jueves, 30 de junio de 2016

Tres artículos sobre “Público” en papel



Tres artículos sobre “Público” en papel



1. El cierre de “Público”: notas sobre una conversación

Resultado de imagen de diario publicoMe acercó al kiosco-librería donde suelo adquirir la prensa (y los DVD), la única que queda por las proximidades de casa. No hace mucho cerró una cercana, demasiado trabajo y muchos problemas para tan pocos beneficios. En esta, los dueños me han contado cosas parecidas. Al entrar escuchó un anciano bien vestido que se queja amargamente de no sé que “retallada”. Se queja de los partidos “que no se enteran”…
Salgo con el último número  de “Público” na las manos, y me encuentro un conocido en el camino. Es una pena, me dice. ¿Y ahora qué? Pues –respondo-, algo habrá que hacer.  No me conformo con los demás diarios, no porque no crea que haya que ignorarlo, en mi escuela hay que leer la prensa aunque especialmente sea para saber como piensa y se justifica el enemigo. También porque en algunos de ellos se percibe la tensión. En “El País” o en “La Vanguardia” hay colaboradores, partes que reflejan las propias contradicciones del medio. Aunque sea porque quieren recuperarnos como lectores.
Mi amigo me lo recuerda, hay otros como “El Mundo”, a los que le va peor. La respuesta es sencilla: estos responden a otros intereses, y se mantienen porque se consideran necesarios para hacernos tragar la píldora.  Bueno “Público” no era un periódico de “los tuyos”, o sea alternativo. Ni lo podía ser, no existe una comunidad de  lectores como los que durante la República permitían que en Madrid y Barcelona tuvieran varios diarios ligados al movimiento obrero. Era otra cosa, pero era lo más próximo posible a un diario alternativo. Lo fue mucho más de lo que pudimos esperar en su día.
Pienso que todo esto merece un buen debate, el “frente” es capital, sin embargo el único debate digno de tal nombre que he visto fue el que organizó “La Tuerka”. Magnífico por la claridad y amplitud de miras, por su rechazo a la estupidez sectaria cuya huella podemos encontrar en algunos artículos aparecido en Kaosenlared.
Mientras tomamos un café, la conversación retrocede a una época que podemos analizar con cierta perspectiva. Nunca las condiciones materiales habían sido tan avanzadas como permitir, no solamente la emancipación, sino algo más llano como que la gente coma, tenga un trabajo, pueda aspirar a una cierta felicidad. Lo tenemos claro: la ofensiva reaccionaria del “Gran Dinero” carece de antecedentes. ¿Cómo se entiende?, pues por las derrotas sufridas por las grandes formaciones de la izquierda que han tratado de jugar en el campo del sistema, y que han creado unos aparatos políticos y burocráticos que temen antes que nada con perder sus prebendas. Mi amigo me comenta las declaraciones en TV3 de José Mª Álvarez, el jerarca de la UGT catalana. Arremetía contra la “radicalidad” al hablar de la huelga de los autobuses. Hacer una huelga es radical cuando nos están cortando la hierba bajo los pies.
Le digo que los pactos de la Moncloa no solamente fueron el finiquito de las conquistas sociales, fueron igualmente una victoria de la burocracia contra la izquierda sindical. Esta burocracia se mostraría mucho más radical contra cualquier sector crítico y combativo que contra empresarios que huelen a esclavistas. Esta quiebra del movimiento obrero tuvo numerosos correlatos. Recuerdo como a continuación se deshizo el movimiento de los discapacitados que el 11 de septiembre de 1977 disputaron a las “patums” de los partidos la cabecera de aquella manifestación que reunió alrededor de un millón de personas en Barcelona.
Lo tuvo en la lucha que se había dado en la prensa arrebatando día a día espacios de libertad. Nunca ha habido mayor libertad de prensa que en la fase final del franquismo. Hasta algunos de los diarios que habían pertenecido al “Movimiento” fueron atravesados por el combate de una generación de periodistas que marchaban codo con codo con el sindicalismo de los talleres y con la calle. Luego vino el declive acelerado, y un sector de estos periodistas se integraron en los grandes diarios, y se hicieron aventajados legitimadores del curso de la Transición. Que yo recuerde, la mayoría pertenecía al área comunista oficial. La lucha por una prensa distinta, se olvidó. Después, solamente en casos puntuales, en aquellos en los que la plantilla tuvo la voz por quiebra del empresario, volvió a escucharse otro periodismo. Por ejemplo, a principios de los años ochenta en “El Brusi”, sobrenombre de “El Diario de Barcelona”. Valga un ejemplo, la redacción de “Economía” estaba ocupada por sindicalistas combativos que informaban desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores, o sea justo al revés de lo que hacen hasta los diarios más liberales.
