Los compañeros, cine y conciencia obrera
Entre los grandes cineastas italianos
de la “dopo guerra”, Mario Monicelli puede aspirar a un lugar entre los
mejores, y a ser estimado entre ellos como uno de los más populares. Comenzó su
trayectoria como amateur, después como ayudante de director de Gustav Machary y
del “profesional” Augusto Genina, para seguir como guionista y dialoguista. En
sus inicios rodó una serie de comedias (en colaboración con Stefano Vanzina,
más conocido como Steno), algunas de ellas al servicio de Toto. Entre
ellas sobresale Guardias y ladrones
(Guardie e ladri, 1951), con la genial pareja formada por el grueso Aldo
Fabrizi y el enjuto Toto (más la bellísima Rossana Modesta), de la que guardo
un recuerdo
imborrable. Esta divertida sátira del “cine negro” puede considerarse un antecedente de una de sus mayores obras maestras, la que aquí se llamó ingeniosamente Rufufu (Soliti Ignoti, 1959), posiblemente la mejor de las comedías policíacas de la historia del cine, tantas veces imitada (solamente en el cine español podríamos citar Atraco a las tres y Acción mutante, entre muchas otras)…
Monicelli tuvo una larga trayectoria
de la que sobresale especialmente esta época, entre finales de los años
cincuentas y principios de los sesenta, fase en la que se encuentra igualmente
nada menos que La gran guerra
(La grande guerra, 1959), su sarcástica visión medio anarquista (está llena de
referencias libertarias a través del personaje de picaron con ínfulas
inconformista interpretado por Vittorio Gassman) de la lucha de clases en
medio de la “Gran Guerra”, un despiadado alegato antimilitarista que sin
embargo, consiguió pasar la miserable censura franquista que, no obstante, Será
también por esta misma época cuando Mario Monicelli, llevaba a la gran pantalla
una de las primeras manifestaciones abiertamente comerciales del cine social y
político, y con un talento que no tendrían en mi opinión ni Costa-Gravas ni el
Godard más “enrâge”. Il compagni
(1963), titulada en francés Les camaradas y estrenada como los compañeros en la
2 de TVE en uno de aquellos programas de medianoche. Al igual que en la
anterior, Los compañeros
es un gran fresco, lleno de vida y de detalles, n retablo sobre las condiciones
de vida del proletariado italiano a finales del XIX y de sus iniciales
relaciones con el socialismo encarnado en este caso por “il profesore”
(inigualable Marcello Mastroianni), que tuvo una interpretación tan efectiva
que según me contaba el amigo Antonio Moscazo, lo utilizaba hasta la propia
policía italiana cuando se encontraba con un “profe” subversivo. Rodada en un
hermoso y voluntarioso blanco y negro que se inspira en las ilustraciones
obreristas de la época, rodada en diversos lugares del norte italiano (en
Cuneo, en Turín, en Savigliano) y en parte también en Yugoslavia, ofrece una
recreación del Turín de los años de la industrialización acelerada y de la
unificación italiana, dos eventos históricos que tuvo en la ciudad norteña a
uno de sus polos más dinámicos.
Vista desde el ángulo de la historia
social, la película se sitúa en una encrucijada política, tal vez la más
importante en la que se vio envuelta la convulsionada sociedad italiana desde
la postguerra mundial y antes del invierno caliente de 1968-69: el paso de un
gobierno de centroderecha, democristiano con participación neofascista,
fuertemente contestado por partidos y sindicatos de izquierda que acabaran
entrando en el juego tan italiano de la “componenda”, lo que dará lugar en los
años siguientes, a una fuerte radicalización obrera-estudiantil de la que se
hará eco un discípulo de Monicelli, Elio Petri en La clase obrera va al paraíso…En este
tiempo, Italia se vio sacudida por una oleada de huelgas salvajes que tuvieron
su epicentro en los mismos escenarios que el film recrea y que ciertos
historiadores suelen identificar como el más significativo antecedente del
estallido obrero de fina]es de la década-, a un cambio de alianzas propulsado
por el ascendente Aldo Moro, y que daría lugar, en diciembre de 1963, al
llamado "centro-sinistra", un gabinete con participación socialista,
aunque con mayoritario predominio democristiano.
