LA
BATALLA DE
ARGEL. UNA HISTORIA
La
batalla de Argel es una
de las películas más emblemáticas de la historia del cine, valores que
le otorgan, por supuesto, su calidad excepcional, pero también por resultar el
mejor testimonio (el más directo y asequible) de un capítulo que fue “clave de
bóveda” en la historia de la revolución argelina, así, como uno de los
testimonios más representativas de la revolución anticolonial, un
acontecimiento histórico que raramente ha encontrado su expresión
cinematográfica, una expresión que sin excepción tuvo que ser prestada porque
las naciones emergentes del Tercer Mundo apenas si contaron con algunos cámaras
en las guerrillas. Es igualmente una película distinta, hecha desde arriba,
pero también desde abajo.
Al
mismo tiempo, es un espejo de diversas situaciones, de la evolución política de
la propia revolución, que cambió de curso el golpe de Estado del Consejo
Revolucionario, dirigido por el coronel Boumedian, que confinó al presidente
Ben Bella a perpetuidad (se puede decir que este fue el
momento en que la revolución la “jodió”, pasó de las manos de los resistentes
más idealistas y avanzados para pasar a las de los que querían ante todo
“institucionalizar” el Estado y domesticar las masas); por supuesto, de las
dificultades de la sociedad francesa para aceptar el trauma de una derrota, y
muestra de ello es que, a pesar de triunfar en el extranjero distribuida por una
compañía norteamericana, la película no pudo estrenarse hasta la temporada
cinematográfica 1970/1971, debido a la polémica nacional que se desató a nivel
ideológico; Sin olvidar la propia Italia en Italia, donde, el 23 de febrero de 1966, Aldo Moro
forma un Gobierno de “pentapartito” (con
16 democristianos, seis socialistas, tres socialdemócratas y un republicano), y
cuya orientación básica era cortar el paso al PCI. Entre
nosotros no se estrenó hasta mucho después de la muerte de Franco. Actualmente,
encaminada ya hacia el medio siglo, la película todavía respira autenticidad y
frescura, y a pesar de sus dos horas de duración, resulta susceptible de
mantenerse como soporte de un animado
cine-forum.
El
proyecto surgió del singular producto
de un
encuentro excepcional entre el primer gobierno independiente argelino
encabezado por el carisma tico Ben
Bella y el cine político italiano
incubado desde las filas del PCI. Su primera inspiración partió del ex
jugador de fútbol y antiguo responsable del FLN (Front de
Liberation National), Yacef Saadi, que
en el
espectador podría identificar en la pantalla bajo el rostro de uno de
sus protagonistas, Saari Kader. En 1964
Saadi recibió el encargo de su gobierno de buscar a un director italiano
que filme el primer largometraje de
ficción propiamente argelino. Habla
con Visconti que no muestra interés por
un tema tan alejado de sus temas, y con Francesco Rossi que está ocupado
con El
momento de la
verdad, una coproducción
hispanoitaliana bajo el amparo del clandestino PCE, y que narra la historia de
un emigrante que tienta la suerte --trágica- del ascenso social taurino. Finalmente logra ponerse de acuerdo
con el periodista,
escritor y guionista Franco Solinas, que había mostrado su talento para el
análisis político el histórico con Salvatore Giuliano (1961).
Saadi que también escribía, llevaba debajo del brazo un guión sobre la
batalla de Argel, pero Solinas y
Pontecorvo lo convence para efectuar numerosas modificaciones (hasta cuatro redacciones diferentes) que luego se ampliaran "in situ",
durante el rodaje en la propia
Casbah donde los acontecimientos están todavía calientes. Aunque la película
no oculta nunca que se trata de una reconstrucción, y
evoca la minuciosidad
de una crónica periodística (sin que para ello se utilice ni un
solo metro de material
documental), su lógica
interna no es
la del cine político convencional, sino que retoma el aliento del
mejor cine soviético. Aquí aunque el tratamiento coral da un sello de
autenticidad y de vigor extraordinario
al filme, la trama est enfocada como una trama policial, y su
verosimilitud fílmica no está perturbada por la necesidad de ningún subrayado político. Este es consecuencia natural de lo que dicen
las imágenes.
