sábado, 11 de junio de 2016

SERGE Y TROTSKY. NOTAS SOBRE EL ANTICOMUNISMO DE SUSAN SONTAG.




SERGE Y TROTSKY. NOTAS SOBRE EL ANTICOMUNISMO DE SUSAN SONTAG.
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Esta auténtica ironía de la historia es la que explica que una obra como La noche quedó atrás (1941), de Jean Valtin (Seix Barral), sea considerada como un clásico de aquellas "confesiones de ex comunistas" que se convertirían en subgénero de la literatura memorialista durante la guerra fría, cuando su autor fue un espartakista que creyó que en el estalinismo del tercer período.  En la misma onda cabría registrar testimonios
tan impresionantes como  los Relatos de Kolimá, de Varlam Shalámov, compuesta por seis volúmenes  (editadas por la cuidadosa editorial Minúscula de Barcelona), las memorias de Anna Larina,   Lo que no puedo olvidar (Círculo de Lectores, Madrid), por no hablar de las ya publicadas como El vértigo, de Eugenia Ginzburg, se encuentran asequibles en las librerías. Aquí también se incluye con todas las de la ley una de las obras mayores de Víctor Serge, El caso Tuláyev (1), casi treinta años después de otras obras suyas editadas en estos lares sobre la misma experiencia como Los años sin perdón y Medianoche en el siglo.
Resultado de imagen de victor sergePero en algunas de estos casos conviene estar muy al tanto ya que las grandes editoriales comparten esa misma conciencia de clase de los apólogos del presente (o sea de un tiempo en el que la iniciativa de la lucha de clases la toman desde arriba), de manera que tienen mucha cuidado a quienes ofrecen los prólogos, siendo en nuestro caso muy significativo el caso de Antonio Muñoz Molina quien ha tenido a bien firmar algunos de ellos siguiendo un criterio singular: el haber sido víctima o incluso adversario radical del estalinismo no exonera al comunista de la mera responsabilidad de serlo. No es necesario verificar que Molina  jamás aplicará esta normativa a ninguna otra ideología, que por ejemplo pueda molestar a católicos y populares por sus connivencias con el franquismo. Pero el anticomunismo tiene esta particularidad, y otra muestra de ello nos la ofrece una señora como Susana Sontag que prologa esta impresionante novela de Víctor Serge con su impresionante bagaje cultural, y con una sutileza de cirujano de alta escuela,  dedica buena parte de lo que escribe a elogiar a Víctor Serge, eso sí, convertido en un exanarquista, exbolchevique, extrotskista,  con lo cual parece querer convencernos de una variación del arrepentimiento cristiano: un arrepentimiento final libra de los mayores pecados.
Resultado de imagen de victor sergeY para que quede constancia de que una cosa fue este Víctor Serge, héroe ético y escritor apátrida por naturaleza, de un gran talla y al políglota (dominaba cinco lenguas) que ninguna patria ha querido reconocer, y otra muy diferente el “comunismo”, concepto que la escritora Norteamérica, conocida por sus compromisos individuales, amplia igualmente a León Trotsky sobre el que planifica una maniobra de simetría Trotsky, aparte de “excomulgar” a Serge, al que “denunciaba como anarquista encubierto”,  es acusado nada menos que “mientras Serge manifestaba en Bruselas su adhesión a la Cuarta Internacional- como se denominaba la liga de partidarios de Trotsky- sabía que la propuesta del movimiento no era una alternativa viable a las doctrinas y prácticas leninistas que habían llevado a la tiranía estalinista (Para Trotsky, el crimen consistía en que se estaba ejecutando a la gente equivocada)…” (p.XXI).
No resulta fácil  justificar la “mala leche” que Trotsky gastaba con Serge, que no fue diferente a la que dedicó contra Alfred Rosmer, Andreu Nin o su colaborador más cercano,  León Sedov  con los que remarcaba sus diferencias pero a los les unía no pocas coincidencias en un tiempo trágico donde los haya. X/  Pero conviene recordar que semejante actitud no les impidió mantener una fluida correspondencia en la que se manifestaban no tanto diferencias de contenido como problemas tácticos urgentes. Ninguno de ellos dudaba de que había que hacer otra revolución –la de la democracia obrera- en la URSS, como tampoco de que la guerra que se avecinaba planteaba –más que nunca- el dilema entre el socialismo la barbarie. Las diferencias radicaban en las respuestas. Así, mientras que para  problemas eran como   determinados por exigencias y que entre camaradas, esto a pesar de frases como esas que desde luego no tenían el carácter peyorativo que le atribuye la Sontag, entre otras cosas porque la práctica totalidad de los anarquistas que se hicieron bolcheviques (Serge, Monatte, Rosmer, Nin, Maurín), fueron antiestalinistas “prematuros”, y el tema de fondo radica en los acontecimientos de Kronstadt sobre los que Serge avanzaba unas reservas que en la medida en que se conocen los hechos resultan cargadas de razón.
