Carlo Tresca, un anarquista de dos mundos
Pepe Gutiérrez-Álvarez

Poco
                o nada conocido entre nosotros, Carlo
              Tresca (Sulmona,
              Italia, 1879-New York, 1943) fue uno de los militantes
                anarquistas más combativos y abiertos del movimiento
                obrero norteamericano, un personaje a la altura de Emma
                Goldman y John Reed, que nunca cedió en su compromiso ni
                en su integridad militante. Su trayectoria tiene
                bastante puntos en común con la de Camillo Berneri.
Provenía
de
              una familia de ricos terratenientes de los Abruzzos, se
              hizo socialista en su juventud y a los 20 años era
              secretario del sindicato de ferroviarios -influenciado por
              los socialistas maximalistas- y editor del diario Il Germe.
              Condenado a prisión por difamación, decide emigrar y en
              Suiza se encuentra con Mussolini que le reprocha no ser
              suficientemente de izquierdas. Después de una breve
              estancia en Brasil, llega a los Estados Unidos, en un
              primer momento en Pittsburg donde edita La Plebe,
              en italiano, y en un segundo en Nueva York donde edita el
              diario de la federación socialista italiana con la que
              rompe en 1907
Emigró
                a los Estados
                  Unidos en 1904 para escapar
              de una pena de cárcel por su militancia. Tresca comenzó su
              andadura como socialista hasta que
              conoció las ideas anarquistas,
              las cuales promulgó hasta el día de su muerte. Se dedicó a
              denunciar la hipocresía y la corrupción, uno de sus
              blancos preferidos era el clero al que atacó
              implacablemente. Tresca era también un agitador en el
              trabajo experto en huelgas conduciendo a los trabajadores
              al paro total por la reivindicación de sus derechos.
En
              Italia fue nombrado secretario de la Unión
              de trabajadores del ferrocarril italiano y editor del
              periódico Il Germe
              a la edad de 22 años. Debido a una condena por sus
              actividades emigra en 1904 a los Estados Unidos. Se
              establece en Filadelfia y asume allí la redacción de Il
                Proletario, órgano oficial de la
                Federación Socialista Italiana. Sus
              ideas se fueron acercando al anarquismo hasta que renunció
              en 1906 a la redacción de esta publicación, y empezó a
              publicar su nuevo periódico La Plebe. Dos
              años más tarde transfirió la sede del periódico a
              Pittsburg para atraer a los mineros del carbón italianos y
              obreros italianos del oeste de Pensilvania. Sus ideas
              provocaron un sinfín de multas, encarcelamientos y un
              intento de asesinato.
En
              1912 fue invitado por la Industrial
                Worker of the World (IWW) a
              Lawrence, Massachussets para atraer a los trabajadores
              italianos en la campaña de petición de libertad para los
              líderes huelguistas Joseph Ettor y Arturo Giovannitti,
              acusados falsamente de asesinato. Había ingresado en el
              IWW en 1905 y militó en este mítico sindicatyo durante
              muchos años, convirtiéndose en uno de sus portavoces más
              conocidos y pintorescos. En 1912, Tresca juega un
              importante papel en la famosa huelga de Paterson
              -historiada en un libro de reportaje por su amigo John
              Reed-, allí conoció a Elizabeth Gurley Flynn, militante
              muy notable que será durante mucho tiempo su compañera y
              después una de las fundadores del Partido Comunista de los
              USA con Reed, y su líder femenino más legendario.
              Elizabeth Gurley y Emma Goldman montaron un grandioso
              espectáculo en favor de la huelga en Greenwich Village. 
Pronto
              se le iba a conocer por el sobrenombre del "Toro de
              Lawrence" y tras Lawrence actuó en las huelgas de los
              trabajadores textiles en Little Falls en Nueva York
              (1912), de los trabajadores de los hoteles de Nueva York
              (1913), y la de los mineros en Mesabi Range en Minnesota
              (1916). En este último lugar escapó por poco de un
              linchamiento y fue culpado de asesinato. Se hizo un
              acuerdo entre las autoridades de Minnesota y Elizabeth
              Gurley Flynn, camarada y amante de Tresca desde 1912, fue
              luego conocida dirigente comunista (sobre la que
              hablaremos en una próxima ocasión). Ettor fue involucrado
              en este acuerdo por el que Tresca fue liberado.
