ROBERT RYAN, NADIE PUEDE VENCERME
Este desconocimiento
parece bastante generalizado. Repaso el Diccionario Espasa del Cine, voluminosa obra del prolífico Augusto
M. Torres (Barcelona, 1999), y cuando llego a Ryan tropiezo con Meg Ryan, ante
la cual me atrevo a aseverar que en toda su carrera ha hecho menos películas
interesantes (me cuesta recordar alguna más aparte de Cuando Sally encontró a Harry, ¿o
es al revés?), y lo encuentro casi una blasfemia. Repaso el Wikipedia, y apenas
encuentro unas pocas l
íneas.Muchísimo más ajustado es Javier Coma que le
dedica
sendas entradas y matizadas en sus diccionarios del cine negro y en el de
western clásico. Ryan desafió la máquina de fabricar estrellas que trató de
encasillarlo en numerosas ocasiones en papeles de canallas, de perverso o
“macho” cínico, papeles a los que él supo darles una dimensión especial, llena
de matizaciones, incluso cuando se trataba de películas sin alma.íneas.Muchísimo más ajustado es Javier Coma que le
Discípulo de Max
Reinhardt, Ryan aprendió con Stanislavski la sobriedad interpretativa y el
dominio gestual, y se formó interpretando a Shakespeare en el festival de
Stratford-sur-Avon, y a Pirandello y Brecht en Broadway, y fundado en 1959 el Theatre Group de la Universidad de
California. En cuanto a su carrera cinematográfica, comenzó en el cine
trabajando para la Paramount en
algunas películas sin acreditar, pero su fama le llegaría encarnando al soldado
fascista y antisemita de Encrucijada
de odios (1947),
obra del inquieto Edward
Dmytrick, y una de las primeras en abordar estos trapos sucios que
hollywood solía guardar debajo de la alfombra de los éxitos. Por esta
actuación, robert recibió su única nominación al oscar, lo cual, como en tantos
otros casos, demuestra lo ciega que legaría a estar la famosa estatuilla.
Lo más singular de su
fecunda carrera (71 películas en 30 años) fue la extraña exigencia que Robert
Ryan manifestó en la elección de sus directores. Pocos actores de su generación
pueden, en efecto, vanagloriarse de un palmarés en el que figuran los nombres
de Edward Dmytryck, Jean Renoir, Jacques Tourneur, Joseph Losey, Max Ophuls,
Nicholas Ray, Fritz Lang, Budd Boetticher, Anthony Mann, Allan Dwan, Samuel
Fuller, Raoul Walsh y Richard Brooks, entre otros. Incluso al final, minado por
la enfermedad, con el rostro demacrado, consiguió conmover interpretando al
campesino salaz de Lolly
Madonna XXX (Richard
Sarafian, 1973) o al viejo anarquista irlandés The lceman Cometh (John Frankenheimer, id) en
adaptación de la famosa obra de Eugene O´Neill. Bajo su máscara, algo
convencional, de aventurero palpitaba una profunda humanidad. Lástima que parte
de su filmografía sea poco o nada conocida por aquí, detalle al que no es ajeno
su actuación militante de izquierdas, no en vano Ryan se escapó de Joe
MacCarthy y sus secueces porque no se atrevieron con él.