El rodaje
del film duró cinco meses. Trabajo intenso que llevaron a cabo con un grupo de
cineastas italo-argelinos en la propia capital, evocando con enorme realismo
las vicisitudes políticas de esos años críticos, sin incurrir en tópicos ni
discursos fáciles o tendenciosos, aparte de no recurrir a documentales,
filmados y luego manipulados. Durante dos años, el realizador Gillo Pontecorvo
y su guionista Franco Solinas prepararon un film que testimoniara la larga
lucha de Argelia en pro de su independencia colonial. El estudio de millares de
documentos) fotografías, entrevistas, etc., les proporcionó un “background” con
el cual reconstruir los hechos. A través
de un largo flash-back se evoca el
proceso final de la descolonización de Argelia: desde el 1 de noviembre de 1954
hasta el 5 de julio de 1962, fecha en que se independizó el país del dominio
de Francia. Se hace hincapié en la
“limpieza” de la famosa casbah de la capital por parte del denominado Frente
Nacional de Liberación (FLN), desde el punto de vista del líder revolucionario
Kader Saadi. y se centra en la acción antiterrorista del coronel Mathieu, al
frente de los paracaidistas franceses. La táctica de este cuerpo militar da
como resultado la detención de los cuatro responsables del FLN, y que alguno
de ellos -como Ali La Pointe-
vuele por los aires. Pero tras casi tres años de control galo, los colonos se
ven desbordados por un pueblo que está decidido a alcanzar su independencia y
sus derechos al precio que sea.
La importancia del film estriba en la reflexión y
análisis que supone sobre todo tipo de lucha por la liberación nacional. Los
dos bandos están establecidos de antemano. el pueblo argelino que busca la
independencia, fundamentalmente a través del FLN, y los colonos que ayudados
por la metrópoli tratan por todos los medios de perpetuar el colonialismo. Los
métodos de los que se sirven son enormemente significativos. Francia envía a
sus tropas de paracaidistas para acabar con ei FLN; para el coronel Mathieu -extraordinariamente
encarnado por Jean Martin- hay que descabezar al FLN: .porque es como la
solitaria, se puede desprender de muchos anillos; pero si no se alcanza la
cabeza, seguirá reproduciéndose indefinidamente. Hay que localizar a los dirigentes,
y para conseguirlo cualquier medio es bueno. El razonamiento de Mathieu es
coherente. no se trata de si se puede utilizar o no la tortura. Se trata de si
se stá dispuesto a que Argelia siga siendo una colonia de Francia; y en caso
afirmativo hay que destruir a los que tienen como bandera la independencia,
sin que importe los métodos. Si se localiza torturando a militantes, se les
tortura. Por otra parte, sin ejército, sin armas, sometidos a la diaria
explotación francesa. El FLN no tiene más posibilidad que el atentado, que
crea una situación de inseguridad, para obligar al colono a volver a Francia,
y para poder hacerse con las armas de los policías, y militares muertos.
La táctica
de Mathíeu da resultado y los cuatro responsables de FLN son apresados, o
-como Ali la Pointe-
volados por los aires. Pero -y ésta puede ser ia única pega a poner al film, su
no explicación, su carácter casi milagroso- tras casi tres años de control
francés, la policía y el I ejército francés se ven desbordados por un pueblo
que está decidido a alcanzar su independencia y sus derechos, al precio que
sea. Por eso Pontecorvo trata de aclarar
que los paracaidistas del coronel Mathieu no son los responsables de lo que
ocurre. Son únicamente el instrumento de ia re presión colonialista. Por eso
Mathieu niega que ellos sean fascistas y arguye que muchos de ellos tienen un
brillante historial en la resistencia francesa contra el nazismo. Mathieu obra
con la misma seguridad en sí mismo, y el mismo convencimiento de lo adecuado
de su proceder que Dan Mitrione enseñando a torturar a los policías uruguayos
-Estado de sitío tiene guión de Solinas- o que los Inquisidores quemando en la
hoguera a los herejes.
