miércoles, 4 de mayo de 2016

Halldor Laxness, comunista, Nobel olvidado



Halldor Laxness, comunista, Nobel olvidado

En más de una ocasión, algunos de mis jóvenes amistades que son además amantes de la literatura, y que habían leído algunos de mis trabajos sobre Jack London, Panait Istrati, Jules Valles o incluso el Verne anarquista, y otros que hasta entonces desconocían, me han pedido que les recomendara algunos de los escritores ligados a las ideas revolucionarias. Entre ellos se encuentra el mayor de los escritores de Islandia, un pequeño y duro país pero con una fuerte tradición literaria, y también con una fuerte corriente socialista y comunista de la que fue expresión lo mejor de la obra de Halldor Laxness, nacido el 23 de abril de 1902 como Halldor Kiljan Gudjonsson, pero más tarde adoptó como apellido este nombre por el que sería célebre y que era el del caserio en las afueras de la capital islandesa donde nació. Sufrió al principio la influencia neorromántica de inicios del s. XX y, posteriormente, la de Strindberg y Sigrid Undset, su escritura conserva ecos de las sagas medievales islandesas y nos transmite sin sentimentalismos el amor y la cercanía del autor a sus personajes; sus fuentes estaban cerca de su casa, a las afueras de Reikiavik, conocerá a una asombrosa colección de excéntricos, desde capitanes de guardacostas hasta especialistas en fosas sépticas. Laxness, haciendo recordar a Dickens, comienza su divertido collage de temperamentos, con este párrafo inolvidable: "Un sabio afirmó que, aparte de perder a su madre, para un niño no hay nada más sano que perder a su padre. Aunque lejos de mí suscribir en su integridad estas palabras, lo cierto es que también sería el último en rechazarlas de plano". También cursó estudios filosóficos y religiosos y conoció el expresionismo alemán, en tiempo de la primera guerra mundial. Atraído por el catolicismo, entró en un convento del que no tardó en escapar.
Resultado de imagen de Halldor LaxnessViajero apasionado y afincado durante gran parte de su juventud fuera de Islandia, las antiguas sagas de su tierra fueron siempre su principal fuente de inspiración. En la novela. En 1919 publicó su primera novela, El hijo de la naturaleza. Después, en El gran tejedor de Cachemira (1927), en que reflejó sus experiencias religiosas, se percibe ya la influencia del comunismo, posteriormente decisivo en la obra de este autor, galardonado con el Premio Stalin, quizás lo peor que le pasó en la vida. 
Después de una estancia en América (1927-1930), Laxness criado en un pueblo de campesinos no tenía la menor simpatía hacia el capitalismo americano. Lo mismo que el Poeta en Nueva York, volvió de una estancia en América de 1926 a 1929 convertido en un completo radical. "Precisamente en los Estados Unidos", escribió, "vi el sistema capitalista en su evolución suma, y afirmo que hay que ser un idiota para no hacerse socialista en América."
De estas y otras cosas habla en sus Poemas (1930) y en su ensayo El libro del pueblo (1929) manifiestan su evolución hacia el marxismo; realizó, además, un viaje a la URSS, que relató en Viaje al Este (1933), aunque su fama internacional se debió ante todo a tres ciclos de novelas escritas en la década de los años treinta: Salka Valka (1931-1932), retrato de una madre y su hija, trabajadoras en una planta de salazón de anguilas, y la que me sirvió como introducción gracias a un viejo ejemplar que encontré en la entidad tibetana GER con la siguiente nota "Donatiu de Víctor Alba", y la nota de edición pone: Sudamericana, 1957; Gente independiente (1934-1935), en la que muestra los esfuerzos desesperados de un campesino pobre por ganar a los campos desertizados un espacio para sembrar, y La luz del mundo (1937-1940), gran ciclo novelesco en el que traza el perfil de un poeta proletario, consagrado al poeta campesino Olafur Kárason Ljosvikingur que prosigue en los tres títulos que la completan la cuatrología: El castillo del país del verano (1938), La casa del poeta (1939) y Belleza del cielo (1940).
