A Wilebaldo Solano que murió joven
Los del 35 y los 68. Viendo a todos esos VIPS de la actual
Corte de los Milagros que fueron jóvenes en la época del franquismo, me pregunto
sobre qué hicieron entonces. Cojo al vuelo a unos cuantos de ellos, los cotejo
en el Wikepedia y el resultado está claro: casi ninguno dio la cara contra la
dictadura, más bien al contrario. Escribo esto en un momento en el que los
medios de las derechas tratan del próximo adiós de Adolfo Suárez y todos leen las cuartillas de la historia oficial imperante: este hombre sirvió al rey (y al pueblo, por ese orden) y trajo “la democracia a España”.
Algunos añaden,
pudorosamente, que lo hicieron junto a la ciudadanía que fue la que votó entre lo que decían ellos
o lo que decían ellos. Estamos hablando
de una historia oficial que hace aguas por todas partes.medios de las derechas tratan del próximo adiós de Adolfo Suárez y todos leen las cuartillas de la historia oficial imperante: este hombre sirvió al rey (y al pueblo, por ese orden) y trajo “la democracia a España”.
No hay que decir que
la verdad es muy otra. Durante 1936-1939, el pueblo militante que soñaba con
justicia y libertad asombró el mundo. La generación de la República mantuvo una
resistencia que subsistió muchas veces en condiciones infrahumanas (asesinatos,
cárceles, torturas), hasta el agotamiento. Esta se hizo visible al llegar a los
sesenta. Los “jóvenes cachorros” del régimen (quintaesenciados por Fraga
Iribarne) se las prometían muy felices. Sobre todo tras conseguir el soporte estadounidense,
pero, cuando creían que ya no quedaban “enemigos”, época emergió una nueva generación de relevo
compuesta, primordialmente, por los
“hijos de los vencedores”, jóvenes de
familias que no habían sufrido en directo los relatos escalofriantes de los hijos de los perdedores, a los que, por lo general, les sobraban
motivos para tratar de olvidar.
Mientras que, lo que quedaba de la resistencia republicana,
seguía traumatizada por la historia más triste, la nueva generación miraba más hacia adelante. No
querían verse en el espejo de la derrota, de la brutal prepotencia del régimen,
y encontraron un punto de apoyo y de ilusión en el tren de la historia que se
había puesto en marcha un poco en todas partes y que, por lo tanto, pasaría también
por aquí. Los del 36 venían de una
epopeya, pero también de una derrota y la gran pregunta era, porqué perdimos la
guerra. Nosotros a cambio, lo teníamos todo por aprender, todo por recomenzar,
algunos además, se trataba de ganar otra batalla, la batalla de la
interpretación.
Después de la devastación, creo que el mayor punto de apoyo
lo encontramos en una realidad internacional que nos exaltaba y que nos
resultaba muy cercana por diarios y revistas legales, pero por la prensa
clandestina que circulaba. En poco tiempo, algunos dejamos de ver la vida como
una historia acabada para hablar de revoluciones y movimientos. A citar nombres
como los del “Che”, Jean-Paul Sartre,
Malcom X, Bernadette Devlin y un largo etcétera.
Sucedía que se estaban ganando batallas en los los tres
sectores de una revolución mundial En
septiembre del 68 tuvo lugar la “ofensiva del Tet” en Vietnam del Sur, Saigón
estuvo en estado de sitio, la propia embajada de Estados Unidos fue allanada.
En América Latina bullían las guerrillas. En los propios EEUU, surgía una
imprevisible y potente ola de contestación, primero con el movimiento de los
Derechos Civiles luego con la “contracultura” y el incontenible movimiento
anteguerra. En la Europa
neocapitalismo, el discurso sobre la “integración obrera” estaban dando paso a numerosas “huelgas
salvajes”.
La culminación tuvo lugar en los mayos del 68 de Francia e
Italia que, con una virulencia desigual, cruzaron el mundo.
Los que además denunciábamos el estalinismo, fuimos también testigos de la crisis
acelerada de una burocracia que identificábamos con el PCF que había resultado
ser la última barricada del sistema, la misma burocracia que envió los
tanques que aplastaron la “Primavera de Praga”, una apuesta en la que el
pueblo y lo mejor del partido comunista trataba de conciliar socialismo y
democracia. La ola se extendió a lo largo de los años setenta…
En estos andurriales,
habían tenido lugar las huelgas de Asturias y muchos otras, la Universidad se hacía
cada vez más rebelde, por lo demás, estaba
teniendo lugar un potente desarrollo, una modernización acelerada de las
costumbres, a los jóvenes cada vez nos gustaban menos las cosas de los
papas. Soplaban nuevos aires, la
juventud no se sentía reflejada en unos mayores provincianos y sumisos, se
fueron conquistando “áreas de libertad”, disfrutando películas que antes no se
podían ver, hablando de cosas que antes no se hablaban y asistiendo a una
verdadera “revolución” del libro de bolsillo
que ponía a nuestro alcance temas y debates viejos y nuevos. El cine y
los libros nos abrían puertas que no habían llegado a tener ninguna otra
generación antes. En poco tiempo se fue creando una vanguardia amplia cada vez
más desbordante y audaz, grupos abiertos a las grandes discusiones sobre el
pasado y el presente.
Nuestra perspectiva era muy otra a la de nuestros padres
derrotados. En los sesenta, el debate
sobre el destino y la naturaleza de la Rusia soviética, se pudo hacer desde el Deutscher, que a algunos
nos parecía un horizonte insuperable.
En cuanto a la guerra, aparte de ser una tragedia
incalculable, era también un laberinto marcado por las diferencias dentro de la
izquierda de entonces. Algunos tuvimos
suerte y pudimos tomar nota de una narración poderosa, como era del Pedra que
tenía sus propias cuentas hechas: Franco había ganado por una suma de razones
favorables: le habían dejado conspirar impunemente, durante las jornadas de
julio buena parte de las autoridades republicanos dieron la espalda al pueblo,
los sublevados contaron con el apoyo de nazis y fascistas, del capitalismo
internacional, de las potencias liberales que traicionaron
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