Existe una
teoría defendida por determinados medios izquierdistas en la que se identifica
las películas con un protagonista colectivo, como los films de izquierdas,
mientras que las de derechas, serian las que tienen protagonista individual. Tan
maniquea y peregrina división, que ignoran las particulares características del
medio de expresión cine, podría tener en este filme -y en media docena más- su
mejor defensa, ya que ambos términos son ciertos en La batalla de Argel. Pero son ciertos, porque el relato necesitaba
mostrar la lucha de todo un pueblo y para reflejar el combate de una
colectividad, el tratamiento coral era, necesariamente, el más indicado.
Finalmente,
quizá sea conveniente recordar algunas cosas. Que el guión que sirvió para
filmar la película fue la cuarta redacción del original. Que aun así sufrió
numerosas e importantes modificaciones durante el rodaje. Que todo el pueblo argelino
encontró en un film italiano la mejor manera de expresarse -entre otras razones
porque en 1966 apenas existía cine argelíno-. Que la película da muestras de
una gran honestidad desde el comienzo, no ocultando en ningún instante que se
trata de una reconstrucción, y la propia estructura del film se encarga de
atestiguarlo así. Me explicaré: enmarcado casi todo el film como un flash-back
de Ali la Pointe,
que tiene lugar en los instantes que preceden a su muerte, Pontecorvo refuerza
el carácter de reconstrucción del film, por más que el entusiasmo y la convicción
con que los habitantes de Argel reviven los momentos más importantes de su
historia, puedan dar la sensación de que nos encontramos ante escenas documentales.
La
historia comienza por el final, después de los títulos de créditos, el 7
de octubre de 1957 el coronel Mathieu (memorable Jean Martín) y sus "paracas" ocupan la Casbah, y acompañados por
un árabe torturado, alcanzan el reducto de los últimos dirigentes del FLN para
detener a Ali La Pointe
(Brahim Hagiagg), su ultimo líder que se
mantiene en pie. Con un primer plano de La Pointe surge un largo "flash back"
que se extiende por casi todo
el metraje. La acción retrocede a 1954, ‚poca en la que La Pointe es un
"trilero", que después de ser
detenido por las policía y pasar por la cárcel, se afilia al FLN. Para preparar la batalla,
el FLN, siguiendo criterios probados por
el ejército rojo de Mao Tsé‚ Tung,
separa el trigo de la
paja, y cepilla el barrio de
prostitutas, drogadictos, hampones,
viciosos, y templa
una militancia que se encuentra en la Casbah como el pez en el agua. A
continuación aborda la
lucha armada con
todas las consecuencias, las
discusiones con los nacionalistas moderados ya es cosa del pasado.
La
guerrilla urbana funciona a través de mil formas, de los niños, de las
mujeres, de los mendigos,
y la población civil francesa,
que hasta entonces haba visto a los árabes como
un añadido del
paisaje, reacciona con
los escuadrones de la muerte y reclamando la presencia del ejército. El 10 de
enero de 1957 llega a Argelia la d‚cima división de paracaidistas galos al mando del
experto en guerra de guerrillas, coronel Mathieu. Mathieu explica que el FLN es
como la solitaria. Hay que descabezarlo ya mientras
quede la cabeza de
reproducir. No se trata ni
"de un bufón ni de un sádico", su historial se remonta a la
resistencia, estuvo con De
Gaulle, igual que mucho de sus soldados (también estuvieron
muchos argelinos que luego ocuparon
roles subalternos en el ejército francés). Cuando los periodistas le preguntan
sobre la tortura en un ambiente en el
que se evocan los artículos de Jean Paul
Sartre, la respuesta del militar es objetiva. Si todos quieren, con los matices que se quieran, o sea con los de las izquierdas,
primordialmente la que seguía rotulándose SFIO (Sección Francesa
de la Internacional Obrera,
además sin comillas) que preside un
"gobierno de paz", pero también el PCF que conoce una resistencia por
la base,
una Argelia francesa,
no hay otro
camino que destruir a los
independentistas o "terroristas". Una
vez detenidos, la consigna del
FLN es que callen durante 24 horas, después pueden hablar, por lo que, viene a decir Mathieu, el que
quiere un fin debe de
querer los medios. Ellos, dice, no son fascistas, son soldados.