Actuó
como
              uno de los animadores de la marcha de los parados de Nueva
              York en 1915, y en 1916 es inculpado por «conspiración con
              vista de cometer un asesinato» durante la huelga de Mesaba
              Ron Range, pero será liberado por falta de pruebas. Su
              campaña contra la intervención norteamericana en la Gran Guerra.
              Por esta época rompe con el IWW sobre la base de un debate
              político, lo que llevará a Tresca a ser juzgado en un
              proceso que se realizará a partir de 1917; se librará por
              poco de la deportación. Anarquista convencido, combatiente
              por los derechos democráticos del hombre siguiendo la
              tradición radical norteamericana, Tresca manifiesta
              abiertamente su simpatía con la revolución rusa
              desarrollando luego críticas que, empero, no le apartaran
              de esta fidelidad inicial
En
              1917 L'Avvenire,
              periódico que Tresca publicó en Nueva York desde 1913, fue
              cerrado y su sucesor Il Martello fue repetidamente incautado.
              Entre 1919 y 1920 el departamento de justicia estuvo
              buscando evidencias para deportarle. Tresca estuvo
              envuelto en el caso Sacco-Vanzetti y fue responsable de
              llevar el controvertido abogado defensor de la IWW,
              Fred Moore y ayudó en la publicidad y financiación del
              apoyo a los dos anarquistas.
De
              esta época data su profunda amistad con John Dos Passos al
              que advirtió  sobre
              la capacidad de instrumentalización por parte de los
              “comunistas” desde que Stalin se apoderó de la III
                Internacional.
              Considerado como un “enemigo público del Estado”
              especialmente famoso durante varias décadas, Tresca fue
              detenido en treinta y seis ocasiones, además sufrió cinco
              atentados, lo que hirvieron de él un personaje singular.
              Mientras tanto, Tresca se convirtió en un opositor al
              fascismo italiano, que estaba provocando el nacimiento de
              grupos de inmigrantes italianos que apoyaban a Mussolini.
              Desde Il Martello
              acusó a Mussolini de traidor con la clase trabajadora y a
              la casa de Saboya por su complicidad con este. En 1923 el
              embajador italiano requirió del departamento de estado que
              suprimiera Il
                Martello. Por esta presión diplomática las
              autoridades federales le acusan de difundir "material
              obsceno" a través del correo, y todo ello por la aparición
              de un anuncio de dos líneas sobre el control de natalidad.
              Condenado a un año y un día, delito que le cualificaba
              para ser deportado, pasó cuatro meses en la penitenciaria
              federal de Atlanta hasta que en 1925 el propio presidente
              Calvin Coolidge le rebaja la pena. Dado que no han podido
              deshacerse de Tresca por métodos legales los fascistas
              deciden pasarse a la violencia y en un mitin con otros
              antifascistas en 1926 se produce un atentado con bomba del
              que sale ileso. Pero él y sus seguidores estuvieron
              siempre en contra de todo el montaje (desde emisoras de
              radio a periódicos) que Mussolini realizó para poder
              atraerse a los italianos inmigrantes en América.
Durante
los
              años veinte su figura es indisociable de todas las grandes
              campañas en defensa de los perseguidos, de
              Ettore-Giovanitti, de Tom Mooney y sobre todo de Sacco y
              Vanzetti, pudiéndose decir que sin él este crimen legal
              difícilmente hubiera conocido la audiencia internacional
              que conoció. En 1919 había fundado Il Martello,
              que desde 1922 concentra su fuego contra el régimen
              fascista de Mussolini. En 1923, una maquinación de cónsul
              italiano (en base a un anuncio publicitario en Il
                Martello de
              un producto anticonceptivo), le vale ser condenado por
              infracción de la ley federal sobre obscenidad y condenado
              a un año y seis meses de prisión. Sus amigos podrán
              desvelar el montaje y es graciado después de haber purgado
              tres meses en la prisión de Atlanta. Después de una
              relación militante con los comunistas rompe con ellos en
              1934, a continuación de la tentativa de estos de romper la
              huelga de los hoteles de Nueva York animada por los
              “trotskistas”.
