EL VIENTO Y EL LEÓN. ABD EL-KRIM Y LA LUCHA CONTRA EL
COLONIALISMO ESPAÑOL
sin embargo no tardó en decepcionarse; el colonialismo venía a llevarse no a traer. Entonces organizó la sublevación en masa contra los españoles, agrupó varias tribus bajo su mando y predicó la guerra santa, recurriendo al Islam como un elemento
Al igual que los británicos en
Kartúm o contra los zulúes, y los franceses en Vietnam, el colonialismo español
conoció una estruendosa "debacle", el conocido como El desastre de
Annual. Han tenido que pasar más de 75 años para que se empiece a hablar del
Desastre de Annual cuando el Ejército español en África fue destrozado por los
rebeldes rifeños. Ni siquiera se sabe bien cuántos españoles murieron. Se
valora entre 8.500 y 13.000. y no se sabe porque el número de soldados
destinados en África había sido hinchado: algunos oficiales se quedaba con el
dinero de las pagas. La corrupción reinante, además de la cobardía, la
ineptitud y la absoluta infamia de gran parte de los mandos fueron los verdaderos
causantes del desastre. La carnicería duró veinte días, y hubo escenas
dantescas, horripilantes. Algunos oficiales se comportaron (y murieron) con
increíble heroicidad; pero muchos otros huyeron en los coches rápidos
(vehículos a motor) dejando a las tropas atrás.
Entonces fue deportado a la isla
de La Reunión,
donde permaneció hasta 1947. Se le permitió entonces regresar a Francia, pero
se fugó durante el viaje y pidió asilo al rey Faruk de Egipto. Desde El Cairo
prosiguió la lucha contra el dominio francés en Africa, como presidente del
«Comité para la liberación de Africa del norte».. Desde entonces, la figura
carismática del emir rifeño simbolizó la insumisión y la resistencia a todo
poder foráneo, incluida la dinastía alauí, en el norte del país, y no ha sido
hasta fechas reciente que ha sido reconocido....
Su presencia en el cine no podía
llegar ni por parte española ni por parte magrebie. Pero sí aparece como un
audaz e inteligente jefe guerrillero que pone contra las cuerdas a los
franceses en "Marchar o morir", y lo volverá a hacer en una modesta
aportación italiana al cine de "legionarios", "El sargento Klems" (Sergente Klems, 1971), obra del
todoterreno Sergio Griego (también conocido como Terence Hathaway) con el luego
famoso Peter Strauss. Éste interpreta a un joven oficial alemán que es
confundido con un espía durante la Gran Guerra, consigue escapar adoptando la
personalidad del sargento Klems, se alista en la Legión Extranjera
y después de diversas peripecias es capturado por las tropas de Abdelkrim (Pier
Paolo Caponi) que es representado como un nacionalista que tiene toda la razón
contra los ocupantes. Se trata de una película en absoluto menospreciable en la
que la aventura y el toque de erotismo (servido por la malograda Tina Aumont,
hija de María Montez), van de la mano de un ambientación agobiante en la que la
arena y hostilidad de las tribus rifeñas complementan el sentimiento de
tragedia que acompaña al protagonista.
Y lo hará igualmente en una
ambiciosa coproducción anglonorteamericana con Sir Lew Grade al frente y con
Dick Richards detrás de la cámara: Marchar
o morir (March o die, 1977). Éste acababa de realizar con un buen acabado
técnico sus dudosos «homenajes» al «western» en Sangre, sudor y pólvora y al
«thriller» con una revisitación de Adiós muñeca (1975), con Robert Mitchum, y
desembarca ahora en una evocación de la Legión tratando de recuperar la fascinación de un
cine que suscitaba nostalgia. La
Legión es un último lugar donde coincidían aventureros y
otros personajes más que dudosos, pero la historia comienza mal centrando su
atención en uno de ellos, el temible irrisorio Terence Hill (a) de Mario
Girotti, ésta vez sin Bud Spencer, con el que había protagonizado algunos de
los éxitos más deleznables de la historia del cine europeo. Haciendo el
gracioso, trata de enterrar su pasado bromeando con todo el mundo, pero a la Legión no le gustan las
bromas.