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En este mismo contexto se sitúa “Liberación”, estrechamente ligado al devenir de la campaña antiOTAN. No hay que decir que la izquierda institucional jugó en este campo un papel de freno, una derrota que permitió a “El País” a postularse como el único diario de  izquierdas “viable”. Algo así como “la casa común” que teorizaba el PSOE. Tanto fue así que hasta trató de ocupar incluso el espacio de las revistas como “Claves de la razón práctica”, animada por un “arrepentido” tan emblemático como Fernando Savater. Durante casi dos décadas, “El País” llegó a parecer el mal menor, el único diario que era tratado con hostilidad en la “zona nacional”, pero llegó un momento en el que, como escribiría Jorge Riechmann,  dejamos de leer “El País”, sobre todo cuando podíamos encontrar sus voces críticas en Internet.
Cierto, responde mi amigo. Ahora el tiempo ha cambiado, como proclama la señora Soraya, ellos quieren llegar hasta el final con todas las consecuencias, y nosotros ya no vamos detrás de los Toxo y los Méndez. Estos no dan mayores pasos porque temen al desbordamiento más que al pecado, pero esta claro que con su lógica no van a conseguir más que algún hueso. Están apareciendo grietas por todas partes, la pasividad ya no es la pauta dominante. Se están planteando las cuestiones propias de una respuesta cuyo alcance todavía no vislumbramos. En esta tesitura, la batalla de la información  se hará más evidente. La experiencia de “Público” ha demostrado que otro diario es posible, nada más y nada menos. Se abrirán nuevas vías, en Grecia ya hay una que está sobre la mesa, los trabajadores se hacen los dueños de su diario. Y cuando un diario no tiene patrón, los que tienen la voz con los marineros.
Pues adelante, le digo. Pero con paciencia, me responde mi amigo.


2.
”Público”: el cepo de los sectarios


Últimamente ando muy atareado con mis quimeras, y no suelo prestar mucha atención a los debates. Pensaba que en el caso de “Público”, ya se habían escrito un buen número de trabajos con firmas como las de Isaac Rosa, Juan Carlos Monedero, Pascual Serrano, además “La Tuerka” había propiciado un enriquecedor debate en el que se habían ajustado las cuentas con la pequeña fracción de sectarios que tratan al diario “público” (los de Intereconomía afirman que de ser “privado” no habría cerrado) de “panfleto sociata”, pero a parecer todas estas aportaciones razonadas no han sido suficientes.  A todo esto me llama un amigo para informarme que, entre todas estas firmes,  Manuel Navarrete me ha escogido como pretexto para su diatriba, por lo que seguramente los autores citados habrán respirado tranquilo.
Dándole vuelta a este artículo en el que Navarrete parece estar hablando del “Arriba” y no de “Público”,  parece que la elección proviene del hecho de  por una vez no hablaba de Trotsky. No tengo que decir que el acervo me causó la natural preocupación de manera que me fui a mi carpeta vieja de “Colaboradores” (de la nueva aún no me he enterado como va), y repaso: de los últimos treinta artículo publicados, el surtido es en verdad amplio pero no encuentro ni un solo que hable del “profeta desarmado”.  Esto sin contar los trabajos publicados en otras páginas, en “Viento Sur” o “El Viejo Topo”, que tampoco van por ahí. Desde la ya lejana edición de “Por un arte revolucionario e independiente” (El Viejo Topo), no he publicado nada sobre el “viejo”. Últimamente ge publicado sobre Jack London, el cine y la Biblia, León Tolstói, si bien es verdad que ya está en imprenta “El fantasma de Trotsky. España, 1916-19402, pero tengo que decir en mis descargo un par de cosas. Primero,  que se trata de un análisis crítico que se cuestiona algunas de las apreciaciones centrales de Don León durante la guerra civil. Segundo, juro que lo escribí antes de que Navarrete descubriera que “Trotsky no existe”.
