Tres artículos sobre “Público” en papel
1. El cierre de “Público”: notas sobre una conversación
Me acercó al kiosco-librería donde suelo adquirir la prensa
(y los DVD), la única que queda por las proximidades de casa. No hace mucho
cerró una cercana, demasiado trabajo y muchos problemas para tan pocos
beneficios. En esta, los dueños me han contado cosas parecidas. Al entrar
escuchó un anciano bien vestido que se queja amargamente de no sé que
“retallada”. Se queja de los partidos “que no se enteran”…
Salgo con el último número
de “Público” na las manos, y me encuentro un conocido en el camino. Es
una pena, me dice. ¿Y ahora qué? Pues –respondo-, algo habrá que hacer. No me conformo con los demás diarios, no
porque no crea que haya que ignorarlo, en mi escuela hay que leer la prensa
aunque especialmente sea para saber como piensa y se justifica el enemigo.
También porque en algunos de ellos se percibe la tensión. En “El País” o en “La Vanguardia” hay
colaboradores, partes que reflejan las propias contradicciones del medio.
Aunque sea porque quieren recuperarnos como lectores.
Mi amigo me lo recuerda, hay otros como “El Mundo”, a los
que le va peor. La respuesta es sencilla: estos responden a otros intereses, y
se mantienen porque se consideran necesarios para hacernos tragar la
píldora. Bueno “Público” no era un
periódico de “los tuyos”, o sea alternativo. Ni lo podía ser, no existe una
comunidad de lectores como los que
durante la República
permitían que en Madrid y Barcelona tuvieran varios diarios ligados al
movimiento obrero. Era otra cosa, pero era lo más próximo posible a un diario
alternativo. Lo fue mucho más de lo que pudimos esperar en su día.
Pienso que todo esto merece un buen debate, el “frente” es
capital, sin embargo el único debate digno de tal nombre que he visto fue el
que organizó “La Tuerka”.
Magnífico por la claridad y amplitud de miras, por su rechazo a la estupidez
sectaria cuya huella podemos encontrar en algunos artículos aparecido en
Kaosenlared.
Mientras tomamos un café, la conversación retrocede a una
época que podemos analizar con cierta perspectiva. Nunca las condiciones
materiales habían sido tan avanzadas como permitir, no solamente la
emancipación, sino algo más llano como que la gente coma, tenga un trabajo,
pueda aspirar a una cierta felicidad. Lo tenemos claro: la ofensiva
reaccionaria del “Gran Dinero” carece de antecedentes. ¿Cómo se entiende?, pues
por las derrotas sufridas por las grandes formaciones de la izquierda que han
tratado de jugar en el campo del sistema, y que han creado unos aparatos
políticos y burocráticos que temen antes que nada con perder sus prebendas. Mi
amigo me comenta las declaraciones en TV3 de José Mª Álvarez, el jerarca de la UGT catalana. Arremetía contra
la “radicalidad” al hablar de la huelga de los autobuses. Hacer una huelga es
radical cuando nos están cortando la hierba bajo los pies.
Le digo que los pactos de la Moncloa no solamente
fueron el finiquito de las conquistas sociales, fueron igualmente una victoria
de la burocracia contra la izquierda sindical. Esta burocracia se mostraría
mucho más radical contra cualquier sector crítico y combativo que contra
empresarios que huelen a esclavistas. Esta quiebra del movimiento obrero tuvo
numerosos correlatos. Recuerdo como a continuación se deshizo el movimiento de
los discapacitados que el 11 de septiembre de 1977 disputaron a las “patums” de
los partidos la cabecera de aquella manifestación que reunió alrededor de un
millón de personas en Barcelona.
En este mismo contexto se sitúa “Liberación”, estrechamente
ligado al devenir de la campaña antiOTAN. No hay que decir que la izquierda
institucional jugó en este campo un papel de freno, una derrota que permitió a
“El País” a postularse como el único diario de
izquierdas “viable”. Algo así como “la casa común” que teorizaba el
PSOE. Tanto fue así que hasta trató de ocupar incluso el espacio de las
revistas como “Claves de la razón práctica”, animada por un “arrepentido” tan
emblemático como Fernando Savater. Durante casi dos décadas, “El País” llegó a
parecer el mal menor, el único diario que era tratado con hostilidad en la
“zona nacional”, pero llegó un momento en el que, como escribiría Jorge Riechmann,
dejamos de leer “El País”, sobre todo
cuando podíamos encontrar sus voces críticas en Internet.
