Frida Kahlo
Sea con un pretexto u
otro -una antológica, una película, un nuevo libro, ahora con el
centenario-, lo cierto es que toda ocasión es buena para volver a hablar de
Frida Kahlo. No era esto imprescindible para que evocáramos a esta mujer a la
que Isaac Deutscher describió como una "pintora de delicada melancolía,
instropectiva y simbolista (...) de exquisita belleza que irradiaba gracia y
ensoñación exóticas cuando se movía por la casa con sus largos vestidos
mexicanos ricamente matizados y bordados..." Aunque es inevitable hablar
de sus relaciones con Diego Rivera, de la fascinación que ejerció sobre Trotsky
y André Breton, Frida debe de ser conocida como el rostro femenino de una
escuela de pintura nacional sin apenas parangón en el siglo: la escuela
mexicana a la que pertenece junto con Rivera, Diego Alfaro Siqueiros, Orozco...
En la vida de Frida
Kahlo existen numerosas confluencias -mestizaje cultural, accidente casi
mortal, voluntad de hierro, feminismo, pintura, amores con Diego, y pasiones diversas,
encuentro con Trotsky y con el surrealismo, militancia comunista, etcétera-,
pero entre ellas cabe elegir dos momentos especialmente determinantes. El
primero tuvo lugar en la mitad de los años veinte, cuando volvía de la Escuela Nacional
preparatoria en la que había comenzado la carrera de medicina. El autobús en el
que viajaba chocó con un tranvía con tan mala fortuna para ella, que una barra
de hierro atravesó su cuerpo, entrando por un costado y saliendo por el sexo.
Tres facturas en la pelvis, dos en la columna, once en el pie derecho, etc. El
segundo ocurrió unos años después, ya en parte recuperada, cuando, según cuenta
la leyenda, se dirigió con autoridad a Diego Rivera, que pintaba uno de sus
frescos en el Ministerio de Educación y era un pintor consagrado a sus cuarenta
y cinco años, y le dijo: “Diego, baja". Al hacerlo, Rivera quedó prendado
tanto de Frida como de sus cuadros.
Frida Kahlo y Diego
Rivera se casaron en 1929 y durante muchos años formaron la pareja artística
más singular de México. En una primera época la relación entre ambos fue
semejante a la del mito de Pigmalión: mayor que ella, Diego la empuja a
construir su propio mundo personal y artístico, pero una vez este cobra vida
propia, el artista resulta desbordado. "Es la primera vez en la historia
del arte -escribió él entonces-, fuera que una mujer ha expresado con una
franqueza absoluta, descarnada, y, podríamos decir, tranquilamente feroz,
aquellos hechos generales y particulares que conciernen exclusivamente a la
mujer". En ella, Diego descubría mucho más que una mujer hermosa y
cautivadora, ella era el lado femenino del México profundo, un ejemplo sin par
de autosuperación, su "alter ego" con el que sufrió una imposible
maternidad. Frida tuvo tres embarazos y los tres desembocaron en el aborto, no
sin peligro para su propia vida. Pero ella no se quedó ahí, fue mucho más allá.
Ya cuando conoció a
Rivera, Frida había desarrollado algunos de los componentes claves de una
pintura eminentemente autobiográfica: "Me pinto tanto a mi misma porque
estoy sola con frecuencia: es el tema además que conozco mejor". Esto
queda evidente en "Doble vida", de la misma manera que sus
situaciones cerca del abismo de la muerte se reflejan en obras como
"Hospital Henry Ford" o en "Frida y el aborto"'. La antigua
estudiante de medicina vuelve una y otra vez a su cuerpo abierto, a su columna
destrozada: en una primera época desarrollando influencias europeas pero luego
asumirá con vigor el "naif" de la imaginería popular, la recreación
de los rasgos y las costumbres de la madre tierra en un estilo cercano al de
los grandes muralistas, solo que desde un ángulo estrictamente personal. Sabía
que había un mundo inmenso en su interior.