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De momento yo si que debo de existir porque la parte que me dedica es con mucho, la mejor del artículo. Los lectores que no estén de acuerdo con la sentencia sumaria de Navarrete sobre “Público” (menos crítico con el PSOE que “El País”, etc), ya tienen a la mano suficiente material digamos crítico-constructivo en la línea expresada en “La Tuerka”,  con los que comulgo en líneas generales, me limitaré a las partes que Navarrete tiene a bien utilizar conmigo su metodología personalizar sus argumentos.
Sí “Público” era un “panfleto sociata”, la verdad es que no sé porque han colaborado en sus páginas toda esa extensa lista de gente que se encuentra a su izquierda, incluyendo Vicente Navarro cuyos análisis no tienen nada que ver con la política económica que ha aplicado Zapatero. Lo que Navarro piense en términos políticos partidartios -posibilistas a mi parecer- no excluye su coherencia analítica…En cuanto a sus ideas sobre los países llamados socialistas me remito al debate que han mantenido con Salvador López Arnal.  
No es lo mismo que “tolerar” algunos espacios críticos como hacen “El País” o “La Vanguardia” de Barcelona, que mantener una línea de tribunas críticas extensa y constante. No es lo mismo apoyar la huelga general que boicotearla, no es lo mismo apoyar el movimiento por la “memoria histórica” y denunciar montajes como el de la Real Academia que situarse en la llamada “Tercera España”. No es lo mismo publicar “Claves de la Razón Práctica” que difundir literatura revolucionaria e insumisa, divulgar películas propias de los cines Verdi o Rendir. El retrato general nos da un cuadro que abarca desde afines a la izquierda del PSOE hasta la izquierda radical…
Todo esto me conduce a una misma impresión: Navarrete no ha leído el mismo diario que los autores que lo han defendido. Sus gafas tienen un único color, todo es una masa reaccionaria, todo aporte crítico es una maniobra. Si eso no es sectarismo que baje Lenin y lo vea.
Hombre, lo de “anticapitalista” me parece muy oportuno. Primero porque esto se había olvidado, y segundo porque lo socialista, comunista, etc, se había diluido bastante, por no decir otras cosas. Sin embargo, esa no es la cuestión. La cuestión es que nuestros camaradas en Portugal, Francia o Italia, se han negado a rechazar toda línea de pactos con la izquierda transformada se llame socialista, el “Olivo” o la “izquierda plural”. Niegan que en la actual coyuntura se pueda lograr reformas parciales desde las instituciones, y cree, por el contrario, que el centro de la cuestión radica en crear  organizaciones de base, impulsar movilizaciones, crear espacios de debate entre la izquierda combativa…
Manuel se pregunta “¿De verdad era tan importante leer a Ignacio Escolar o al Gran Wyoming defendiendo al PSOE? ¿De verdad los multimillonarios de Mediapro podían difundir líneas editoriales que le hicieran el menor daño al sistema? ¿De verdad la desaparición de un panfleto del PSOE puede afectar a cualquier otra tendencia política que no sea esa, la del PSOE?”. Estos son interrogantes con cepo.
Resultado de imagen de diario publicoNo creo que Escolar y Wyoming digan lo mismo, no creo que la lista se reduzca a ellos dos (al primero lo leo siempre, al otro lo sigo en parte en la Sexta, y desde luego no dice lo mismo que Zapatero)…La historia social y revolucionaria está llena de señores y señoras que aún perteneciendo a las clases dominantes (¿tengo que citar ejemplos?), han hecho causa común con los de abajo. Los ha habido que también lo han hecho por visión empresarial. Los encontraras en el cine, en las editoriales. Casos como por ejemplo José Ángel Ezcurra con la revista “Triunfo”, y mi conclusión es sencilla: el cierre de “Triunfo” fue una derrota histórica para las izquierdas. En “Público” han publicado representantes y afines de casi toda la izquierda del PSOE, pero ese no es el único problema. El problema es que muchas de las cosas que publicaba en portada “Público” ahora las tendremos que buscar en Internet.
Yo también me apunto a la carta a los Reyes de Navarrete, apuesto por “editar nuestros propios libros, nuestros propios periódicos. Construir bibliotecas, editoriales. Recuperar espacios propios, desde el pueblo, con el pueblo, para el pueblo. Crear, al fin y al cabo, Poder Popular”, y puesto a pedir me gustaría ver la revolución antes de irme al otro barrio. Pero el caso es que para avanzar en este sentido, ya nos venía de gloria que de momento existiera un diario en el que todas esas cosas podían tener su espacio, sino por los profesionales citados por Navarrete, si por los demás, que eran un montón. Entre ellos mucho y mucha periodista de a pie.