La
táctica de Mathieu da buenos resultados, y el FLN trata de contrarrestarla con una convocatoria para febrero
de 1957. Con ella se inicia de
hecho la batalla de Argel que acaba el 7 de octubre con la caída del inicio de la
película. Durante dos horas hemos asistido a la clásica caza del ratón por
el gato,
y hemos visto desfilar personajes
--innumerables mujeres que,
con su aportación a la liberación,
crearon las condiciones
para un poderoso movimiento en favor de los derechos femeninos- y
razones con unos trazos muy convincentes. Algunos (Kader) se entregan en el ultimo minuto,
otros (La Pointe),
prefieren morir, y al final, Mathieu da
por zanjada la "batalla". Sin
embargo, el de diciembre de 1960, después de un intervalo de aparente calma que
no se explica, Argel es ocupada por un pueblo anónimo dentro del cual se insertan algunos actores que
antes habían jugado un papel secundario.
Se puede decir
que La batalla
de Argel es un título excepcional por cuanto
se trata de una colaboración entre dos mundos en
principio alejados, luego
por resultar una reconstrucción al
calor de los hechos de unos acontecimientos históricos determinantes en el siglo
XX. Y
finamente por su capacidad
de aunar
la tensión dramática
con un conjunto de factores que funcionan con plena convicción,
desde los extras hasta la hermosa
música (de Ennio Morricone) y la
magnífica fotografía en blanco y negro (de Marcello Gatti)
pasando por la viva
presencia del escenario...Por más que hoy en perspectiva, se puedan detectar esquematismos y
ausencias, nos encontramos ante una obra
maestra indiscutible sobre la
cuestión hasta el momento, y la única realmente importante de
un cineasta que ni
antes ni después alcanzaría --ni
de lejos- el mismo nivel. De ahí que el dialéctico film de Pontecorvo
reflejase también cómo pensaba el pueblo de ese período galo sobre tan
importante hecho del mundo contemporáneo Lo terrorífico de la exposición de Pontecorvo
es que queda claramente demostrado que no existe imperio colonial que conceda
la independencia, por las buenas. No existen diferencias entre los imperios de
derechas o de izquierdas -Ios partidos de izquierda francesa aprobaron inicialmente
la permanencia de Francia en Argelia-. Exísten imperios y colonias, y los
ímperios tratan de permanecer, mientras las colonias intentan convertirse en
países libres. De esa colisión de intereses nace la inevitabilidad de la
rebelión armada
En La batalla de Argel, quiso plantear
una verdadera epopeya revolucionaria en que el tema central es el valor de un
pueblo que lucha por su libertad. Pontecorvo muestra las dos vertientes del
problema (la represión contra los argelinos y la violencia de sus acciones
terroristas) y deja al espectador la comprensión de las causas de esta
situación. Ahora bien, las imágenes que nos muestra Pontecorvo hacen decantar
al espectador, casi inevitablemente, por el lado de los argelinos». Sin
embargo, más que un film directamente político, La batalla de Argel es. una
obra histórica; tan ambiciosa, artísticamente, como polémica, ideológicamente.
