El mejor Cristo
del cine fue el de los herejes.
Tenía toda
la razón del mundo Ernest Bloch (El
principio esperanza), cuando escribió quel lo más sugestivo de la historia
religiosa son los herejes. Herejes que, por lo general, se cuestionan el pacto
del altar con el Dinero, partimos por lo tanto de una tradición con la cual hay
que dialogar, una tradición que cruza la historia del cristianismo, tiene su
apogeo en la guerras campesinas de los tiempos de la Reforma, aunque luego se
expresará a través de las diferentes expresiones de un socialismo cristiano
que, en no pocos casos, evoluciona hacia el marxismo o el anarquismo, aunque
mayormente se expresa a través de sus propia creencias.
Entre los
personajes más señalados del socialismo desde 1848 hasta hoya. En esta lista
podemos registrar, entre otros y otras, a el francés Lamennais (1782-1854),
autor de Palabras de un creyente, el internacionalista Wilhem Weitling (1808-1871), el laborista de
izquierda, Keir Hardie (1856-1915), el socialista y sindicalista irlandés James
O´Connolly (1868-1916), autor de socialismo y nacionalismo y muerto en las
barricadas, etc. Las herejías tuvieron un espacio propio en las tradiciones
socialistas rusas comenzando por Lev Tolstói. El hilo prosigue, con numerosas
variantes, quizás en continentes como
América Latina hasta culminar en la
Teología de Liberación (según Teresa Forcades toda teología ha de ser de Liberación),
y tiene sus páginas propias en Italia, en España con Cristianos para el
socialismo.
Esta contradicción entre la Iglesia constantiniana y la Iglesia de los pobres hacen que los evangelios sean (también) un campo de batalla y que, por lo tanto, encuentren una potente expresión en la literatura, quizás especialmente en la poesía (aquí cabria señalar poetas nuestros como García Lorca, Machado, César Vallejo o Miguel Hernández), pero también la narrativa, en obras de la categoría El loco en Cristo, del Nobel alemán Gerartd Hauptmann, en el Nazarín, de Pérez Galdós (lo que nos lleva a Buñuel, a películas como Viridiana, La vía Láctea) al poema de Alexander Block Los doce, en el que un Jesús “bolchevique” encabeza un grupo revolucionario que trata de cambiar el mundo de base, y por supuesto a Nikos Kazantzakis (1883-1957), socialista y mítico griego, del que partirán dos Cristos fílmicos del mayor interés.
Uno fue El que debe morir (Celui qui doit
mourir, 1957), una osada
coproducción anglofrancesa que fue
dirigida por el black liste, Jules
Dassin, una de las promesas más firmes del neorrealismo norteamericano con
títulos tan notables cono Fuerza bruta
(Brute force, 1947) y que fue acusado de “esquematismo”, lo que no impidió que
fuese muy apreciada en los medios católicos más dialogantes de la época de Juan
XXIII.
Se trata de una adaptación escrita por otro black liste, Ben Barzman y esta situada en los años 20, estando Grecia bajo la ocupación turca, los habitantes de un pequeño pueblo se preparan para la representación anual de La Pasión. La llegada de unos refugiados, provenientes de una aldea saqueada por los turcos, altera la armonía de la villa, pues los aldeanos, convencidos que si se muestran amables con esos refugiados que están guiados por el pastor Fotys, un disidente, un pastor de la resistencia, un predicador que trata de de agitar las conciencias. Las fuerzas vivas de la localidad temen perder el favor de los ocupantes, por lo que deciden expulsar a los refugiados. Entonces, Manolios, un pastor al cual le ha sido dado el papel de Jesucristo en la representación teatral, tratará de convencer a la gente del poblado para tener piedad de los refugiados siendo tratado de “bolchevique” El resto del pueblo solo parece abandonar su estado bucólico para celebrar la representación de la Pasión, e inmersos en sus problemas personales de cada día, viven pendientes de lo que les dirá el aga desde el balcón del ayuntamiento. Si da su consentimiento, el pueblo se movilizará para ofrecer su mejor representación, cada personaje de la población será uno de los intérpretes. La elección traerá sorpresas: Pedro será un rudo mozo de cuerdas; Santiago, un tabernero con problemas conyugales; el hijo díscolo del terrateniente será Juan; la viuda más alegre del pueblo (Melina Mercouri) será María Magdalena; a Judas lo encarnará de acuerdo con la tradición el vecino menos considerado. Al final, la aldea es arrasada por los ocupantes y el pope disidente abandona los libros sagrados y toma un fusil para marchar a combatir en la resistencia por los derechos de su pueblo. La adaptación de Scorsese no entra tanto en la cuestión social –la de los humillados y ofendidos-, sino en otras consideraciones igualmente “humanas” y su interés se deriva primordialmente por la campaña de rechazo inquisitorial que dio lugar en su momento.