Pero éste Trotsky no rehuía sus responsabilidades, y debatía con Serge sobre la oportunidad de una internacional que éste último consideraba precipitada, debate que Trotsky desarrollará también con un joven Isaac Deutscher.  La dureza polémica no impidió que en su evolución humanista y desencantada Víctor Serge, mantuviera firme su idea de que la revolución rusa fue “traicionada”, que entre el leninismo y el estalinismo mediaba un abismo, sobre todo en unas condiciones que la señora Sontag se pasa por el forro.  Víctor Serge dijo siempre lo contrario, por lo tanto aquí Susan habla por “motu propio” aunque juega de manera que parece que es Serge el que habla. Lo mismo que su caracterización de la Cuarta internacional responde más allá a sus propias querellas con el trotskismo norteamericano sobre todo cuando la mayoría de éste dio un paso hacia el castrismo mientras daba oro fuera de la Internacional.
Resultado de imagen de victor sergeEn cuanto a lo de “el crimen consistía”, es una demostración de que el los métodos estalinistas pueden florecer en los jardines más insospechados. No hay una sola  línea en Trotsky que permite semejante afirmación, no es más rigurosa que la afirmación que si los judíos hubieran podido habrían aplicado el “holocausto” a los alemanes, ni desde luego más honesta.  Y desde luego no tiene nada que ver con Víctor Serge que nunca mostró la menor diferencia con Trotsky sobre esta cuestión, no en vano fue el traductor al francés de La revolución traicionada, y no en vano  Serge dedicó uno de sus últimos libros a la Vida y muerte de León Trotsky (2), cuyos párrafos finales dicen lo siguiente:
“Toda su larga y laboriosa existencia de luchas, de pensamiento, de oposición inflexible a lo inhumano, León Davido­vitch la había consagrado a la causa de los trabajadores. Cuan­tos se le han aproximado conocen la medida de su desinterés, saben que no concebía su propia vida sino en función de una gran tarea histórica, no vinculada a su particular destino, sino al movimiento de las masas socialistas conscientes de los peli­gros y de las posibilidades de nuestra época. "Vivimos tiempos amargos, escribía, pero no nos queda otra patria que elegir". Era íntegro de carácter, en el más amplio sentido del término:' no concebía discontinuidades entre la conducta y las convic­ciones, entre la idea y el acto; jamás admitió que a lo transi­torio, a lo personal, al pequeño egoísmo sin trascendencia, pu­dieran sacrificarse los intereses superiores que dan sentido a la vida.  Su rectitud moral se vinculaba con una inteligencia objetiva pero apasionada, siempre tensa hacia lo profundo y amplio, hacia el esfuerzo creador y el combate justo... Y era a la vez sencillo. Le ocurrió escribir sobre el margen de un libro cuyo autor aludía a sus "ansias de poder": "(Otros) habrán querido el poder por el poder. Yo he ignorado siempre ese sentimiento... He buscado el poder sobre las inteligencias y las voluntades...". Más que un autoritario, aunque aprecia­ba la utilidad práctica de la autoridad, se sentía un animador, un educador de hombres, no porque halagase sus bajos instin­tos, sino porque apelaba al idealismo, a la claridad mental, a la grandeza de ser hombres cabales, de nuevo tipo, llamados a transformar la sociedad.
Resultado de imagen de victor sergeQuienes lo han hostigado y muerto, .corno han muerto a la revolución rusa y martirizado al pueblo soviético, conocerán .el castigo. Ya han atraído sobre la URSS., debilitada por las masacres denominadas "depuraciones estalinianas", la invasión más desastrosa. Continuarán marchando hacia el abismo... Pocos días después de su muerte, yo escribía —y nada cam­biaré de esas líneas— lo siguiente: "A lo largo de su heroica vida, León Davidovitch creyó en el porvenir, en la liberación de los hombres. Lejos de debilitarla, los años últimos y som­bríos, maduraron su fe, que el infortunio afianzó. La huma­nidad futura, libre de toda opresión, eliminará de su vida la violencia. Como a tantos otros, él me ha enseñado a creer en ello".
  Está claro: Susan Sontag utiliza el nombre de Víctor Serge en vano.

Notas
---1)     El caso Tuláyev,  Alfaguara, Madrid, 2007, 429 págs.
---2) Escrito con la colaboración con Natalia Sedova, en el cierre del libro se da el siguiente dato “Coyoacán, junio de 1947”. La cita está tomada de El Yunque editora,  Buenos Aires, 1974, p. 279.
 




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