista (Tusquets, Marginales, 1973)
que está pidiendo una reedición a gritos. En este dilema, no hay la menor duda
de que Buñuel fue bretoniano, sus películas nunca fueron bien vistas en los
países del ”socialismo real”. Es más, Buñuel nunca contribuyó en las
actividades calumniadoras con las que Aragón arruinó moralmente su trayectoria.
Una relación ya tratada ampliamente por otros autores como Agustín Sánchez
Vidal en Buñuel, Lorca, Dali: el enigma
sin fin (Planeta, Barcelona, 1988).
Describe su primer
viaje a Hollywood, el tiempo de proclamación eufórica de la II República, su revés en el sórdido bienio
negro (1934-1936), la crisis social de 1934 en la que el PCE intervino a
regañadientes, la victoria electoral del
Frente Popular cuyo correlato fue la
insurrección militar fascista, la
guerra del ejército colonial contra el pueblo republicano internacionalmente
traicionado. En este cuadro se inserta el distanciamiento con el “divino Dalí” que traiciona todo lo que traicionable y
que ser convierte para gente como Orwell en un ejemplo de la corrupción moral
de un artista….
El libro incide en el tema de la relación entre
Buñuel y Dali con una primera referencia a su labor como miembro del Partido Comunista, la renuncia a su compromiso
surrealista ese mismo año, expresado en una misiva a Bretón, motivada por su ingreso en el PCE, la filmación de las Hurdes (1933), que Las Hurdes (Tierra sin pan), obra que en opinión del citado Richard Pprton
“revela las razones de explotación que con frecuencia se ocultan tras la
fachada de la educación religiosa”. Su enfoque, cuestiona el programa “liberal”
de la II República,
en el que “se estimula a los niños a olvidar sus retortijones de hambre y
recordar que `deben respetar la propiedad de su vecino´ y concentrarse en la
suma de los ángulos de un triángulo es igual a dos rectos”. Porton atribuye a
Buñuel “una respuesta alegórica al incumplimiento de su misión supuestamente
humana por parte de la
República: una traición que entrañaba una hostilidad
implacable hacia la CNT
y las aspiraciones de los anarcosindicalistas”. Las Hurdes fue prohibida en su día y
solamente sólo autorizada a finales de 1936.
Refleja su condición de (radical) denuncia de la incapacidad de la República, una
percepción que cambia ante el auge fascista
alimentado por la victoria de Hitler ante un movimiento obrero alemán
enfrentado entre socialdemócratas posibilistas y comunistas estalinistas que
proclaman que dicha victoria será el prólogo de la revolución.
Hay pues mucho que hablar de Buñuel, primero
anarquista, un ideal que no cree mercer serlo (es un más allá de la política
concreta que ve tan puro como irrealizable), luego comunista, detalle registrado en una carta de Buñuel
dirigida a Bretón, fechada el 6 de mayo de 1932, donde le informaba de su
ingreso en el PCE, un dato que siempre se había refutado pero que el libro
confirma, una ambivalencia que a algunos
les puede parecer absolutamente descabellada, pero que no resulta tan singular.
De hecho, en el citado libro se evocan en el área anarquista autores como el
Jean-Luc Goddard del 68, cuando militaba en la maoísta “Gauche Proletarienne”…Porton
se olvida a citar La sal de la tierra
(Salt of
the Herat, USA, 1954), una película que
de haber figurado entre las producciones cenetistas de la guerra, habría sido
proclamada como la culminación de un modelo de cine sindicalista
revolucionario, por más que sus responsables fuesen en el momento militantes de
USAPC en pleno furor estaliniano…
La contradicción es la misma que la de Buñuel, que
ven en el “comunismo soviético”, una realidad revolucionaria que solamente era
cierta…en sus sueños más auténticos.
1/ Román Gubert&Paul
Hammond Los años rojos de Luis Buñuel .(catedra, Madrid, 2009),
cuyo índice señala los siguientes puntos. Introducción; Siglas; Capítulo
1. La militancia surrealista; Capítulo 2. La producción de «L’Âge d’or»;
Capítulo 3. Un escándalo provechoso; Capítulo 4. La estancia en Hollywood;
Capítulo 5. El advenimiento de la Segunda República; Capítulo 6. Un año tormentoso:
de mayo de 1931 a junio de 1932; Capítulo 7. Los años de Paramount; Capítulo 8.
Las mutaciones de «L’Âge d’or» y otros proyectos; Capítulo 9. Desde «Las
Hurdes» hasta «Tierra sin pan»; Capítulo 10. Los doblajes de Warner Bros;
Capítulo 11. Comercio, arte y política; Capítulo 12. La producción de
Filmófono; Capítulo 13. El estallido de la Guerra Civil;
Capítulo 14. Dos años de misión en París (1936-1938); Bibliografía;
Ilustraciones; Índice onomástico.
2/ Me ha referido a este mismo
tema en el artículo, ¿Buñuel cineasta anarquista?, publicado en Kaos en la Red 16-1-2009
No hay comentarios:
Publicar un comentario