Cierto, responde mi amigo. Ahora el tiempo ha cambiado, como
proclama la señora Soraya, ellos quieren llegar hasta el final con todas las
consecuencias, y nosotros ya no vamos detrás de los Toxo y los Méndez. Estos no
dan mayores pasos porque temen al desbordamiento más que al pecado, pero esta
claro que con su lógica no van a conseguir más que algún hueso. Están
apareciendo grietas por todas partes, la pasividad ya no es la pauta dominante.
Se están planteando las cuestiones propias de una respuesta cuyo alcance
todavía no vislumbramos. En esta tesitura, la batalla de la información se hará más evidente. La experiencia de “Público”
ha demostrado que otro diario es posible, nada más y nada menos. Se abrirán
nuevas vías, en Grecia ya hay una que está sobre la mesa, los trabajadores se
hacen los dueños de su diario. Y cuando un diario no tiene patrón, los que
tienen la voz con los marineros.
Pues adelante, le digo. Pero con paciencia, me responde mi
amigo.
2.
”Público”: el cepo de los sectarios
Últimamente ando muy atareado con
mis quimeras, y no suelo prestar mucha atención a los debates. Pensaba que en
el caso de “Público”, ya se habían escrito un buen número de trabajos con
firmas como las de Isaac Rosa, Juan Carlos Monedero, Pascual Serrano, además “La Tuerka” había propiciado un
enriquecedor debate en el que se habían ajustado las cuentas con la pequeña
fracción de sectarios que tratan al diario “público” (los de Intereconomía
afirman que de ser “privado” no habría cerrado) de “panfleto sociata”, pero a
parecer todas estas aportaciones razonadas no han sido suficientes. A todo esto me llama un amigo para informarme
que, entre todas estas firmes, Manuel
Navarrete me ha escogido como pretexto para su diatriba, por lo que seguramente
los autores citados habrán respirado tranquilo.
Dándole vuelta a este artículo en el
que Navarrete parece estar hablando del “Arriba” y no de “Público”, parece que la elección proviene del hecho
de por una vez no hablaba de Trotsky. No
tengo que decir que el acervo me causó la natural preocupación de manera que me
fui a mi carpeta vieja de “Colaboradores” (de la nueva aún no me he enterado
como va), y repaso: de los últimos treinta artículo publicados, el surtido es
en verdad amplio pero no encuentro ni un solo que hable del “profeta
desarmado”. Esto sin contar los trabajos
publicados en otras páginas, en “Viento Sur” o “El Viejo Topo”, que tampoco van
por ahí. Desde la ya lejana edición de “Por un arte revolucionario e independiente”
(El Viejo Topo), no he publicado nada sobre el “viejo”. Últimamente ge
publicado sobre Jack London, el cine y la Biblia, León Tolstói, si bien es verdad que ya
está en imprenta “El fantasma de Trotsky. España, 1916-19402, pero tengo que
decir en mis descargo un par de cosas. Primero, que se trata de un análisis crítico que se
cuestiona algunas de las apreciaciones centrales de Don León durante la guerra
civil. Segundo, juro que lo escribí antes de que Navarrete descubriera que
“Trotsky no existe”.
De momento yo si que debo de existir
porque la parte que me dedica es con mucho, la mejor del artículo. Los lectores
que no estén de acuerdo con la sentencia sumaria de Navarrete sobre “Público”
(menos crítico con el PSOE que “El País”, etc), ya tienen a la mano suficiente
material digamos crítico-constructivo en la línea expresada en “La Tuerka”, con los que comulgo en líneas generales, me
limitaré a las partes que Navarrete tiene a bien utilizar conmigo su
metodología personalizar sus argumentos.
Sí “Público” era un “panfleto
sociata”, la verdad es que no sé porque han colaborado en sus páginas toda esa
extensa lista de gente que se encuentra a su izquierda, incluyendo Vicente
Navarro cuyos análisis no tienen nada que ver con la política económica que ha
aplicado Zapatero. Lo que Navarro piense en términos políticos partidartios
-posibilistas a mi parecer- no excluye su coherencia analítica…En cuanto a sus
ideas sobre los países llamados socialistas me remito al debate que han
mantenido con Salvador López Arnal.
