martes, 31 de mayo de 2016

Todos los hombres del rey


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Todos los hombres del rey

Cada vez que veo un espectáculo electoral no puede dejar de pensar en esta película, una de las más penetrantes que jamás se hayan hecho sobre el “engranaje” de la política institucional en los Estados Unidos, “la madre” de todas las democracias sustentadas sobre los grandes emporios. Un sistema que llegó a parecer insuperable a algunas generaciones, pero que vuelve a sufrid una profunda crisis en los tiempos que nos han tocado vivir..

Los amigos de confundir el culo con las témporas podrán recordar que Rossen fue un comunista “herético” cuyo comportamiento durante la “caza de brujas” no fue quizás todo lo honorable que debiera, aunque aquí se podría debatir bastante. Además, el talento no siempre va acompañado por el valor militante, y se pueden citar casos de cineastas que pueden enorgullecerse de su actitud entonces, pero no tanto de su obra ulterior…Este por ejemplo fue el caso de John Berry, que escogió el exilio dignamente, pero que no volvió a hacer una buena película hasta que regresó a los Estados Unidos y dirigió Claudine (1974), un alegato antirracista en la línea del “orgullo negro” predicado por Malcom X…Los mismos podrían argumentar que mira por donde, la película de Rossen fue estrenada (con sus debidos cortes) bajo el franquismo, además con un título malintencionado, El político, una manipulación descarada ya que por estos lares la corrupción política dejaba en mantillas la existente en cualquier país con democracia liberal.
Una prueba del algodón sobre los valores auténticos de esta película lo tuvimos en un momento histórico muy especial, concretamente en un programa de “La Clave” en vísperas de las primeras elecciones, o sea un poco antes del 15 de junio de 1977. Por aquel entonces el programa de Calvin se había convertido en una plataforma inusitadamente abierta (hoy algo así sería impensable), y para aquel momento el programa contó con varias “primeras espadas”, yo recuerdo a Carrillo, Fraga y Guerra, y seguramente estaban Suárez y Roca Junyent, pero no estoy seguro. Pero sí lo estoy de que se pasó Todos los hombres del rey (1949), y que una vez pasada con toda sus secuelas de anuncios, ninguno de los presentes se atrevió a más que alguna generalidad, pero ninguno de ellos se atrevió a establecer cualquier clase de paralelismo con una situación en la que se dan ocasiones en la que los representantes de la derecha parecían ser más de izquierdas que los representantes (teóricos) de ésta. Sí no me equivoco aquel día el más moderado de todo fue Santiago Carrillo que, ironía de la historia, era portavoz “de los comunistas”.
Todos los hombres del rey (All the King's Men, EUA, 1949) narra el ascenso político de Willie Stark (un pletórico Broderick Crawford) un honrado ciudadano de un condado rural estadounidense toma partido contra la corrupción existente en nombre de la gente del pueblo llano que lo escoge para que lo represente. En un principio es lo que hará, pero en su ascenso al poder Willie, y para mantenerse en lo que para él significa un salto social, se volverá tan corrupto y tan manipulador como aquellos a los que denunció en sus comienzos, quizás más porque dado que hasta entonces había hablado como alguien del pueblo, acabará traicionando a éste.
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La historia de Willie Stark fue inspirado en una figura histórica real, Huey Long, el célebre y discutido gobernador populista de Louisiana, que ha motivado otras películas como Un león en la calle (A Lion Is in the Streets, EUA, 1953)), de Raoul Walhs, una variación también magníficamente interpretada, en el caso por el enérgico y siempre sincero James Cagney. Pero la historia fue ampliada por otras experiencias y referentes de manera que Willie Stark es alguien más complejo que Long. Éste se debe sobre todo a la pluma de Robert Penn Warren (que inspiró otra ambiciosa película de Walhs (Band of Angels Usa, 1957), con unos todavía pletóricos Clark Gable e Ivonne de Carlo, muy interesante pero desde luego, no tan conseguida) que escribió una de las grandes novelas políticas del siglo XX y una original exploración del tema inagotable del conocimiento de uno mismo, donde se entrelazan varios destinos bajo el mismo paraguas de la política concebida como un espectáculo y como un juego del poder.
El Willie Stark de Penn Warren es un personaje de poderosa y compleja personalidad. Orador amado por las multitudes cuando comienza desde abajo, acaba mostrándose como un profesional sin escrúpulos que se mantiene en el poder mediante la corrupción y el chantaje. Al final es asimilado por el mismo sistema que denunciaba. Aunque aquí se podría hablar de una parábola anarquista, lo cierto es que ni Penn Warren ni Rossen pensaban que fuese posible realizar una actuación política alternativa, no contaminada.
