LA
BATALLA DE
ARGEL. UNA HISTORIA
Al
mismo tiempo, es un espejo de diversas situaciones, de la evolución política de
la propia revolución, que cambió de curso el golpe de Estado del Consejo
Revolucionario, dirigido por el coronel Boumedian, que confinó al presidente
Ben Bella a perpetuidad (se puede decir que este fue el
momento en que la revolución la “jodió”, pasó de las manos de los resistentes
más idealistas y avanzados para pasar a las de los que querían ante todo
“institucionalizar” el Estado y domesticar las masas); por supuesto, de las
dificultades de la sociedad francesa para aceptar el trauma de una derrota, y
muestra de ello es que, a pesar de triunfar en el extranjero distribuida por una
compañía norteamericana, la película no pudo estrenarse hasta la temporada
cinematográfica 1970/1971, debido a la polémica nacional que se desató a nivel
ideológico; Sin olvidar la propia Italia en Italia, donde, el 23 de febrero de 1966, Aldo Moro
forma un Gobierno de “pentapartito” (con
16 democristianos, seis socialistas, tres socialdemócratas y un republicano), y
cuya orientación básica era cortar el paso al PCI. Entre
nosotros no se estrenó hasta mucho después de la muerte de Franco. Actualmente,
encaminada ya hacia el medio siglo, la película todavía respira autenticidad y
frescura, y a pesar de sus dos horas de duración, resulta susceptible de
mantenerse como soporte de un animado
cine-forum.
El rodaje
del film duró cinco meses. Trabajo intenso que llevaron a cabo con un grupo de
cineastas italo-argelinos en la propia capital, evocando con enorme realismo
las vicisitudes políticas de esos años críticos, sin incurrir en tópicos ni
discursos fáciles o tendenciosos, aparte de no recurrir a documentales,
filmados y luego manipulados. Durante dos años, el realizador Gillo Pontecorvo
y su guionista Franco Solinas prepararon un film que testimoniara la larga
lucha de Argelia en pro de su independencia colonial. El estudio de millares de
documentos) fotografías, entrevistas, etc., les proporcionó un “background” con
el cual reconstruir los hechos. A través
de un largo flash-back se evoca el
proceso final de la descolonización de Argelia: desde el 1 de noviembre de 1954
hasta el 5 de julio de 1962, fecha en que se independizó el país del dominio
de Francia. Se hace hincapié en la
“limpieza” de la famosa casbah de la capital por parte del denominado Frente
Nacional de Liberación (FLN), desde el punto de vista del líder revolucionario
Kader Saadi. y se centra en la acción antiterrorista del coronel Mathieu, al
frente de los paracaidistas franceses. La táctica de este cuerpo militar da
como resultado la detención de los cuatro responsables del FLN, y que alguno
de ellos -como Ali La Pointe-
vuele por los aires. Pero tras casi tres años de control galo, los colonos se
ven desbordados por un pueblo que está decidido a alcanzar su independencia y
sus derechos al precio que sea.
La táctica
de Mathíeu da resultado y los cuatro responsables de FLN son apresados, o
-como Ali la Pointe-
volados por los aires. Pero -y ésta puede ser ia única pega a poner al film, su
no explicación, su carácter casi milagroso- tras casi tres años de control
francés, la policía y el I ejército francés se ven desbordados por un pueblo
que está decidido a alcanzar su independencia y sus derechos, al precio que
sea. Por eso Pontecorvo trata de aclarar
que los paracaidistas del coronel Mathieu no son los responsables de lo que
ocurre. Son únicamente el instrumento de ia re presión colonialista. Por eso
Mathieu niega que ellos sean fascistas y arguye que muchos de ellos tienen un
brillante historial en la resistencia francesa contra el nazismo. Mathieu obra
con la misma seguridad en sí mismo, y el mismo convencimiento de lo adecuado
de su proceder que Dan Mitrione enseñando a torturar a los policías uruguayos
-Estado de sitío tiene guión de Solinas- o que los Inquisidores quemando en la
hoguera a los herejes.
Existe una
teoría defendida por determinados medios izquierdistas en la que se identifica
las películas con un protagonista colectivo, como los films de izquierdas,
mientras que las de derechas, serian las que tienen protagonista individual. Tan
maniquea y peregrina división, que ignoran las particulares características del
medio de expresión cine, podría tener en este filme -y en media docena más- su
mejor defensa, ya que ambos términos son ciertos en La batalla de Argel. Pero son ciertos, porque el relato necesitaba
mostrar la lucha de todo un pueblo y para reflejar el combate de una
colectividad, el tratamiento coral era, necesariamente, el más indicado.