No es lo mismo que “tolerar” algunos
espacios críticos como hacen “El País” o “La Vanguardia” de
Barcelona, que mantener una línea de tribunas críticas extensa y constante. No
es lo mismo apoyar la huelga general que boicotearla, no es lo mismo apoyar el
movimiento por la “memoria histórica” y denunciar montajes como el de la Real Academia que situarse en
la llamada “Tercera España”. No es lo mismo publicar “Claves de la Razón Práctica” que difundir
literatura revolucionaria e insumisa, divulgar películas propias de los cines
Verdi o Rendir. El retrato general nos da un cuadro que abarca desde afines a
la izquierda del PSOE hasta la izquierda radical…
Todo esto me conduce a una misma
impresión: Navarrete no ha leído el mismo diario que los autores que lo han
defendido. Sus gafas tienen un único color, todo es una masa reaccionaria, todo
aporte crítico es una maniobra. Si eso no es sectarismo que baje Lenin y lo
vea.
Hombre, lo de “anticapitalista” me
parece muy oportuno. Primero porque esto se había olvidado, y segundo porque lo
socialista, comunista, etc, se había diluido bastante, por no decir otras
cosas. Sin embargo, esa no es la cuestión. La cuestión es que nuestros
camaradas en Portugal, Francia o Italia, se han negado a rechazar toda línea de
pactos con la izquierda transformada se llame socialista, el “Olivo” o la
“izquierda plural”. Niegan que en la actual coyuntura se pueda lograr reformas
parciales desde las instituciones, y cree, por el contrario, que el centro de
la cuestión radica en crear
organizaciones de base, impulsar movilizaciones, crear espacios de
debate entre la izquierda combativa…
Manuel se pregunta “¿De verdad era tan importante leer a
Ignacio Escolar o al Gran Wyoming defendiendo al PSOE? ¿De verdad los
multimillonarios de Mediapro podían difundir líneas editoriales que le hicieran
el menor daño al sistema? ¿De verdad la desaparición de un panfleto del PSOE
puede afectar a cualquier otra tendencia política que no sea esa, la del PSOE?”.
Estos son interrogantes con cepo.
No creo que Escolar y Wyoming digan lo mismo, no creo que la
lista se reduzca a ellos dos (al primero lo leo siempre, al otro lo sigo en
parte en la Sexta,
y desde luego no dice lo mismo que Zapatero)…La historia social y
revolucionaria está llena de señores y señoras que aún perteneciendo a las
clases dominantes (¿tengo que citar ejemplos?), han hecho causa común con los
de abajo. Los ha habido que también lo han hecho por visión empresarial. Los
encontraras en el cine, en las editoriales. Casos como por ejemplo José Ángel
Ezcurra con la revista “Triunfo”, y mi conclusión es sencilla: el cierre de
“Triunfo” fue una derrota histórica para las izquierdas. En “Público” han
publicado representantes y afines de casi toda la izquierda del PSOE, pero ese
no es el único problema. El problema es que muchas de las cosas que publicaba
en portada “Público” ahora las tendremos que buscar en Internet.
Yo también me apunto a la carta a los Reyes de Navarrete,
apuesto por “editar nuestros propios libros, nuestros propios periódicos.
Construir bibliotecas, editoriales. Recuperar espacios propios, desde el
pueblo, con el pueblo, para el pueblo. Crear, al fin y al cabo, Poder Popular”,
y puesto a pedir me gustaría ver la revolución antes de irme al otro barrio.
Pero el caso es que para avanzar en este sentido, ya nos venía de gloria que de
momento existiera un diario en el que todas esas cosas podían tener su espacio,
sino por los profesionales citados por Navarrete, si por los demás, que eran un
montón. Entre ellos mucho y mucha periodista de a pie.
Bueno, Manuel a ver si nos vemos en las Manis y podemos
intercambiar un saludo.
Subir la piedra.
La batalla de “Público”
Los detalles de la crisis del diario
“Público” son conocidos. Está sobre la mesa la opción por quiebra. Este hecho
ha motivado una batalla por la supervivencia del diario, el único que da cabida
al discurso alternativo en sus diversas expresiones; a una lucha por unos
puestos de trabajo en una coyuntura marcada por la precariedad. Esta crisis no es exclusiva, ni mucho menos.