La trama comienza con una descripción de Willie Stark, como un abogado de origen humilde que llegará a gobernador del estado, que seduce a Anne Stanton (Joanne Dru), a su hermano Adam (John Derek) y a Jack Burden (John Ireland), los insatisfechos hijos de las familias poderosas del estado. Adam Stanton es el idealista puro y Jack Burden es un desarraigado que pretende ser sólo un espectador inteligente…
La novela de Penn Warren inspiraría más recientemente otra adaptación homónima, esta vez dirigida por Steven Zaillian, y protagonizada por Sean Penn, Jude Law y Kate Winslet, vista la cual, el que ha visto la primera versión no puede menor que preguntarse: ¿por qué diablos realizan una versión que no ofrece ninguna novedad, y que resulta rotundamente inferior a la original?.
Resultado de imagen de todos los hombres del rey robert rossenEn otra película política de la época del “remake” de la novela de Warren,  Syriana (Syriana, Stephen Gaghan, 2005), hay un momento en el que se ofrece una cita deMilton Friedmann, el padre de la “Escuela de Chicago”, una cita que al Capone habría hecho suya, y en la que se viene a decir que la corrupción es el lubrificante de un sistema que trata de liberar a los grandes poderes económicos de cualquier compromiso moral o social que lo limite. Según Friedmann el inversor no está obligado nada más que con sus ganancias, y la libertad debe ser total aunque –claro está- la policía y el ejército deben de incrementar sus poderes. Es un sistema que se ha impuesto gracias a la derrota y la descomposición de lo que se llamó “socialismo real”...Así pues, la corrupción no solamente está a la orden del día, es que está hasta bien vista. Unas veces nos enteramos pero la mayoría lo desconocemos, pero incluso este conocimiento o desconocimiento no suele ser casual. No pocas veces traduce meras luchas internas entre los poderosos que, por lo general, se sostienen mutuamente. De ahí que, por citar un ejemplo, el asunto del 3% en las comisiones por las obras, una verdad que se le escapó a Pascual Maragall en medio del debate con CiU sobre el desastre del túnel del Carmelo, pero que finalmente todo quedó en aguas de borrajas gracias a los buenos oficios de una comisión…presidida por el “probo” portavoz de Iniciativa, Joan Boada. Lo que venía a demostrar que tanto el PSC-PSOE como Iniciativa, también “mojaban”.
De lo que se deduce que los políticos profesionales, aunque pretenden vendernos un tipo de moral “democrática” y un tipo de pensamiento que ellos no cumplen, normalmente se habla de ética como un recurso más.
Actualmente un político profesional sin potentes patrocinadores tiene pocas posibilidades de existir dado que la competición política requiere poderosos recursos que, en ausencia de militancias serias, son cubiertos por los grandes grupos empresariales y bancarios, aunque también se revisten de generosas prestaciones públicas que contribuyen a fortalecer los más poderosos. El abismo entre lo que dicen y lo que hacen nunca había sido tan grande, como nunca había sido tan grande la brecha entre las minorías poderosas y el resto del pueblo. Que estos siga siendo todavía sostenible tiene una explicación de partida: todavía quedan restos de viajas conquistas sociales logradas con muchas huelgas y luchas, y con el miedo a las revoluciones. Esto nos explica que, por más defectuosas que puedan ser estas, está claro que actuaron como correctivo. Sobre todo ello existe una potente filmografía que antecede y prolonga la obra maestre de Robert Rossen quien, por cierto, todavía realizó al menos un par más: Lillith y El Buscavidas.
Podemos remitirnos a un amplio abanico de producciones. El cine europeo por ejemplo, realizó importante aportaciones en los años, sobre todo en los años sesenta-setenta, especialmente en Italia donde brillaron nombres como el de Francesco Rossi, pero por aquí Rossen o Rossi raramente han tenido seguidores.
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Se pueden contar con los dedos de una sola mano las películas españoles que ilustren la gran verdad deque respira la famosa frase del comunero Paul Valéry: "La política es el arte de evitar que la gente se preocupe de lo que verdaderamente le atañe". Con la derecha, la demagogia y la mentira es algo tan normal como respirar, sobre estos no habría mucho que decir, engañan a los que se dejan engañar porque esperan algo a cambio, pero lo que se llama izquierda resulta como Willie Stark, más hipócrita sí cabe. Decir que aquí manda el pueblo y no los poderosos, como han proclamado tantos profesionales, es simplemente no tener vergüenza. Además, hay algo que explica que criterios como los que predicaba Milton Friedmann se hay convertido en verdades incuestionables, y es que por abajo ha retrocedido la solidaridad. En cuanto a la izquierda extraparlamentaria, todavía hay muchos más preocupados por su propia tienda que por construir una alternativa amplia. Que no ha entendió que la pluralidad puede ser una virtud. En cuanto a los que se dedican antes que nada a anatemizar a los discrepantes, mejor ni hablar.
Como todo el mundo, esto ha empezado a cambiar. Son muy poderosos, pero el pueblo lo es mucho más. Lo dijo John Ford al final de Las uvas de la ira.

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