En esta obra clave relata la vida del trovador de los mendigos, Olafur Karason Liosvikingur. El capitalista Pietur llamado en general "triple caballo" exige del poeta la total sumisión de sus creaciones a los intereses explotadores de Pietur. Olatur es un hombre débil y enfermo, pero al mismo tiempo un audaz espíritu rebelde. Durante mucho tiempo se contenta con arrastrar una vida mísera en un mundo propio, de justicia suya, creado por su fuerza imaginadora, pero por fin se rebela contra el despotismo de Pietur y con sus canciones llama al pueblo a la lucha.
Su experiencia está en la historia de la resistencia, cuando el movimiento nacional fue interrumpido para llegar a una acuerdo con las clases dominantes, deteniendo una revolución que ya estaba en marcha. Laxness describe que el director Pietur no obra con justicia respecto a las tareas sociales; el socialismo, representado por Orn Ulfar, ignora la cuestión nacional (cuyo símbolo en la novela es la belleza pasajera y paisajística de Islandia), el trovador mendigo Olafur, que por una parte adora a su patria y por otra siente como proletario, intenta adherirse a uno u otro bando, pero queda siempre descontento porque sólo una parte de su ser es satisfecho. El ideal que lo atrae desaparece una y otra vez como un elfo en la noche de verano. Esta es una literatura que vive por sí misma, y que no se ajusta para nada a los criterios de la propaganda.Resultado de imagen de Halldor LaxnessResultado de imagen de Halldor LaxnessResultado de imagen de Halldor Laxness
Todas ellas criticaron la sociedad burguesa de su país desde un punto de vista socialista. Cierto que su literatura es lo menos parecido que pueda haber al llamado "realismo socialista", y la prensa de los países llamados socialistas le achacaban que los comunistas no estaban dibujados de una manera muy real. La respuesta es simple: ¿Cómo iban a estarlo? Viven, coma todas las demás figuras novelescas, en el espacio mágico: aquella Walkiria rubia bajo la bandera, con los pechos palpitantes y los cabellos al viento, había estado ya en los Nibelungos. Para el escritor, el comunismo no es otra cosa que la superficie imaginativa política de la proyectada luz del mundo, el sueño de una revolución que emancipara a los trabajadores y trajera más luz. Lo mismo de patriota que de socialista, Laxness está también descontento de la evolución de Islandia. Como su héroe Olafur, se siente irritado por las condiciones reales, como Olafur, busca salvación en el horizonte. Su creación ha nacido de este impulso: Al mezclar Laxness la isla de hoy con el viejo mundo de las sagas. los hombres de hoy con los elfos, las brujas, los adivinos, que hacen transformaciones y realizan milagros, crea un espacio mágico con el que las realidades no pueden ya chocar. No es una casualidad que por la obra de Laxness cruce con tanta frecuencia el Joekel, la aleta de Islandia, el sitio santo. no terrestre ya, donde está guardado el Santo Graal. donde brilla la luz emancipadora del mundo.