Bueno, Manuel a ver si nos vemos en las Manis y podemos intercambiar un saludo.


Subir la piedra.
La batalla de “Público”

Los detalles de la crisis del diario “Público” son conocidos. Está sobre la mesa la opción por quiebra. Este hecho ha motivado una batalla por la supervivencia del diario, el único que da cabida al discurso alternativo en sus diversas expresiones; a una lucha por unos puestos de trabajo en una coyuntura marcada por la precariedad.  Esta crisis no es exclusiva, ni mucho menos. “Público” ha sido el único diario que ha conocido un crecimiento (insuficiente, claro está), en un tiempo de crisis y decadencia de la prensa diaria afectada por el descrédito de su “unión sagrada” con los amos del mundo, y la competencia de Internet; de hecho, buena parte de ellos se mantienen por lo que significan de opción propagandística para dichos amos. En todo caso, la situación de “Público”  ha reavivado la discusión sobre la empresa Mediapro, y por lo tanto, sobre Jaume Roures, tildado de “millonario trotskista”. En el fondo, aparece la coincidencia con la caída del Zapatero y el desplome electoral del PSOE. Una realidad sobre la que –si queremos aclararnos- es importante efectuar algunas consideraciones…
Primero. Los que crecimos bajo el franquismo tuvimos que aprender a identificar los medios, y las firmas, por lo demás, quien quiera estar informado debe de leer –críticamente- incluso lo que no le gusta, de alguna manera “hacerse” su propia información dentro de lo posible. Por otro lado, por más que un diario sea en lo fundamental la “voz de su amo” (eso queda claro, sobre todo en la economía), también es un producto que debe buscar su conexión con una opinión publica que –no hay que olvidarlo-, actualmente conecta en su mayoría con las razones de los “indignados”. La manera de hacerlo es básicamente “integradora” (o sea “entra” por lo que el sentir general para salir con la “suya”), pero esto no contradice la existencia de voces y zonas de contradicción a través de redactores y colaboradores cuyo pensamiento coincide con los disidencia. Esto resulta claro sin ir más lejos en “El País”, que “integra” voces, basta mencionar “El Roto”. “La Vanguardia” publica los miércoles un “Cultural/s”  que parece de otro diario, algo parecido ocurre según tengo entendido con el “Cultural” del ABC, y que muchos de sus lectores habituales tiran directamente a la papelera. Actualmente, la prensa del pensamiento (casi) único está en abierta crisis. Entre otras cosas por un descrédito que se han ganado a pulso como “perros guardianes” del un sistema que no funciona,  o por el peso creciente de la contra-información en Internet, un medio que me permite alguno de los que nos repatea tener que pagar. Muchos de ellos habrían quebrado sin el interés en su labor por parte del “Gran Dinero”. Este no es el caso de “Público”.
Segundo. “Público”, no es un “diario alternativo” ligado a un esforzado colectivo social. Al margen de la excepción vasca (“Egin”, “Gara”)  estos diarios existieron como restos numantinos del naufragio de la izquierda antifranquista, cuando la piedra de Sísifo caía. Nos recuerdan que el periodismo combativo había jugado un papel clave en el desmontaje de franquismo,  logrando zonas de libertad en la prensa establecida, amén de todo un entramado de periódicos y revistas de todo tipo, de los que  seguramente “El Viejo Topo” sería el más conocido. En plena derrota política de la izquierda militante y del movimiento obrero, con todos los matices y contradicciones que se quieran, se vivieron diversas experiencias de diario alternativos tales como “El Diario de Barcelona” o “La Voz de Euzkadi” a principios de los ochenta. En este mismo contexto se sitúa “Liberación”, estrechamente ligado al devenir de la campaña antiOTAN. No hay que decir que la izquierda institucional jugó en este campo un papel de freno, una derrota que permitió a “El País” a postularse como el único diario de  izquierdas “viable”. Algo así como “la casa común” que teorizaba el PSOE. Tanto fue así que hasta trató de ocupar incluso el espacio de las revistas como “Claves de la razón práctica”, animada por un “arrepentido” tan emblemático como Fernando Savater. Afortunadamente, aunque a trancas y barrancas se ha mantenido una débil prensa militante (no siempre abierta), pero sobre todo reductos valiosos del pensamiento crítico como “El Viejo Topo” y “Viento Sur”. Los tiempos de apogeo de la pluralidad periodística y de la prensa obrera diaria habían quedado muy atrás, con la República.