Rigurosa y comedida, dejando hablar a los contrarios -está realizada, obviamente,
bajo las perspectivas del FLN- ya la prensa extranjera ubicada en Argel; pues
el duro coronel Mathieu no esconde su gestión represiva y manifiesta sus
razones, que desde su punto de vista son tan comprensibles como las de los
militantes nacionalistas. Al mismo tiempo, el terrorismo es impuesto sin tacha
-pero sin crítica-, tal y como debió ser la violencia atroz de esa gran batalla
por las reivindicaciones de un pueblo diezmado. Junto a la defensa
europeo-francesa de un país que se les escapaba de las manos y que poco habían
hecho por dignificar .No obstante, la exploración del ayer histórico parece todavía
abierta en el presente político de Argelia: las enormes oleadas de argelinos
que invaden -como subproletariado sin cualificación alguna- nuestro país, sin
ir más lejos, evidencian que las cosas no van mucho mejor con el inseguro
sistema político actual. Las últimas ejecuciones en su país y las acciones
terroristas y fundamentalistas son clara evidencia de ello. Pero ése ya es un
terreno extracinematográfico, y que, además, estaba lejos de los «intereses»
del film de Gillo Pontecorvo, que muestra sólo una batalla ganada: la de la
independencia, pero no la total libertad de
Argelia.
Gillo
Portecorvo utilizó para la interpretación, a la manera de los viejos maestros
de cine ruso (Eisenstein o Pudovkin), a las masas populares con el fin de
crear un verdadero corazón de tragedia griega. Así, casi los 80.000 habitantes
de la Casbah
de Argel participaron en el rodaje como intérpretes o como figurantes. Igual
que en el film soviético Octubre, algunos de los actores fueron los mismos
protagonistas de los hechos (Yacef Saadi) , de forma que su memoria y su
propia trayectoria queda reflejada en el film de una forma inusitada.
Acotaciones
1. Saadi. Muchos
rebeldes estaban ya encarcelados o muertos. y la organización que Yacef Saadi
había montado pacientemente durante dieciocho meses estaba prácticamente
destruida. El 15 de febrero los cinco miembros supervivíentes del Comité de
Coordinacíón y Ejecución se reunieron en un ambiente depresivo y Ramdane Abane
decidió que lo mejor era abandonar la ciudad. Sin embargo la empresa no iba a
ser fácil debido a la estrecha vigilancia francesa, que consiguió la detención
de Ben Mhidí el día 23. Tras ser sometido a interrogatorio por el coronel
Bigeard en persona. Ben Mhidi sería entre gado a los hombres de la sección
especial y aparecería muerto el día 6 de marzo de 1957. Los militares,
reforzados por policías, desmantelaron las redes europeas de apoyo al terrorismo
del FLN, deteniendo a universitarios, religiosos, sacerdotes, militantes
católicos y comunistas, con lo que la rebelión perdía un apoyo fundamental
para continuar la lucha en Argel. Sin
embargo Yacef Saadí intentó demostrar a la población que las detenciones eran
vanas, dado que continuaba su sangrienta ofensiva: el 3 de junio de 1957
explosivos colocados en farolas próximas a paradas de autobús causaban cinco
muertos y noventa y dos heridos; el día 9 un artefacto colocado bajo el podio
de la orquesta del Casino de la
Corniche mató a once personas e hirió a otras treinta y
cinco. Pero, poco a poco, Saadi perdía a sus principales colaboradores: detenidos,
muertos o huidos fuera de la ciudad. Los medios para fabricar bombas empezaban
a faltar, al no poder introducir los rebeldes suministros en la Casbah debido al cerco
militar. Los talleres clandestinos habían sido descubiertos uno tras otro. El
apoyo moral y logístico del terrorismo había disminuido, singularmente desde
el momento en que las autoridades francesas manifestaron su firme voluntad de
no ceder ante el chantaje.. Las horas de Saadí estaban contadas, máxime cuando
el 26 de agosto dos de sus más estrechos colaboradores, Murad y Kamel, fueron
muertos por los paracaídístas de Bigeard, Acosado como una fiera, Saadí vivía
permanentemente escondido en los números 3 y 4 de la calle Catón, en plena
Casbah. La delación de un correo llevó allí, el día 24 de septiembre de 1957,
a los legionarios paracaidistas del coronel Jeanpierre. Yacef Saadí y Zohra
Drif fueron capturados tras una breve e inútil resistencia. Condenado a
muerte tres veces por los tribunales militares franceses, Yacef Saadi fue
finalmente amnistiado por el general De Gaulle al acceder éste a la presidencia
de la república francesa.