“Público” ha sido el único diario que ha conocido un crecimiento (insuficiente,
claro está), en un tiempo de crisis y decadencia de la prensa diaria afectada
por el descrédito de su “unión sagrada” con los amos del mundo, y la
competencia de Internet; de hecho, buena parte de ellos se mantienen por lo que
significan de opción propagandística para dichos amos. En todo caso, la
situación de “Público” ha reavivado la
discusión sobre la empresa Mediapro, y por lo tanto, sobre Jaume Roures, tildado
de “millonario trotskista”. En el fondo, aparece la coincidencia con la caída
del Zapatero y el desplome electoral del PSOE. Una realidad sobre la que –si
queremos aclararnos- es importante efectuar algunas consideraciones…
Primero. Los
que crecimos bajo el franquismo tuvimos que aprender a identificar los medios,
y las firmas, por lo demás, quien quiera estar informado debe de leer
–críticamente- incluso lo que no le gusta, de alguna manera “hacerse” su propia
información dentro de lo posible. Por otro lado, por más que un diario sea en
lo fundamental la “voz de su amo” (eso queda claro, sobre todo en la economía),
también es un producto que debe buscar su conexión con una opinión publica que
–no hay que olvidarlo-, actualmente conecta en su mayoría con las razones de
los “indignados”. La manera de hacerlo es básicamente “integradora” (o sea
“entra” por lo que el sentir general para salir con la “suya”), pero esto no
contradice la existencia de voces y zonas de contradicción a través de
redactores y colaboradores cuyo pensamiento coincide con los disidencia. Esto
resulta claro sin ir más lejos en “El País”, que “integra” voces, basta
mencionar “El Roto”. “La
Vanguardia” publica los miércoles un “Cultural/s” que parece de otro diario, algo parecido
ocurre según tengo entendido con el “Cultural” del ABC, y que muchos de sus
lectores habituales tiran directamente a la papelera. Actualmente, la prensa
del pensamiento (casi) único está en abierta crisis. Entre otras cosas por un
descrédito que se han ganado a pulso como “perros guardianes” del un sistema
que no funciona, o por el peso creciente
de la contra-información en Internet, un medio que me permite alguno de los que
nos repatea tener que pagar. Muchos de ellos habrían quebrado sin el interés en
su labor por parte del “Gran Dinero”. Este no es el caso de “Público”.
Segundo. “Público”,
no es un “diario alternativo” ligado a un esforzado colectivo social. Al margen
de la excepción vasca (“Egin”, “Gara”) estos diarios existieron como restos
numantinos del naufragio de la izquierda antifranquista, cuando la piedra de
Sísifo caía. Nos recuerdan que el periodismo combativo había jugado un papel clave
en el desmontaje de franquismo, logrando
zonas de libertad en la prensa establecida, amén de todo un entramado de
periódicos y revistas de todo tipo, de los que seguramente “El Viejo Topo” sería el más
conocido. En plena derrota política de la izquierda militante y del movimiento
obrero, con todos los matices y contradicciones que se quieran, se vivieron
diversas experiencias de diario alternativos tales como “El Diario de Barcelona”
o “La Voz de
Euzkadi” a principios de los ochenta. En este mismo contexto se sitúa
“Liberación”, estrechamente ligado al devenir de la campaña antiOTAN. No hay
que decir que la izquierda institucional jugó en este campo un papel de freno,
una derrota que permitió a “El País” a postularse como el único diario de izquierdas “viable”. Algo así como “la casa
común” que teorizaba el PSOE. Tanto fue así que hasta trató de ocupar incluso
el espacio de las revistas como “Claves de la razón práctica”, animada por un
“arrepentido” tan emblemático como Fernando Savater. Afortunadamente, aunque a
trancas y barrancas se ha mantenido una débil prensa militante (no siempre
abierta), pero sobre todo reductos valiosos del pensamiento crítico como “El
Viejo Topo” y “Viento Sur”. Los tiempos de apogeo de la pluralidad periodística
y de la prensa obrera diaria habían quedado muy atrás, con la República.
Tercero.