Finalmente,
quizá sea conveniente recordar algunas cosas. Que el guión que sirvió para
filmar la película fue la cuarta redacción del original. Que aun así sufrió
numerosas e importantes modificaciones durante el rodaje. Que todo el pueblo argelino
encontró en un film italiano la mejor manera de expresarse -entre otras razones
porque en 1966 apenas existía cine argelíno-. Que la película da muestras de
una gran honestidad desde el comienzo, no ocultando en ningún instante que se
trata de una reconstrucción, y la propia estructura del film se encarga de
atestiguarlo así. Me explicaré: enmarcado casi todo el film como un flash-back
de Ali la Pointe,
que tiene lugar en los instantes que preceden a su muerte, Pontecorvo refuerza
el carácter de reconstrucción del film, por más que el entusiasmo y la convicción
con que los habitantes de Argel reviven los momentos más importantes de su
historia, puedan dar la sensación de que nos encontramos ante escenas documentales.
La
guerrilla urbana funciona a través de mil formas, de los niños, de las
mujeres, de los mendigos,
y la población civil francesa,
que hasta entonces haba visto a los árabes como
un añadido del
paisaje, reacciona con
los escuadrones de la muerte y reclamando la presencia del ejército. El 10 de
enero de 1957 llega a Argelia la d‚cima división de paracaidistas galos al mando del
experto en guerra de guerrillas, coronel Mathieu. Mathieu explica que el FLN es
como la solitaria. Hay que descabezarlo ya mientras
quede la cabeza de
reproducir. No se trata ni
"de un bufón ni de un sádico", su historial se remonta a la
resistencia, estuvo con De
Gaulle, igual que mucho de sus soldados (también estuvieron
muchos argelinos que luego ocuparon
roles subalternos en el ejército francés). Cuando los periodistas le preguntan
sobre la tortura en un ambiente en el
que se evocan los artículos de Jean Paul
Sartre, la respuesta del militar es objetiva. Si todos quieren, con los matices que se quieran, o sea con los de las izquierdas,
primordialmente la que seguía rotulándose SFIO (Sección Francesa
de la Internacional Obrera,
además sin comillas) que preside un
"gobierno de paz", pero también el PCF que conoce una resistencia por
la base,
una Argelia francesa,
no hay otro
camino que destruir a los
independentistas o "terroristas". Una
vez detenidos, la consigna del
FLN es que callen durante 24 horas, después pueden hablar, por lo que, viene a decir Mathieu, el que
quiere un fin debe de
querer los medios. Ellos, dice, no son fascistas, son soldados.
La
táctica de Mathieu da buenos resultados, y el FLN trata de contrarrestarla con una convocatoria para febrero
de 1957. Con ella se inicia de
hecho la batalla de Argel que acaba el 7 de octubre con la caída del inicio de la
película. Durante dos horas hemos asistido a la clásica caza del ratón por
el gato,
y hemos visto desfilar personajes
--innumerables mujeres que,
con su aportación a la liberación,
crearon las condiciones
para un poderoso movimiento en favor de los derechos femeninos- y
razones con unos trazos muy convincentes. Algunos (Kader) se entregan en el ultimo minuto,
otros (La Pointe),
prefieren morir, y al final, Mathieu da
por zanjada la "batalla". Sin
embargo, el de diciembre de 1960, después de un intervalo de aparente calma que
no se explica, Argel es ocupada por un pueblo anónimo dentro del cual se insertan algunos actores que
antes habían jugado un papel secundario.
Se puede decir
que La batalla
de Argel es un título excepcional por cuanto
se trata de una colaboración entre dos mundos en
principio alejados, luego
por resultar una reconstrucción al
calor de los hechos de unos acontecimientos históricos determinantes en el siglo
XX. Y
finamente por su capacidad
de aunar
la tensión dramática
con un conjunto de factores que funcionan con plena convicción,
desde los extras hasta la hermosa
música (de Ennio Morricone) y la
magnífica fotografía en blanco y negro (de Marcello Gatti)
pasando por la viva
presencia del escenario...Por más que hoy en perspectiva, se puedan detectar esquematismos y
ausencias, nos encontramos ante una obra
maestra indiscutible sobre la
cuestión hasta el momento, y la única realmente importante de
un cineasta que ni
antes ni después alcanzaría --ni
de lejos- el mismo nivel. De ahí que el dialéctico film de Pontecorvo
reflejase también cómo pensaba el pueblo de ese período galo sobre tan
importante hecho del mundo contemporáneo Lo terrorífico de la exposición de Pontecorvo
es que queda claramente demostrado que no existe imperio colonial que conceda
la independencia, por las buenas. No existen diferencias entre los imperios de
derechas o de izquierdas -Ios partidos de izquierda francesa aprobaron inicialmente
la permanencia de Francia en Argelia-. Exísten imperios y colonias, y los
ímperios tratan de permanecer, mientras las colonias intentan convertirse en
países libres. De esa colisión de intereses nace la inevitabilidad de la
rebelión armada
Gillo
Portecorvo utilizó para la interpretación, a la manera de los viejos maestros
de cine ruso (Eisenstein o Pudovkin), a las masas populares con el fin de
crear un verdadero corazón de tragedia griega. Así, casi los 80.000 habitantes
de la Casbah
de Argel participaron en el rodaje como intérpretes o como figurantes. Igual
que en el film soviético Octubre, algunos de los actores fueron los mismos
protagonistas de los hechos (Yacef Saadi) , de forma que su memoria y su
propia trayectoria queda reflejada en el film de una forma inusitada.