Más tarde, el ejército
colonial se rehizo y se reafirmó en su despiadada crueldad, utilizando contra
los rifeños armas químicas prohibidas e imponiendo un tipo de ejército y una
manera de hacer la guerra que entre 1936 aplicarían en sueño español contra el
pueblo republicano.
Esta victoria explica que una
pequeña producción titulada "El
desastre del Annual" (1970), de Ricardo Franco rodado en 16 mm, su autor fue incluso
detenido con ocasión de su presentación en el Festival de Benalmádena, y la
película para a convertirse con el tiempo en un título tan «maldito» que ni tan
siquiera se ha podido ver en las sesiones nocturnas de TVE. Mártinez Torres la
considera en su Diccionario del cine español «como una obra muy personal sobre
la decadencia de una familia burguesa envuelta en los recuerdos del desastre
sufrido por el ejército español en 1921 en Marruecos» (1994).
Después del liderazgo de Abd
El-Krim (que acabó con él), el otro líder rifeño que adquirió una gran
importancia en el contexto de la ocupación española del norte de África fue
Raisüni o Raisüli (1875-1925), que en cine sería encarnado por un pletórico,
descabellado y excesivamente distante Sean Connery en la importante producción El viento y el león (The wind and the
Lion, USA, 1975), con el que se enmarca un enfrentamiento entre el viento
(salvaje) encarnado por este destacado líder de la tribu de Beni Arós, el
cherif Muley Ahmed el Raisüni, y el león, que representa el presidente Teddy
Rooselvelt (Brian Keith), algo así como dos mundos opuestos. En la realidad,
Raisüni era descendiente del santo patrón de Marruecos, Muley Idris, y por
tanto formaba parte de la teocracia que gozaba de toda clase de privilegios,
pero su familia había perdido gran parte de su fortuna cuando fue atacada por
una familia rival, y siguiendo una tradición de la zona, se "vio
obligado" a dedicarse por entero al bandidaje, con la intención de
recuperar las riquezas de su familia.
Partiendo de esta realidad histórica, el guionista de "El viento y el león", impuso una serie de modificaciones haciendo que el caudillo berberisco, raptara a una viuda norteamericana y sus dos hijos que asisten atónitos a una brillante trama político-aventurera en la que, entre otras cosas, se ponen en juego la idea del intervencionismo estadounidense, y la amenaza de una conflagración mundial tomando a Marruecos como centro neurálgico. A pesar de sus limitaciones, El viento y el león resultó un titulo bastante apreciado en su momento, cuando apareció como una apuesta renovadora del cine de aventuras sobre el contexto árabe, con un nacionalista audaz como protagonista, lleno de propósitos liberadores, aunque vista más en perspectiva dicha impresión necesita ser muy matizada.
Se puede decir que esta película pertenece todavía a la primera fase, pero su comienzo prometedor, defrauda cuando la acción se detiene para ofrecer una alternancia metafórica en la tanto sus aguerridos berberisco como la señora Eden se ajustan a clichés cinematográficos convencionales, y el enfrentamiento de caracteres Eden-Raisüli, está resuelto con escasa elegancia a base de recurrir a lugares comunes y de agudizar verbalmente unas diferencias que parecen entresacadas de otras películas, y en las que la "brillantez" desplaza cualquiera verosimilitud. Aunque Milius toma decididamente partido por Raisuli y los secuestrados (es decir, por el viento y por quienes se inclinan a favor del viento), y arremete contra el presidente norteamericano o a sus hijos (recuérdese que la hija mayor de Roosevelt le pide a éste que lleven allí a Raisuli encadenado), también su descripción del sultán de Tánger y de los militares de una y otra nacionalidad resulta claramente sarcástica. En resumen, se trata de un explosivo cóctel cuyo efecto se malogra por culpa de una realización que no acierta a extraer provecho de las muchas posibilidades de la historia y de un guión que pone excesivamente el acento sobre aspectos que están bastante explícitos sin necesidad de recurrir a subrayados verbales.
Y de momento, eso esto. Hasta el
momento el cine español no ha mostrado el menor interés sobre estas historias,
y cabe suponer que el de Marruecos tampoco. Lamentablemente, el tema
anticolonialista no suscita entres nosotros, o sea en el pueblo de izquierdas,
ni la mitad de atención que merecería. Quizás el cine pueda ayudar algo, sobre
todo sí se le utiliza como plataforma para hablar de temas como estos, tan importantes,
tan ignotos...
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