André Breton que había
viajado a México para trabajar por un pacto político-artístico con Trotsky,
quedará imperdonado por la obra “pequeña” de Frida. Sobre ella escribirá:
"Me he visto llevado a decir, en México, que no había, en el tiempo y el
espacio, pintura que me pareciera mejor situada que ésta. Añado que no la hay
más exclusivamente femenina en el sentido de que, siendo la más tentadora,
consiente de buen grado en hacerse alternativamente la más pura y la más
perniciosa (...) El arte de Frida Kahlo de Rivera. es una cinta alrededor de
una bomba'.. Breton había quedado turbado por una pintura que. era "la que
mejor se ha sustraído de toda influencia extranjera, la más profundamente
prendada de sus propios recursos...." .
Parece ser que la propia
Frida ha querido ofrecer al mundo una versión idílica de sus relaciones con Diego
Rivera. Esto al menos se desprende de algunas inscripciones colocadas en la
casa azul de la
Avenida Londres, en Coyoacán, donde se puede leer una que
dice: " Diego y Frida vivieron en esta casa de 1929 a 1952". No
es ésta la única mentira del actual Museo Frida Kahlo.
Aunque ambos se
necesitaban yen cierta medida, se complementaban, las relaciones entre Frida y
Rivera fueron en ocasiones tormentosas y difíciles. Siempre que tuvo ocasión,
ella resalto su soledad ya que "Diego no ha sido ni será nunca esposo de
nadie". Aunque en su "Doble retrato" yuxtapone su media imagen a
la media de Rivera, lo cierto es que en 1939 se divorciaron, aunque para volver
a casarse un año después. Los celos de Diego Rivera tuvieron mucho que ver en
todo ello.
Recordemos que en enero
de 1937, Rivera y Frida habían hecho un caluroso recibimiento de Trotsky al que
alojaron en la casa de la
Avenida Londres. Ambos se comprometieron con su causa, pero
entre Trotsky y Frida la historia tuvo una prolongación. Ambos se sintieron fascinado,
ella del personaje y de su apertura intelectual, él de la juventud, belleza y
talento de Frida. Gracias al inglés pudieron evitar a Natalia Sedova a y
Trotsky le escribió una serie de cartas que más tarde quemó por miedo a que
fueran utilizadas por la
GPU. Nadie conoce lo que realmente pasó, pero no es
descabellada la hipótesis de que los celos estuvieran detrás de la súbita
conversión de Diego Rivera al estalinismo, conversión que arrastró a Frida el
que desde entonces militó en el PC. Rivera llegó a justificarse ante el Comité
Central arguyendo que, al fin de cuentas, había sido gracias a su trabajo que
Trotsky llegó al lugar donde iba a ser asesinado. No hacía mucho tiempo que
había despreciado Como a un canalla a un famoso escritor norteamericano por no
tomar un partido abierto a favor del Tribunal Dewey, cuyas sesiones se
celebraron en su casa. Casa que ahora es el Museo Frida Kahlo yen la que se
evita cualquier referencia a Trotsky. En la misma habitación donde dormía con
Natalia y que fue tiroteada por el grupo de Siqueiros, hay hoy un busto de
Stalin.
Estos cambios políticos,
las relaciones de ambos con el marxismo o, con el surrealismo -que Bretón creyó
ver de manera inconsciente en las pinturas de ella-, nos plantean claramente el
hecho de que todas sus vinculaciones políticas y estéticas, por la cual estaban
dispuestos a luchar seriamente, no dejaban de resultar secundarias respecto a
sus propias preocupaciones personales y artísticas.
A la soledad que le
siguieron nuevas desgracias.- Después de operaciones y de haber probado
diversas prótesis, Frida perdió su pierna derecha en 1953. Esto fue
determinante para su estado de ánimo. Siguió amando con intensidad la vida,
pero parecía que no estaba dispuesta a vivirla en unas condiciones de postración.
En su diario abundan las notas como esta: "Espero alegre la salida y
espero no volver nunca más".
Junto con afirmaciones
parecidas quedan unos últimos cuadros en los que se traslucen las ganas de
vivir. El 2 de julio de 1954, cuando yacía convaleciente de una neumonía, se
levantó para asistir a su última participación en un acto político: a una
manifestación contra la intervención yanqui en la Guatemala de Jacobo
Arbenz Últimamente había p-restado mucha atención a la intervención política,
en parte por convicción, pero en parte también por encontrar un asidero para su
dolorosa situación. Murió poco después y no está descartado que fuese un
suicidio.
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