De esta segunda fase
destaca su interpretación en las películas Callejón sin salida (1947), obra de otro cineasta
inquieto, John
Cronwell y al lado de
Robert Mitchum y Lizabeth Scottt. Por entonces, robert ya se distinguía por su
especialidad en personajes turbios, en “personalidades autoritarias” y
corruptas. Le siguen otros títulos importantes :Una
mujer en la playa, de Jean Renoir, con Joan Bennett; Berlín Express (1948),
una de las joyas dirigida por Jacques
Tourneur en la que se
advierte que la amenaza fascista sigue viva (¡que hubieran preguntado aquí o en
Portugal¡); la sigue otra obra mayor, una penetrante descripción de la
mentalidad burguesa-capitalista encarnada por Robert Ryan en Atrapados, obra del gran Max Ophuls, uno de los mejores directores de la
historia del cine…
También pertenece a la
historia del cine Nadie podrá vencerme, una de las mejores
películas existentes sobre el mundo del boxea, y unos de los títulos más
distinguidos deRobert Wise. En esta
película Ryan dio vida a otro personaje “positivo”, el del boxeador caído pero
íntegro, de reflejos casi prometeicos. Se considera que éste fue su más hermoso
papel y en el que rememoró su época de boxeador, un hombre brutal, que
finalmente encuentra su dignidad a no dejarse vencer tal como estaba pactado
por el hampa que rodeaba este mundo en los Estados Unidos. Volvería a trabajar
con Wise años más tarde en Odds Against
Tomorrow (1959),
otro de los grandes títulos de este cineasta y que aquí solamente se pudo ver
en la TV.
Era la época glorioso
del cine negro de intensa carga psicológica y social, y podemos seguir con
otras obras igualmente notables comoLa
casa en las sombras (1952),
con Ida Lupino, el fascista Ward Bond haciendo de fascista (papel que repetiría
en Johnny Guitar), y primera de su colaboraciones con Nicholas Ray. Le sigue un
Fritz Langcon Clash by Night, aquí conocida por TV como Encuentro en la noche (1952), formando trío con
Babara Stamwyck y Paul Douglas más una incipiente Marilyn Monroe con toque
feminista…Los cincuenta fueron para Ryan: trabaja con algunos de los mejores
directores como Anthony Mann en
uno de sus grandes western con James Stewart,Colorado Jim, una obra mayor como lo sería también Los
Implacables de Raoul Walsh (1955),
o El día de los proscritos, el mejor de todos los realizados por el
húngaro Andre de Toth, y que hemos podido ver de refilón en la TV. El cuadro de sus
interpretaciones en este género se amplia en la extraordinaria película de Richard Brooks, Los profesionales,
un alegato a favor de la revolución utilizando como metáfora la mexicana, y en
la que Ryan destaca junto con otros grandes como Jack Palance,Burt Lancaster y Lee Marvin. Algo parecido se puede decir de su
trabajo con Sam Peckinpah, en Grupo salvaje, en la que, también como la anterior,
encarna a un profesional cansado y amante de los caballos. En la misma década
trabajo en otros títulos importantes como La casa
de Bambú, de Samuel Fuller, y Conspiración de
silencio, una
de las mejores de John Sturges, donde da la réplica Spencer Tracy
y en donde vuelve a encanar un arquetipo de fascista norteamericano, uno de
aquellos que asesinaron y persiguieron ciudadanos de origen japonés durante la II Guerra Mundial.
También tuvo que hacer su genuflexión ante el sistema trabajando con el peor
Nicholas Ray en el drama de exaltación militarista, Infierno en las nubes, en una patética composición de un militar
con un poco de pensamiento propio que tiene que rendirse al mando fascista
encarnado por John Wayne.
En los sesenta, destacará en la curiosa superproducción Rey de Reyes, una película dirigida con especial talento por Nicholas Ray y que resulta mucho más compleja de lo que creyeron Samuel Bronstons y las autoridades franquistas, y en la que interpreta a un Juan Bautista grandilocuente y subversivo. También lo hizo bajo la batuta de Peter Ustinov en la adaptación de la novela de Herman Menville, Billy Budd (aquí titulada La fragata infernal) película que en España se tituló La fragata infernal, y que fue dirigida por el actor Peter Ustinov, y que aborda la cuestión de los derechos humanos en la marina de guerra en tiempos de la revolución francesa. En esta década también destaca en su aparición en superproducciones bélicas, tales como El día más largo, La batalla de las Ardenas o La Batalla de Anzio, aunque se trata de títulos aparatosos y poco memorables, por no decir algo peor.. Antes de fallecer aparecería en la película En nombre de la ley, western realizado por un Michael Winner inspirado y con Burt Lancaster y Lee J. Cobb al frente del reparto, en la que una vez más dejaba una actuación destacable como recuerdo de su brillante carrera como actor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario