Harry Belafonte, un luchador de los de siempre
que la interpretación sería su carrera. Entonces se unió a la Dramatic Workshop de la New School of Social Research, bajo el tutelaje del gran director alemán, Erwin Piscator, donde entre sus compañeros de clase se hallaban alumnos como Brando, Walter Matthau, Rod Steiger y Tony Curtis.
Comenzó como cantantes actuando
en pequeños clubes de la costa este de Norteamérica, y abrió un restaurante en
el Greenwich Village, que cerró para dedicarse definitivamente a cantar. Allá
por la mitad de los años cincuenta comenzó a ser conocido como el "Rey del
Calypso”, y aunque no llegó a ser muy conocido por aquí, su nombre figura entre
los primeros cantantes negro que, como Nat King Cole, consiguieron por entonces
una fama nacional e internacional que antes de la II Guerra Mundial no fue
posible. Day-O, su canción más conocida (que le llevó
al primer puesto en las listas de éxitos en 1957. Esta canción no fue en
realidad un Calypso sino que se trata de una canción jamaicana tradicional
sobre los trabajadores de los muelles que cargan bananas para la exportación.
La canción se grabó por primera vez en Gran Bretaña en 1954 por el actor
y vocalista de Trinidad, Edric Connor.
Mucho menos conocida es Una isla al sol ("Island
in the sun", 1957), un melodrama política antirracista dirigido por Robert
Rossen que contó con un suntuoso reparto: James Mason, Joan Fontaine, Joan
Collins, Stephen Boyd, y Harry Belafonte encarando a un “presidenciable”
bastante reivindicativo que consigue enamorar a Joan Fontaine, y sacar de
quicio al representante de los señores blancos, a un James Mason realmente
pletórico. Harry escribió las canciones, pero la película no obtuvo el éxito
que merecía ya que sin estar a la altura de las grandes de Rossen, es mucho
mejor de lo que se ha dicho, y cuenta con unos diálogos soberbios, además, habría
que verla con las referencias de las tentativas socialistas reformadoras en
Jamaica, tentativas que con un prolongado y duro combate contra la política
exterior USA, sobre todo en los años sesenta-setenta, hasta que Reagan promovió
un golpe de estado a lo Margaret Thatcher.. Exceptuando una magnifico policiaco
de Robert Wise "Odds Against Tomorrow" (1959), que se podía traducir
como Apuestas por el mañana, y que se ha estrenado por TV, la carrera
cinematográfica de Harry nunca volvería a contar con las posibilidades que
contó en sus principios.
En 1960, fue nombrado por el
presidente John F. Kennedy, consejero cultural para Peace Corps, cargo que
detentó durante cinco años. Luego devino una fuerza decisiva en el movimiento
en pro de los Derechos humanos, desarrollando una amistad profunda y permanente
con Luther King. Luego ingresó en la
Junta directiva de la Conferencia Sur de
Liderazgo Cristiano (SCLC), y a la muerte del Dr. King, devino uno de los tres
albaceas testamentarios de las propiedades del gran líder. Más tarde, fue
designado por Mario Cuomo en calidad de presidente de la Comisión Martín
Luther King, y detentó el cargo durante siete años, periodo en el que él y su
personal fundaron el Instituto para la
No violencia también dedicado al famoso agitador pacifista
cuyas ideas más radicales Harry comparte y sobrepasa.
A lo largo de su vida, y muy
especialmente durante las época de gobiernos demócratas, Harry ha sido una y
otra vez condecorado y halagado, pero él no ha dejado de militar en todas las
causas “impopulares “, por ejemplo produjo importantes documentales contra el
“apartheid” en Sudáfrica en la época en la que la administración Reagan
consideraba a Mandela un vulgar terrorista. Esta tarea ha formado parte de una
fuerte implicación “africanista” en el sentido más noble del término, o sea en
todo lo contrario que a esta palabra se le ha dado en este país que tanto daño
ha hecho en África.
Quién crea que estas son
historias foráneas, se equivoca. El racismo y la derecha también viven aquí.
Entre nosotros hay mucha gente como esos bañistas italianos que hace unas
semanas fueron fotografiadas mientras “pasaban” totalmente de dos niñas gitanas
que yacían muerte en la orilla. Ellos no eran racistas, pero votaban a
Berlusconi.
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