Acotaciones
2. Gillo Pontecorvo. Se ha dicho que Gillo Pontocorvo (Pisa,
1919 es hombre de un solo film, y de hecho, ningún otro realizado antes o
después de La batalla de Argel resisten la comparación. Científico de
formación -cursó Química-, abandona la teoría y el laboratorio por el
periodismo, trabajando en París como corresponsal de varias publicaciones
italianas, tras la
Segunda Guerra Mundial,
se incorporó al cine como ayudante de Marc Allegret y Mario Monicelli.
En 1953, pudo realizar sus primeros tentativas como documentalista. Tras
colaborar en diversos guiones, dirige el mediometraje Giovanna (1956), que posteriormente sería incluido en un film de
montaje de Joris Ivens. El mismo año colaborar debuta tras la cámara en un
episodio de La rosa di venti, supervisado por el pionero Alberto Cavalcanti. Su
primera película Prisionero del mar (La Grande Strada, 1957, codirigido con Maleno
Malenotti), estaba basado en una novela de Franco Solinas, y narraba un
conflicto entre un pescador individualista (Ives Montand), y los que mantenían
una actitud más solidaria y colectivista (Francisco Rabal). En 1960, destaca
con Kapo (1961), donde describe la vida de los
campos de concentración que suscitó una dura polémica que ponía en duda su
integridad moral por el tratamiento que le daba a un alegato antinazi. Sin la
oportunidad de “la batalla…”, que lo convirtió en uno de los directores más
emblemáticos del “cine político” de la época, Pontocorvo no habría ido mucho
más lejos que otros realizadores izquierdistas italianos que acabaron
refugiándose en la RAI
o en el cine comercial. Su comparación con las dos obras que le siguen, Queimada
(1969), una torpe metáfora sobre la “revolución permanente” en el Tercer Mundo,
y la eurocomunista Operación Ogro (1979), un no menos torpe alegato contra el
terrorismo etarra, dejan en evidencia que su mayor mérito en Argel fue habar
sabido expresar lo que estaba en el ambiente y de la fuerza viva de la historia
palpitante a través de los actores-protagonistas, y no el fruto de un talento
que se evidenció ausente en las demás ocasiones. Retirado del oficio de
realizador, Pontocorvo volvió a ser noticia como director del Festival de
Venecia de 1999, y especialmente por su expresa invitación a Mario Vargas
Llosa, no en tanto que novelista (y por supuesto, mucho menos por su relación
con el cine), sino en su faceta de militante neoconservador (o neoliberal). La Casbah quedaba ya muy
lejos.
3. Solinas. Quizá parte
de la responsabilidad del film había que buscarla en el guionista Franco
Solinas, escritor de 50 años de abrumadora desigualdad en cuya obra coexisten,
sin aparente esfuerzo, guiones de gran calidad -Salvatore Giuliano. La
batalla de Argel, Los dientes del
diablo, Una vida víolenta. Estado de sitio- con engendros como La
mujer más guapa del mundo. Madame Sans Gene o Mr. Kleín, pasando por su
colaboración en el guión de Vavina Vanini de Rossellini, del que renegó públicamente
por las modificaciones introducidas por Rosselliní, que deformaban
substancialmente el significado del film. Además Solinas ha colaborado en todas
las películas de Pontecorvo desde La grande strada azurra (Prísioneros del mar
. 1957) hasta Queimada pasando por ~
Pero probablemente mucho más de lo que pueda haber influido el trabajo de Solinas,
lo ha hecho la necesidad que tenía el pueblo argelino de contar cómo se llevó a
cabo su proceso de liberación. De esa necesidad, nace la extraordinaria fuerza
de este fiim, que se llevó a cabo como coproducción italo-argelina y en la que
el productor argelino Yacef Saadi incorpora uno de los principales papeles -el
de dirigente de FLN detenido, cosa que ocurrió en la vida real-.
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