https://encrypted-tbn3.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcRXSzY4_-O9xZC10r9PZY312jcOtIyPqhQM7mB0Bn4CzSlA0mQxdgResultado de imagen de Halldor LaxnessEntre las obras que he podido encontrar en castellano, se encuentran Campanas de Islandia (1943-1946; SAPE de Promoción y Ediciones, 1989) un hombre salva de la destrucción los valiosos manuscritos medievales de las sagas heroicas; La base atómica (1948; Altaya 1995).), una novela en la que narra la vida del campesino Bjartur de la Casa Estival, que vive convencido de que un hombre independiente es el que es dueño de la tierra que trabaja, y de que sólo la obstinación y el orgullo de poseerla le permitirán superar las adversidades, su trasfondo es una contundente protesta por la cesión de bases aéreas islandesas a Estados Unidos, y pasará a ser piedra de toque en las controversias ligadas a la "guerra fría". Desde su punto de vista, la emancipación de Islandia está complicada especialmente con el papel de América. La declaración de independencia respecto a Dinamarca se realizó en la Segunda Guerra Mundial mediante la ayuda americana. Esto tuvo como consecuencia nuevos influjos extranjeros, ya de naturaleza económica, por la instalación de bases para la aviación americana, ya de cambio de la vida campesina por la civilización occidental. La novela se ocupa de esto, pero también su gran epopeya histórica. De hecho, La Campana de Islandia refleja lo mismo: "Yo sé que vosotros, los hamburgueses, nos enviaríais a nosotros los islandeses cereales sin gusanos y que no valdría la pena engañarnos con medidas y pesos falsos. Pero en el caso de que en las costas de Islandia se construyeran pueblos pescadores alemanes y centros alemanes de comercio, ¿cuánto tiempo se iba a tardar después en que se levantaran aquí fortalezas alemanas con comandantes alemanes y tropas mercenarias? ¿ Qué iba a ser de este pueblo que ha escrito libros famosos? En el mejor de los casos, los isIandeses se convertirían en gordos lacayos de un estado vasallo de Alemania. Un lacayo gordo no es un gran hombre. Un esclavo flaco es un gran hombre. Porque en su pecho vive la libertad."
A finales de los años cincuenta, Laxness empezó a dejar de los asuntos sociales y su literatura se hizo más lírica e introspectiva. En 1957 publicó El pez puede cantar; en 1960, El paraíso reclamado (Orbis, 1983), y en 1968, El cristianismo en el glaciar. Cien años de cuentos nórdicos (Ediciones de la Torre) incluye relatos suyos. El literato dedicó sus últimos años productivos a escribir sus memorias ya la construcción de su propio mausoleo con multitud de objetos y recuerdos.
Alma inquieta donde las hubiera, a los veinte años Laxness se convirtió del luteranismo al catolicismo, y residió en varios países de la Europa continental. Durante esta época viajó a París donde se sintió vivamente influenciado por el surrealismo y el expresionismo alemán, así como Freud y por Joyce. Su posterior estancia en Estados Unidos le desengañó de la fe católica y una nueva ideología entro con fuerza a acaparar su intelecto. El socialismo fue el prisma a través del que observó el mundo durante los años treinta y cuarenta. Fue un apasionado defensor de la Unión Soviética hasta que se produjo la invasión de Hungría en 1956. Ante tal situación, Laxness, un hombre de contrastes que se encuentran en el infinito: realista e idealista, nacionalista y socialista, poeta y político, escribió apesumbrado sobre la cuestión el 7 de noviembre de 1956 escribió Laxness,: "El error que han cometido los soviéticos en Hungría es para mí, socialista islandés, motivo de una gran tristeza. Soy miembro del Consejo de la Paz Mundial. Nada está en mayor contraste con el movimiento de la paz mundial que la intervención armada de ejércitos extranjeros contra pequeños países. Si guardase silencio ante los acontecimientos de los últimos días en Hungría, me parece que no volvería a sentirme con derecho para protestar contra las acciones de ejércitos extranjeros en otros países."
Resultado de imagen de Halldor LaxnessEsta desilusión le encaminó nuevamente hacia la filosofía: en los años sesenta evolucionó hacia un taoísmo moderado. Laxness ha sido una figura dominante en la literatura de su país a lo largo de este siglo. Feroz individualista y defensor de la propia originalidad, fue duramente atacado por la sociedad conservadora y defensores de la corrección de la lengua islandesa, que él escribía a su antojo. Pero los jóvenes de la segunda mitad del siglo vieron en él al personaje capaz de dar nuevos valores a la sociedad a través de una relectura de su pasado. Después de unos años dedicados al teatro, Laxness recibió el Premio Nobel en 1955 por su vivo poder épico, que renovó el gran arte narrativo de Islandia.


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