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Tercero. “Público” apareció inesperadamente y cuando la piedra de Sísifo comenzaba a tratar de levantarse.  Apareció como agua de mayo en medio del desierto. La Necesidad de otro diario se hizo patente hasta en sectores del PSOE, para los que  “El País” se había convertido en un problema, primero porque no dejaba espacio para nada que se moviera a su izquierda en un medio cada vez más monopolizado por la derecha,  sumamente consciente de la importancia de los medios ha promovido  adictos hasta en las emisoras de radio más apartadas sin olvidar las más “inocentes” hojas parroquiales. Su poder se había hecho molesto para todo lo que se moviera más allá de la derecha “socialista” (del interesado encaje Cebrián-Felipe).  Esta pinza fue determinante en la maniobra de desestabilizar allá por la mitad de los noventa la IU liderada por Anguita, al que trató como un vulgar estalinista frente a los “demócratas” de la “Nueva Izquierda”, cuyos próceres acabaron ocupando importantes pesebres y pasaron a ser “hombres del rey”. También sirvió para “limpiar el patio” de una posible oposición de izquierdas en el PSOE, tal como la que pudieron representar en su día el “socialdemócrata” Joseph Borrell o el sindicalismo Nicolás Redondo (que fue sustituido por el pelele de Cándido Méndez), ambos defenestrados por oportunos “escándalos”. La posibilidad pues de otro diario aunque fuese un escalón más a la a la izquierda del diario PRISA. Conviene anotar que no ha podido emplear este método con “Público”, y no creo que haya sido por falta de ganas, un detalle que cuestiona la tesis de este fue producto de “favores” del poder.
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Cuarto. Este último cometido quedó reflejado en la línea editorial, y en algunos colaboradores que como tantos profesionales escriben en “Público” como podrían hacerlo en otro lugar. Pero no son estos  profesionales los que marcan la línea del diario. “Público” ha caminado muchos pasos más allá de “El País”, da cancha a lo que en “El País” es marginal o simplemente, no existe. No solamente por los artículos de varios de sus colaboradores diarios quienes son mucho más leídos que las editoriales, sino muy especialmente en un aspecto en el que “El País” no engaña a nadie: en los análisis económicos, especialmente por los artículos de Vicenc Navarro o de Juan Torres López, o Juan Carlos Monedero. Me atengo a lo escrito por este último en defensa del diario, y lo dicho por Miguel romero en el suyo: “No existe en ningún país europeo ningún diario con el pluralismo político y la difusión de Público” (El problema está en la demanda, www.vientosur.info). Solamente un diario de este alcance podría haber dado la trascendencia debida a una información como el de la ala historia como lo del  “Diccionario biográfico” de la historia de España de la FAES, confeccionado por la Real Academia de Historia, consiguiendo una molesta repercusión que jamás habría tenido de haber sido ofrecida únicamente desde la Red. Con estas contribuciones, “Público” además ha obligado a los diarios establecidos a mojarse mucho más de lo que estaban dispuesto a hacer.  í pues, quien compare “Público” con “El País”, sencillamente es que no sabe leer. Hablar de “socialdemocracia” mezclando Zapatero y Vicec Navarro, entraña una serie confusión.  
Quinto. Sí Zapatero o algunos de sus “colaboradores” tuvieron algo que ver con el nacimiento de “Público”, creo que lews salió bastante mal las cuentas. Desde entonces, el aparato del PSOE ha girado todavía más hacia la derecha, lo contrario que el diario.  En su momento se habló de una conexión con el magnate Miguel Barroso, antiguo director de “El Viejo Topo” y consorte de la señora Carme Chacón, que se ha enriquecido con “la política”. Roures dice que hubo unas oposiciones, y que la ganaron. La verdad es que no sé absolutamente nada de esta historia, pero también lo es que no me cuadra para nada por razones ya aducidas, “El País” lo hubiera explotado como hizo  en otras ocasiones,, pero lo fundamental es que no creo que estos señores inviertan en un diario que –otra cosa más- ha vuelto a  la casa de la gente una montón de libros como los que se empleaban en los setenta, y una colección de películas en su mayoría comprometidas. Cosas similares se dijeron cuando Mediapro produjo “Salvador (Puig Antich)”, aunque quienes lo dijeron en ningún momento precisaron que también había producido Los lunes al sol, Las espaldas del mundo, de Javier Corcuera o Lluís Llach. La revolea permanent, de Lluís Danés en la que por cierto, se acusa sin embages a personajes como Fraga y Martín Villa. Que me maten si “El País” ha hecho alguna vez algo parecido, ni por equivocación.