Se respira este contexto en el guión
escrito por Monicelli y sus habituales coguionistas, Agenore Incrocci
"Age" y Furio Scarpelli, con la puntual ayuda de la excelente Suso
Cecchi d ' Amico, un equipo que decidió a recuperar, desde la izquierda, la
memoria histórica de la industrialización, en un intento de film
nacional-popular, tan caro a la tradición cultural en general, y
cinematográfica en particular, de la sociedad italiana. Es en este sentido que
cabe definir I compagni
como un film catálogo de la condición proletaria, con su galería de personajes
y situaciones comunes a multitud de películas que ambientan su acción en el
mundo obrero, todas ellas vistas desde situaciones que casi siempre parten de
las mismísimas fuentes históricas, y que se repiten en buena parte del cine de
tradición obrerista que tan necesario sería recuperar..
Esto va acompañado por un discurso
personal de un cineasta situado muy críticamente a la izquierda del PCI, y que
nos habla de la Historia
sin perder de vista algunos de los elementos más habituales en su cine: el
cuidado en la reconstrucción de la vida cotidiana y los arquetipos populares,
el mismo tema de su film inmediatamente anterior, Renzo e Luciana,
episodio del film colectivo Bocaccio 70
(1961), afortunadamente recuperado en la edición de DVD de esta película.
Monicelli no olvida para ello en utilizar el recurso a ciertos estilemas de la
"comedia alla italiana", filón que con tanta fortuna abordara el
propio director en varios de sus filmes más famosos; la mezcla agridulce de
drama y sátira, sin olvidar además algunos apuntes críticos que alejan a la
película de la hagiografía laica en que suelen caer en ocasiones ciertos filmes
militantemente proletarios.
Los compañeros muestra sus cartas desde la primera
secuencia. Comienza la trama cuando son las 5.30 de la madrugada en un hogar
proletario turinés y el joven Omero se apresta a vestirse para ir a su trabajo
en una fábrica textil. Hace frío y Omero tiene que romper la capa de hielo que
se ha formado en el agua de la jofaina, mientras el resto de su familia
comienza igualmente a levantarse. Condiciones de vida de las clases
subalternas, la dura cotidianidad, el invocado universo fabril, la estructura
familiar, incluso ciertas contradicciones entre los miembros de la familia sólo
levemente embozadas y que estallarán más tarde configuran algo así como el
huevo de serpiente de la trama que el film desarrollará desde entonces, con
especial acento en la presencia del universo popular.
Monicelli construye un universo
lleno de vida y de verdad que tendrá en el relato un coprotagonismo compartido
con el propio estrellato, no en vano el cabeza del elenco, un Marcello
Mastroianni en un papel pensado en realidad para Alberto Sordi, sólo aparecerá
cuando el espectador tenga ya una clara idea de lo que el film le plantea e
incluso, en consonancia con su propio personaje -un socialista iluminado,
entregado a la causa de la defensa del proletariado y ontológicamente
solitario- verá diluida su presencia en varios pasajes de la acción en aras de
un protagonismo colectivo que ni siquiera las condiciones de la producción. Se
trata de un film Titanus, la mayor productora italiana de la época, y cuenta
con un elenco trufado de grandes actores como Renato Salvatori y Annie
Girardot, pareja coprotagonistas de Rocco
y sus hermanos, otra peripecia proletaria debida a la mano
maestra de Luchino Visconti; el notable caracterítico francés Bertrand Blier,
el gran secundario Folco Lulli, entre otros, quienes a pesar de ser famosos,
consiguen un punto de verismo muy notable.
La película es como un compendio que
detalla la realidad de la vida proletaria: la fábrica, la dureza de las
condiciones laborales, el trabajo de jóvenes que tienen que abandonar la
escuela para poder ganarse el pan; un conflicto violento, la actitud cerril de
la patronal, el empleo de fuerzas militares para intentar abortar la ocupación
de la fábrica; la muerte de dos inocentes, la desesperación de los deudos, el
desgaste que produce una huelga prolongada entre quienes no tienen posibles
para subsistir; la desunión, pero también la solidaridad; la irrupción en la Historia de una ideología
basada en la defensa de los más oprimidos, la marginación e incluso el
descrédito de quienes se saben dispuestos a asumir cualquier riesgo por su
causa; el camino abierto, y difícil, que les espera a quienes intentan
despertar las conciencias más devastadas por la subordinación y la alienación.
Detalles todos que en el curso de un buen forum puede
ampliarse ya que los compañeros es de esas películas de las cada vez que la ves
percibes nuevos detalles, y apuntes de una penetración. Digamos para cerrar que
Monicelli siguió haciendo grandes películas, y que valdría la pena estar al
tanto de sus ediciones en DVD…
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