“Público” apareció inesperadamente y cuando la piedra de Sísifo comenzaba a
tratar de levantarse. Apareció como agua
de mayo en medio del desierto. La
Necesidad de otro diario se hizo patente hasta en sectores
del PSOE, para los que “El País” se
había convertido en un problema, primero porque no dejaba espacio para nada que
se moviera a su izquierda en un medio cada vez más monopolizado por la derecha,
sumamente consciente de la importancia
de los medios ha promovido adictos hasta
en las emisoras de radio más apartadas sin olvidar las más “inocentes” hojas
parroquiales. Su poder se había hecho molesto para todo lo que se moviera más
allá de la derecha “socialista” (del interesado encaje Cebrián-Felipe). Esta pinza fue determinante en la maniobra de
desestabilizar allá por la mitad de los noventa la IU liderada por Anguita, al que
trató como un vulgar estalinista frente a los “demócratas” de la “Nueva Izquierda”,
cuyos próceres acabaron ocupando importantes pesebres y pasaron a ser “hombres
del rey”. También sirvió para “limpiar el patio” de una posible oposición de
izquierdas en el PSOE, tal como la que pudieron representar en su día el
“socialdemócrata” Joseph Borrell o el sindicalismo Nicolás Redondo (que fue
sustituido por el pelele de Cándido Méndez), ambos defenestrados por oportunos
“escándalos”. La posibilidad pues de otro diario aunque fuese un escalón más a
la a la izquierda del diario PRISA. Conviene anotar que no ha podido emplear
este método con “Público”, y no creo que haya sido por falta de ganas, un
detalle que cuestiona la tesis de este fue producto de “favores” del poder.
Cuarto. Este
último cometido quedó reflejado en la línea editorial, y en algunos
colaboradores que como tantos profesionales escriben en “Público” como podrían
hacerlo en otro lugar. Pero no son estos profesionales los que marcan la línea del
diario. “Público” ha caminado muchos pasos más allá de “El País”, da cancha a lo
que en “El País” es marginal o simplemente, no existe. No solamente por los
artículos de varios de sus colaboradores diarios quienes son mucho más leídos
que las editoriales, sino muy especialmente en un aspecto en el que “El País”
no engaña a nadie: en los análisis económicos, especialmente por los artículos
de Vicenc Navarro o de Juan Torres López, o Juan Carlos Monedero. Me atengo a
lo escrito por este último en defensa del diario, y lo dicho por Miguel romero
en el suyo: “No existe en ningún país europeo ningún diario con el pluralismo
político y la difusión de Público” (El
problema está en la demanda, www.vientosur.info). Solamente
un diario de este alcance podría haber dado la trascendencia debida a una
información como el de la ala historia como lo del “Diccionario biográfico” de la historia de
España de la FAES,
confeccionado por la Real Academia
de Historia, consiguiendo una molesta repercusión que jamás habría tenido de
haber sido ofrecida únicamente desde la Red.
Con estas contribuciones, “Público” además ha obligado a los
diarios establecidos a mojarse mucho más de lo que estaban dispuesto a hacer. í pues, quien compare “Público” con “El
País”, sencillamente es que no sabe leer. Hablar de “socialdemocracia”
mezclando Zapatero y Vicec Navarro, entraña una serie confusión.
Quinto. Sí
Zapatero o algunos de sus “colaboradores” tuvieron algo que ver con el
nacimiento de “Público”, creo que lews salió bastante mal las cuentas. Desde
entonces, el aparato del PSOE ha girado todavía más hacia la derecha, lo
contrario que el diario. En su momento
se habló de una conexión con el magnate Miguel Barroso, antiguo director de “El
Viejo Topo” y consorte de la señora Carme Chacón, que se ha enriquecido con “la
política”. Roures dice que hubo unas oposiciones, y que la ganaron. La verdad
es que no sé absolutamente nada de esta historia, pero también lo es que no me
cuadra para nada por razones ya aducidas, “El País” lo hubiera explotado como
hizo en otras ocasiones,, pero lo
fundamental es que no creo que estos señores inviertan en un diario que –otra
cosa más- ha vuelto a la casa de la
gente una montón de libros como los que se empleaban en los setenta, y una
colección de películas en su mayoría comprometidas. Cosas similares se dijeron
cuando Mediapro produjo “Salvador (Puig Antich)”, aunque quienes lo dijeron en
ningún momento precisaron que también había producido Los lunes al sol, Las
espaldas del mundo, de Javier Corcuera o Lluís Llach. La revolea permanent, de Lluís Danés en la que por
cierto, se acusa sin embages a personajes como Fraga y Martín Villa. Que me
maten si “El País” ha hecho alguna vez algo parecido, ni por equivocación.