2. Gillo Pontecorvo. Se ha dicho que Gillo Pontocorvo (Pisa,
1919 es hombre de un solo film, y de hecho, ningún otro realizado antes o
después de La batalla de Argel resisten la comparación. Científico de
formación -cursó Química-, abandona la teoría y el laboratorio por el
periodismo, trabajando en París como corresponsal de varias publicaciones
italianas, tras la
Segunda Guerra Mundial,
se incorporó al cine como ayudante de Marc Allegret y Mario Monicelli.
En 1953, pudo realizar sus primeros tentativas como documentalista. Tras
colaborar en diversos guiones, dirige el mediometraje Giovanna (1956), que posteriormente sería incluido en un film de
montaje de Joris Ivens. El mismo año colaborar debuta tras la cámara en un
episodio de La rosa di venti, supervisado por el pionero Alberto Cavalcanti. Su
primera película Prisionero del mar (La Grande Strada, 1957, codirigido con Maleno
Malenotti), estaba basado en una novela de Franco Solinas, y narraba un
conflicto entre un pescador individualista (Ives Montand), y los que mantenían
una actitud más solidaria y colectivista (Francisco Rabal). En 1960, destaca
con Kapo (1961), donde describe la vida de los
campos de concentración que suscitó una dura polémica que ponía en duda su
integridad moral por el tratamiento que le daba a un alegato antinazi. Sin la
oportunidad de “la batalla…”, que lo convirtió en uno de los directores más
emblemáticos del “cine político” de la época, Pontocorvo no habría ido mucho
más lejos que otros realizadores izquierdistas italianos que acabaron
refugiándose en la RAI
o en el cine comercial. Su comparación con las dos obras que le siguen, Queimada
(1969), una torpe metáfora sobre la “revolución permanente” en el Tercer Mundo,
y la eurocomunista Operación Ogro (1979), un no menos torpe alegato contra el
terrorismo etarra, dejan en evidencia que su mayor mérito en Argel fue habar
sabido expresar lo que estaba en el ambiente y de la fuerza viva de la historia
palpitante a través de los actores-protagonistas, y no el fruto de un talento
que se evidenció ausente en las demás ocasiones. Retirado del oficio de
realizador, Pontocorvo volvió a ser noticia como director del Festival de
Venecia de 1999, y especialmente por su expresa invitación a Mario Vargas
Llosa, no en tanto que novelista (y por supuesto, mucho menos por su relación
con el cine), sino en su faceta de militante neoconservador (o neoliberal). La Casbah quedaba ya muy
lejos.
3. Solinas. Quizá parte
de la responsabilidad del film había que buscarla en el guionista Franco
Solinas, escritor de 50 años de abrumadora desigualdad en cuya obra coexisten,
sin aparente esfuerzo, guiones de gran calidad -Salvatore Giuliano. La
batalla de Argel, Los dientes del
diablo, Una vida víolenta. Estado de sitio- con engendros como La
mujer más guapa del mundo. Madame Sans Gene o Mr. Kleín, pasando por su
colaboración en el guión de Vavina Vanini de Rossellini, del que renegó públicamente
por las modificaciones introducidas por Rosselliní, que deformaban
substancialmente el significado del film. Además Solinas ha colaborado en todas
las películas de Pontecorvo desde La grande strada azurra (Prísioneros del mar
. 1957) hasta Queimada pasando por ~
Pero probablemente mucho más de lo que pueda haber influido el trabajo de Solinas,
lo ha hecho la necesidad que tenía el pueblo argelino de contar cómo se llevó a
cabo su proceso de liberación. De esa necesidad, nace la extraordinaria fuerza
de este fiim, que se llevó a cabo como coproducción italo-argelina y en la que
el productor argelino Yacef Saadi incorpora uno de los principales papeles -el
de dirigente de FLN detenido, cosa que ocurrió en la vida real-.
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