jueves, 23 de junio de 2016

Dos o tres cosas que pienso sobre la Transición que nos ha traído aquí



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Entre las cosas que ya está cambiando, y que habrá que cambiar mucho más, se encuentra la versión monárquica de la Transición, una mentira sobre la pienso lo siguiente:
1. La transición se planificó a la medida de las clases dominantes (Manuel Sacristán) De entrada, no fue tan pacífica como se ha pretendido, murió –mataron- mucha gente, sobre todo desde el lado de la resistencia antifranquista. Los culpables, al igual que los jerarcas del régimen, los torturadores, y Cia., siguieron en sus puestos. Pero sobre todo porque, al final, los reformistas del franquismo consiguieron ganar la partida que estaban perdiendo, sobre todo los empresarios a los que no les servía el sindicato vertical, ni tan siquiera los “grises”. El “reformista
desde dentro” de Arias Navarro fracasó totalmente. Esto obligó al régimen a dar un golpe de timón con Suárez, un “reformista hacia fuera”.
El plan de encarnado por Suárez partía del supuesto del fracaso de Arias, y por lo mismo, abordó la “reforma” en el sentido de entrar con las nuestras (libertad, amnistía, estatutos de autonomías), y así recuperar la iniciativa. Libertad para recomponer el orden (así las movilizaciones pasaron de crear “zonas de libertad” a ser acusadas de “desestabilizar” la democracia): la amnistía sirvió (también)  para blanquear a los sicarios del régimen (cuando a la excarrilolista Pilar Bravo le preguntaron por el ascenso de un reconocido torturador, respondió que con la democracia todos empezamos de nuevo), y los Estatutos fueron amalgamados y luego cercados…Esta faena fue cubierta en dos fases, la primera con Suárez que todavía se vio obligado a hacer cosas más de izquierdas que Felipe. La segunda, contra Suárez…Pero la iniciativa y las medidas ya estaban dictadas, la izquierda podía jugar, pero en el campo de lo que la derecha permitía.

2. Esta maniobra tuvo un as en la apuesta por la recomposición del PSOE, efectuada con suma inteligencia: éste se presentó como socialista en oposición a la vulgar socialdemocracia, liderado por gente joven y “limpia” en oposición a la “gerontocracia comunista”. El PSOE aceptó el marco impuesto porque sus intereses eran ya electorales, por lo tanto, opuestos a los movimientos de base. El PCE-PSUC fue el que, por su enorme importancia. La demostró con ocasión de la matanza de Atocha, oponiéndose a cualquier “aventura”, o sea a cualquier huelga,  asumió el papel central en la desmovilización, pensado que tenía una oportunidad similar a la italiana para ocupar el lugar de la socialdemocracia. Esta desmovilización fue impuesta en base a dos argumentos básicos:
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-a) no se podía seguir con las mismas movilizaciones porque ese provocaría un golpe de Estado (ese fue el gran argumento para hacer tragar los pactos de la Moncloa), como si ese riesgo no hubiese existido antes…
-b) ahora se trataba de una primera etapa, una etapa para acumular fuerzas mientras se avanza con un pie en la calle y otro en las instituciones. El pie de las instituciones desplazó totalmente al de la calle, así los cargos se subieron al carro, y la militancia honesta siguió su camino (desconcertada)

3. Esta nueva fase requería un nuevo paradigma histórico. Cierto, ahora ya no podía ser tan “totalitario” como antes; de hecho, el paradigma franquista estaba ya en ruinas.
El “nuevo régimen” no podía reconocer la II República sin cuestionar al ejército que todavía en 1986 escribía su propia historia en clave franquista con prólogo de Narcís Serra, actualmente jerifalte de las Caixa, por no hablar de la jerarquía Iglesia que tuvo con Wojtyla un ferviente defensor de lado “católico” del franquismo.
No se podía defenestrar a Franco sin tocar al monarca (quien no permitía que se hable mal del Caudillo en presencia suya), además, la “modernidad” pasaba por encima del un pasado en el que la memoria incluía los años de miseria, el miedo y la represión. Al PSOE esto le vino al dedo, el pasado le servía como refrendo de izquierdas de antes de la guerra, algo que pudo encauzar institucionalmente con fundaciones como la Pablo Iglesias.
Resultado de imagen de transición. los pactos del silencio.Además, el pasado reciente le acusaba: ¿dónde habían estado? En cuanto al PCE-PSUC,  también tenía sus historias para olvidar, un pasado de liquidaciones y expulsiones ligadas al estalinismo (así, desde  Gregorio Morán publicó su atestado, Miserias y grandezas del Partido Comunista de España, 1939-1985, en 1986, todavía está esperando que alguien le responda)…Esta adaptación del aparato no habría sido posible sin el peso de las tradiciones jerárquicas que tuvieron su justificación en los años de mayor clandestinidad. De esta manera, los movimientos sociales que estaban recomponiendo, entraron en abierta crisis. 

4. Se puede decir que el “pacto del silencio” fue un pacto de vergüenza y conveniencias en la que la primera víctima fue la República, y la segunda, la resistencia antifranquista. Se ha querido ocultar, pero de tal manera que Javier Tusell, uno de sus principales valedores, podía negarlo mientras achacaba a Alfonso Guerra la irresponsabilidad de montar una exposición sobre el exilio, y eso que dicha exposición fue presidida por Juan Carlos I…
De hecho, el propio PSOE llegó a darse cuenta que habían cedido demasiado, y que estaban perdiendo la batalla identitaria derecha-izquierda que les había funcionado antes. En ese contexto tiene lugar una cierta recuperación del republicanismo (rehabilitación de Negrín), y la “Ley sobre la Memoria Histórica” que recogía aspectos parciales del movimiento memorialista, pero que se quedaba en eso, en lo que podía permitir la derecha. 

5. Se ha querido justificar todo esto, con el argumento de que Franco había muerto en la cama, y está claro que el hecho peso lo suyo ya que detrás dejó los aparatos represivos del régimen prácticamente intactos.  Sin embargo, Mussolini no murió en la cama, y la cultura de la Resistencia pesó en Italia, por lo menos hasta el Novecento, de Bertolucci. Aún y así, no parece que la situación de la “memorias popular” italiana goce de mejor salud que la nuestra, más bien al contrario. ¿Por qué?, pues ha pasado la  restauración neoliberal que vendría como agua de mayo para la derecha neofranquista, y que también se impondría en el PSOE. El neoliberalismo reinante ha desplazado el meridiano de la izquierda (anticapitalismo), al anticomunismo, llevándose también por delante el antifascismo. Desde luego, esto no hubiera sido posible sin el previo descrédito total del “socialismo real” y  de sus groseras falsificaciones…

Resultado de imagen de transición. los pactos del silencio.6. El “nuevo régimen” nacía –necesitaba- pues, bajo nuevos parámetros históricos. Una vez la izquierda renunció al socialismo y la democracia plena (que fueron señas de identidad básica en la clandestinidad), por la democracia liberal, concretamente ésta, la única posible, resultó que Fraga era un padre de la patria, que Aznar es la derecha civilizada, y el PSOE, la única izquierda posible…Fuera quedaba la desestabilización. El referente histórico ya no eran Octubre y la experiencia soviética, sino la “democracia” americana. La izquierda institucional y mediática hizo suyo el canon Soljenitsin sobre tal cuestión, y el comunismo fue puesto contra las cuerdas.
Esto no sucedió mediante una victoria en el debate teórico, en los años sesenta-setenta, la izquierda cultural logró aportaciones y avances muy considerables en todos los terrenos, incluyendo el ajuste de cuentas contra el estalinismo. Pero este escenario fue ninguneado, sobre todo porque las viejas redes sociales reivindicativas entraron en crisis: los diarios, revistas, editoriales, foros. Conversando con un viejo colega con el que había dado más de una charla sobre la revolución de Octubre en clave antiestaliniana, le dije, ¿pero tu sabes que todo eso que dicen es mentira? Su respuesta fue: “Bueno, pero es lo que hay hacer ahora. Cuando volváis a ganar volveremos a decir lo mismo que antes”. Con

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