Respecto
a
              los comunistas oficiales, Tresca los consideró durante los
              años 20 como aliados contra el fascismo y colaboró con
              ellos en asociaciones como la Alianza
                Antifasciasta Italiana de Norteamérica.
              Cuando los estalinistas aplastaron el movimiento
              anarquista de Cataluña y Aragón durante la guerra civil
              española, se hizo un opositor feroz contra el estalinismo.
              
En
              1936, Tresca formó parte del Tribunal de investigación
              presidido por John Dewey que juzga a Trotsky por los
              cargos presentados en los «procesos» de Moscú; Tresca
              denunciará la «gran traición» del estalinismo en estos
              procesos y en la persecución de poumistas y anarquistas
              durante la guerra civil española. En 1937 presenta
              testimonio por la desaparición de su vieja amiga, Juliet
              Stuart Poyntz, comunista disidente, y denuncia
              públicamente los métodos de la GPU.
Las
amenazas
              provenientes del estalinismo se confunde con las que
              recibe por parte de fascistas y mafiosos. Durante la II Guerra
              Mundial, Tresca se alinea con los que consideran la
              derrota del fascismo como la tarea central del momento y
              funda la «Sociedad Mazzini» que trata de agrupar a
              militantes obreros y demócratas, tratando de que sean
              excluidos tanto los comunistas como los fascistas ganados
              a un pacto con los Aliados a continuación del gobierno
              Badoglio, que había sido apoyado por Togliatti como una
              «alternativa» a Mussolini. Será asesinado en la puerta de
              la redacción de Il
                Martello. Una investigación presidida por Norman
              Thomas no dará ningún resultado, aunque algunas fuentes
              indican que el  agente estaliniano Vittorio Vidali
              (que había estado detrás de algunos de los asesinatos más
              célebres del estalinismo, comenzando por el de Mella y
              continuando con el de Nin y Trotsky), tenía cuentas
              pendientes con Tresca que no dudó en acusarlo
              públicamente. En una ocasión que se encontraron, Tresca lo
              acusó: “Por donde quieras que pasa hay un asesinato.
Tras
              el ataque de Pearl Harbor, Tresca obstruyó la
              participación de comunistas y antiguos fascistas en la Sociedad
                Mazzini, la organización líder del
              antifascismo italiano en Estados Unidos. Dorothy
                  Gallagher escribió sobre él: "Para los
              millares de inmigrantes italianos, Carlo Tresca era un
              héroe, para el FBI él era
              notorio, para un número de intelectuales estadounidenses y
              de líderes de las organizaciones obreras él era un
              consejo, para los fascistas estadounidenses
              e italianos un adversario serio, para el partido comunista de los años
              30 un renegado, para los rivales del anarquismo un espía y un
              traidor, para sus amigos una alegría, para las mujeres un
              hombre educado y atractivo, para el hombre que lo mató
              poco más que un contrato".
Antes
              de ser asesinado escribió sus memorias, Retrato de un
                rebelde, que está sin traducir al castellano. El
              panegírico de su funeral corrió a cargo de Angélica
              Balabanova, militante socialista ruso-italiana que jugó un
              papel muy importante en la corriente internacionalista
              durante la Gran Guerra y que colaboró
              con la revolución rusa y la III
                Internacional hasta que se apartó por
              desavenencias. Diversos testigos evocan la enorme
              emotividad de un acto del que se podía decir que ponía
              final a una época de la izquierda revolucionaria
              norteamericana.
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