Sexto. También ahora se vuelve a
tratar de los negocios de Jaume Roures como una prueba en contra del carácter
pluralista de izquierdas de “Público”. Es conveniente anotar que ser un “tío
que va por la pasta”, esto no tendría porque contradecir el hecho de que la
historia este repleta de empresarios o productores que han invertido en
proyectos “subversivos” porque, liza y
llanamente, estos también pueden ser rentables. El historial de las luchas
sociales también cuenta con excepciones, en la mayoría de los casos los grandes
empresarios son por naturaleza enfermos depredadores, pero siempre hay
excepciones. Y sí sobran ejemplos de sindicalistas y políticos de extracción
obrera que traicionan su clase, que menos que también hayan burgueses que hagan
lo propio en sentido opuesto.
Séptimo. En uno de los esos
artículos que nos ofrecen la ecuación “Público”=Roures=Zapatero, se cita una
entrevista en periódico francés “Liberation” de enero del 2009, y en el que se presenta
a Roures el “Rupert Murdoch español”. Una lectura atenta, nos ofrece más
precisión. La referencia es la clásica exageración periodística, y se emplea en
el sentido de alguien que ha montado “un imperio” mediático. Pero aparte de la
exageración, parece obvio que aunque juegan en el mismo terreno y por lo tanto,
no se desprecia un negocio rentable como puede ser una boda principesca, lo cierto es que la
orientación de “Público” no tiene nada que ver con la que Murdoch imprime a
“su“ prensa. Pero en la entrevista se dicen más cosas que se ocultan. Roures
proclama que fue militante de la
LCR y la
IV Internacional, asegurando además que sus ideas no han
cambiado un ápice desde entonces, y que la crisis que vivimos en la actualidad
demuestra a las claras la debilidad intrínseca del capitalismo, sus
contradicciones, y la actualidad de las tesis planteadas Marx. También declara que la derecha
reaccionaria tiene una cultura política marcada por la intolerancia, la falta
de diálogo y el respeto hacia el otro, y que sin duda esas marcas características
son una herencia franquista…Desconozco todo lo que conlleva el entramado de
Mediapro, por mi manera de ser jamás habría sido capaz de montar nada
semejante, pero prueba son amores. Y si Mediapro no existirían Los lunes al sol, ni “Público” ni otras
muchas cosas por el estilo, lo quie significa que por mucho que pueda discrepar
por tal o cual actuación, siempre tendré que reconocer esto.
Octavo. Suele ser habitual hablar
del “trotskismo” cuando se trata de tal o cual que, como Lionel Jospin en
Francia, el recientemente fallecido Christopher Hitchens en el Reino Unido o Jaume Roures en estos andurriales. Se
emplean dichas convicciones forman parte de un pasado que sirve para cuestionar
su presente, bien en el sentido de que fue un “extremista” o bien el que de
alguien que fue revolucionario hasta los 25, para acabar siendo un conservador.
En el caso de Jaume, estas tesis no se sostienen. Nacido en 1951 en el Raval
barcelonés, comenzó a militar en el FOC a los 15 años (1966). En 1969, siguió el grupo que creó la LCR en Cataluña. Durante
muchos años fue un militante que se encargaba de actividades ímprobas Pasó
épocas muy duras, pero siguió cuando la vida se estaba llenando de
“arrepentidos”.Lo recuerdo organizando la respuesta al “tejerazo” durante toda
la noche, y también detenido acusado de complicidad con ETA. Fue un cuadro de la Internacional,
estuvo en Nicaragua y en El Salvador en tiempos de insurrección. El final de la esperanza en este rincón del
mundo se confundió con el agotamiento de la LCR.
De aquel entonces me viene a la memoria una conversación en
la que venimos a convenir que la “travesía del desierto” de nuestra historia no iba ser cosa de años
sino de décadas. El fin de la LCR
significó el fin de un muy probo “modus vivendis”, pero soy testigo de que
Jaume no se quito las ideas para tomar algún despacho. Lo hizo en TV3, y
dimitió con ocasión de la primera guerra del Golfo. En la segunda, su nombre
sonó fuerte cuando los Goya contra la guerra... Conozco a unos cuantos
“arrepentido” que se han “colocado”, y puedo asegurar que no se parecen en nada
a Jaume Roures, alias “Melan” por
“Melancólico”, un personaje en verdad inclasificable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario