Una obra importante: Petersburgo
de Andre Biely
Considerada como la mejor crónica de la revolución de 1905, Petersburgo
de Andre Biely (*) resulta -al margen de su vibrante reconstrucción
histórica-, una obra de vanguardia
que ha sido comparada nada menos que con el Ulises (1922) de Joyce y con Berlín Alexanderplatz (1929) de Alfred Döblin. Igualmente es citada como una de las obras más recomendables para conocer ’Petersburgo, la vieja San Petersburgo, también conocida como Petrogrado, y luego Leningrado, en este caso, siguiendo la bochornosa costumbre hagiográfica de la burocracia.
que ha sido comparada nada menos que con el Ulises (1922) de Joyce y con Berlín Alexanderplatz (1929) de Alfred Döblin. Igualmente es citada como una de las obras más recomendables para conocer ’Petersburgo, la vieja San Petersburgo, también conocida como Petrogrado, y luego Leningrado, en este caso, siguiendo la bochornosa costumbre hagiográfica de la burocracia.
Vladimir Nabokov también la estimaba como una
de las cuatro obras maestras del siglo XX, vertida al castellano por una lejana
traducción de Andreu Nin,
Petersburgo aparece ahora en una nueva traducción de Rafael Cañete. Con
una narrativa que lo coloca con los grandes renovadores de la literatura a
principios del siglo, Biela evoca apasionadamente la revolución de 1905 que
señala un antes y un después en el lento declive del zarismo que no había
dejado de tener agudos problemas con los escritores desde los tiempos de Alexander Puskhin…
Recordemos que su verdadero nombre era Boris Bugaev (Moscú, 1880-1934) y que
antes de Octubre de 1917, formó parte de la brillante corriente que integraban
Esenin, Gorki, Maiakovski, Pasternak,
Ajmatova, Mandelstam entre otros..., protagonistas de
corrientes literarias tan activas como el futurismo, acmeímo y simbolismo y que
se sentían continuadores de los grandes poetas y escritores del brillante siglo
XIX ruso.
Los lectores de Literatura y revolución, de León Trotsky, recordarán que en su
primer capítulo se refiere a Biely en los siguientes términos: “La
literatura del período entre las dos revoluciones (1905-1917), decadente en su
humor y en su alcance, superrefinado en su técnica, literatura de
individualismo, de simbolismo y de misticismo, encontró en Biely (Blanco) su
expresión más alta y también la más abiertamente perjudicada por Octubre. Biely
cree en la magia de las palabras. Puede decirse por ello que su seudónimo
literario testimonia su oposición a la revolución, porque el período mayor de
lucha revolucionario ocurrió en combates entre rojos y blancos.
Los recuerdos de Biely sobre Blok, sorprendentes por sus
detalles insignificantes y por su mosaico psicológico arbitrario, permiten
darse cuenta ampliamente de la situación en que se encuentran gentes de otra
época, de otro mundo, de una época pasada, de un mundo que no volverá ya más. Y
no es un asunto de generaciones, porque estas gentes pertenecen a nuestra
generación, sino de diferencias de naturaleza social, de tipo intelectual, de
raíces históricas. Para Biely “Rusia es un vasto prado, verde como el dominio
de Yasnaïa-Poliana o el de Chajmatovo”. En esta imagen de la Rusia prerrevolucionaria y
revolucionaria representada como un prado verde, más todavía, como un prado de
Yasnaïa-Poliana o de Chajmatovo, vemos cuán profundamente se halla enterrada la
vieja Rusia, la Rusia
del terrateniente y del funcionario, o mejor, la Rusia de Turguéniev y de
Goncharov. ¡Qué distancia astronómica entre ella y nosotros, y qué bien que
esté tan lejos! ¡Qué salto a través de los tiempos entre esa vieja Rusia y Octubre!”
Considerada como la mejor crónica de la revolución de 1905, Petersburgo
resulta -al margen de su vibrante reconstrucción histórica-, una obra de
vanguardia que ha sido comparada nada menos que con el Ulises (1922) de Joyce y con Berlín Alexanderplatz
(1929) de Alfred Döblin.
Igualmente es citada como una de las obras más recomendables para conocer
Petersburgo, la vieja San Petersburgo, también conocida como Petrogrado, y
luego Leningrado, en este caso, siguiendo la bochornosa costumbre hagiográfica
de la burocracia. De ella se ha dicho que es una novela "en que parece que
el mundo termine con la perspectiva del Nevski y la frontera del Neva. La
novela de Biely es, pues, el mejor antídoto contra la belleza tormentosa de
esta ciudad”.
Exiliado durante el zarismo, Biela regresó a Rusia con la
revolución de 1917, emigró de nuevo al final de la guerra civil desolado por la
situación, para retornar definitivamente en 1923. Decepcionado con las
democracias occidentales con la “Gran Guerra”, Beily vio la revolución de
Octubre como un baluarte contra la decadencia burguesa. No obstante, después de
Petersburgo (1913-1916), biela nunca llegó a hacer nada comparable
No hay comentarios:
Publicar un comentario