Pero el Cristo más auténtico y contundente es el que presenta el poeta marxista (herético) Pier Paolo Pasolini, El Evangelio según San Mateo (Il Vangelo secondo Matteo, Italia,1964), que causó una enorme conmoción entre los cristianos de base (y entre los marxistas más abiertos) en la España nacional-católica que pasea a Franco bajo palio. Anteriormente, Pasolini había arremetido contra los fastos de Hollywood, La ricota, tercer episodio de la coproducción italofrancesa Rogopag (1962) que estuvo protagonizado por un irónico Orson Welles que encarna a un director norteamericano que rueda un peplum más, y durante el cual un extra, un pobre de los que se ganaban la vida en Cinecittá) muere mientras está crucificado de una indigestión de queso, yaciendo olvidado por la maquinaria de la producción. La broma –en nada fantástica- no hizo la menor gracia en las altas jerarquías del la Iglesia y de la democracia cristiana italiana, y fue tachada de blasfema e irreverente, incluso sufrió varias demandas judiciales y acabó siendo retirada.
Il Vangelo... fue estimada como una "Obra sencilla y vorazmente
sincera, rodada con una simplicidad extrema" "Personalísima visión de
la vida de Jesucristo que se aparta de las habituales recreaciones que se han
realizado del fundador del Cristianismo" se
mantiene en la
más pura tradición del
neorrealismo, está realizada a
contracorriente del cine bíblico dominante. Su enorme fuerza radica en una intensa capacidad por reconstruir la cultura,
las costumbres, los ritos y el
folklore. Es un Israel que
respira el ambiente del Medio Oriente de los tiempos de Cristo. Coloca a Jesús
(el estudiante vasco Enrique Irazoqui doblado por la potente voz de Enrico Mª
Salerno) Cristo en su espacio natural,
con el pueblo llano tan cercano al de entonces. Lo representa muy diferente a
la imagen establecida convenientemente por una Iglesia preocupada ante todo por la acumulación de riquezas
y de poder. Se trata de un Cristo que vuelve a sus pobres orígenes, vive entre los pobres, recorre paisajes
duros y desérticos, la gente tiene problemas, sufre.
Es un pueblo palpable, reconocible.
Pasolini
trató de "… seguir punto por punto el Vangelo
secondo San Mateo, sin hacer un guión o una reducción del mismo. Traducir
fielmente en imágenes, siguiendo el relato sin una omisión o una adición. Hasta
los diálogos serían rigurosamente los de san Mateo, sin ni siquiera una frase
de explicación o empalme. Porque ninguna imagen ni ninguna palabra insertada
podrá jamás estar a la altura poética del texto (…) en palabras muy simples y
pobres: no creo que Cristo sea Hijo de Dios, porque no soy creyente, por lo
menos en la conciencia. Pero creo que Cristo es divino, o sea, creo que en él
la humanidad es tan alta, rigurosa e ideal como para ir más allá de los comunes
términos de la Humanidad.
por eso digo “poesía”: instrumento irracional por Cristo. Quisiera que mi
película pudiese ser proyectada el día de Pascua en todos los cines
parroquiales de Italia y del mundo. He aquí por qué necesito su ayuda y su apoyo.
Desearía que mis exigencias expresivas, mi inspiración poética, no
contradijeran jamás su sensibilidad de creyentes. Porqué, de lo contrario, no
alcanzaría mi objetivo de reproponer a todos una vida que es modelo –aunque sea
inalcanzable- para todos”
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