Sexto. También ahora se vuelve a tratar de los negocios de Jaume Roures como una prueba en contra del carácter pluralista de izquierdas de “Público”. Es conveniente anotar que ser un “tío que va por la pasta”, esto no tendría porque contradecir el hecho de que la historia este repleta de empresarios o productores que han invertido en proyectos “subversivos”  porque, liza y llanamente, estos también pueden ser rentables. El historial de las luchas sociales también cuenta con excepciones, en la mayoría de los casos los grandes empresarios son por naturaleza enfermos depredadores, pero siempre hay excepciones. Y sí sobran ejemplos de sindicalistas y políticos de extracción obrera que traicionan su clase, que menos que también hayan burgueses que hagan lo propio en sentido opuesto.
Séptimo. En uno de los esos artículos que nos ofrecen la ecuación “Público”=Roures=Zapatero, se cita una entrevista en periódico francés “Liberation” de enero del 2009, y en el que se presenta a Roures el “Rupert Murdoch español”. Una lectura atenta, nos ofrece más precisión. La referencia es la clásica exageración periodística, y se emplea en el sentido de alguien que ha montado “un imperio” mediático. Pero aparte de la exageración, parece obvio que aunque juegan en el mismo terreno y por lo tanto, no se desprecia un negocio rentable como puede ser  una boda principesca, lo cierto es que la orientación de “Público” no tiene nada que ver con la que Murdoch imprime a “su“ prensa. Pero en la entrevista se dicen más cosas que se ocultan. Roures proclama que fue militante de la LCR y la IV Internacional, asegurando además que sus ideas no han cambiado un ápice desde entonces, y que la crisis que vivimos en la actualidad demuestra a las claras la debilidad intrínseca del capitalismo, sus contradicciones, y la actualidad de las tesis planteadas Marx. También declara que la derecha reaccionaria tiene una cultura política marcada por la intolerancia, la falta de diálogo y el respeto hacia el otro, y que sin duda esas marcas características son una herencia franquista…Desconozco todo lo que conlleva el entramado de Mediapro, por mi manera de ser jamás habría sido capaz de montar nada semejante, pero prueba son amores. Y si Mediapro no existirían Los lunes al sol, ni “Público” ni otras muchas cosas por el estilo, lo quie significa que por mucho que pueda discrepar por tal o cual actuación, siempre tendré que reconocer esto.
Resultado de imagen de diario publicoOctavo. Suele ser habitual hablar del “trotskismo” cuando se trata de tal o cual que, como Lionel Jospin en Francia, el recientemente fallecido Christopher Hitchens en el Reino Unido  o Jaume Roures en estos andurriales. Se emplean dichas convicciones forman parte de un pasado que sirve para cuestionar su presente, bien en el sentido de que fue un “extremista” o bien el que de alguien que fue revolucionario hasta los 25, para acabar siendo un conservador. En el caso de Jaume, estas tesis no se sostienen. Nacido en 1951 en el Raval barcelonés, comenzó a militar en el FOC a los 15 años  (1966). En 1969, siguió el grupo que creó la LCR en Cataluña. Durante muchos años fue un militante que se encargaba de actividades ímprobas Pasó épocas muy duras, pero siguió cuando la vida se estaba llenando de “arrepentidos”.Lo recuerdo organizando la respuesta al “tejerazo” durante toda la noche, y también detenido acusado de complicidad con ETA. Fue un cuadro de la Internacional, estuvo en Nicaragua y en El Salvador en tiempos de insurrección.  El final de la esperanza en este rincón del mundo se confundió con el agotamiento de la LCR. De aquel entonces me viene a la memoria una conversación en la que venimos a convenir que la “travesía del desierto”  de nuestra historia no iba ser cosa de años sino de décadas. El fin de la LCR significó el fin de un muy probo “modus vivendis”, pero soy testigo de que Jaume no se quito las ideas para tomar algún despacho. Lo hizo en TV3, y dimitió con ocasión de la primera guerra del Golfo. En la segunda, su nombre sonó fuerte cuando los Goya contra la guerra... Conozco a unos cuantos “arrepentido” que se han “colocado”, y puedo asegurar que no se parecen en nada a Jaume Roures, alias “Melan”  por “Melancólico”,  un personaje en verdad inclasificable.  
 


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