sábado, 11 de junio de 2016

SERGE, LA REVOLUCIÓN COMO OFICIO

SERGE, LA REVOLUCIÓN COMO OFICIO

Resultado de imagen de victor sergeConmocionado con la Revolución rusa como tantos otros, Serge se incorporó a las tareas revolucionarias en Rusia aprovechando tanto su carácter de políglota como sus variadas relaciones con el anarcosindicalismo y el sindicalismo revolucionario, fracciones que desde la naciente Internacional Comunista se consideraban capitales para contrarrestar la previsible influencia socialdemócrata. En Moscú trató especialmente con otros destacados militantes que provenían de la misma área  que la suya: Alfred Rosmer, Pierre Monatte, Andreu Nin y Joaquín Maurín, con los que volverá a coincidir años más tarde. Maurín escribió sobre él: "Víctor Serge era claro y sincero; señalaba los defectos y las virtudes, los errores y los aciertos".
Con semejantes actitudes y con un entusiasmo a toda prueba, Víctor Serge desarrolló una intensa actividad en la Internacional, de entrada fue el principal animador de “La Correspondencia Internacional” (Imprecor para los amigos), revista prestigiosa en su tiempo. Por entonces, Zinoviev le confió misiones importantes en Berlín y en Viena, ciudades que vivían por entonces una notable efervescencia revolucionaria. Sacando tiempo del sueño, escribió obras como El año I de la Revolución rusa, Petrogrado en peligro (1919), amén de toda clase de ensayos, por ejemplo sobre la revolución china de 1927, una faceta sobre la que se ha hablado poco pero sobre la que existe un hermoso libro publicado en Italia. Su nombre figuraba también entre los artistas y poetas y fue amigo de poetas Esenin y Mayakovsky, así como de escritores como Pasternak y Mandelstan.
Resultado de imagen de victor sergeAños más tarde, su testimonio sería fundamental para mantener la memoria de lo que había sido la literatura rusa de los primeros años más creativos de la revolución. Serge fue entonces abogado de anarquistas y anarcosindicalistas, muchos de los cuales no le perdonaron su adhesión al bolchevismo, su apreciación de figuras como Lenin y Trotsky, pero su impronta libertaria se hizo notar como militante de la Oposición de izquierdas rusa desde el primer momento. Luego, ya en los años 1927- 1930, cuando Stalin comenzaba a deportar a los oposicionistas rusos, pero que no se  atrevía aún a perseguir a los revolucionarios extranjeros conocidos, Víctor Serge y Andrés Nin, amigos fraternales desde 1921, constituyeron, con Alejandra Bronstein (1), uno de los escasos núcleos de resistencia organizada al despotismo burocrático. Sobre estos años, Víctor será, después de Trotsky, el más infatigable e informado opositor. Obras como Vers l´autre flame de Panait Istrati (de la que Victor Serge fue coautor aunque eso no consta en la edición), o el Regreso de la URSS, de Gide, por no hablar de la temprana biografía de Stalin que escribió Boris Souvarine, le deben mucho a sus consejos e influencia.
Nuevamente liberado, Serge asumió con una voluntad de hierro y una energía sorprendente una labor excepcional de desmitificación del estalinismo y la defensa de sus compañeros, militantes e intelectuales perseguidos, deportados y asesinados. Poco antes de su deportación, Serge había logrado enviar una carta-testamento a la entonces trotskista, la escritora Madeleine Paz, en la que decía que era "un resistente absoluto en tres principios: defensa del hombre, defensa de la verdad y defensa del pensamiento". Tanto es así, que en cuanto se produjo el primer proceso de Moscú, Serge creó el "Comité de defensa de la libertad de opinión en la Revolución" y publicó Dieciséis fusilados. El proceso Zinoviev-Kamenev-Smirrnov, el primer análisis serio y preciso sobre el terror estalinista y los procesos de brujería que organizó la GPU y contra los que sólo se levantaron el POUM en España y pequeñas minorías del movimiento obrero y algunos pocos intelectuales de izquierda, sobre todo los surrealistas con los que Serge tuvo una poderosa afinidad a pesar de que su escritura es más deudora de Balzac y de Zola que del fantástico. Muy poco tiempo después, ese mismo Comité tuvo que promover una fuerte campaña internacional en solidaridad con el POUM, para exigir una investigación sobre el paradero de Andreu Nin. En aquella época, Serge mantuvo una intensa correspondencia y un arduo debate con Trotsky en el que sobresalieron dos puntos: la cuestión del POUM, al que Serge apoyaba sin condiciones, y las condiciones para crear una nueva internacional, proyecto que Serge estimaba como precipitado y estrecho. Víctor Serge prosiguió incansablemente su actividad en defensa de sus camaradas de la URSS y de España. "Fue verdaderamente -escribió Serge años después- la lucha de un puñado de conciencias contra el aplastamiento completo de la verdad, en presencia de crímenes que decapitaban a la URSS y preparaban para pronto la derrota de la República española".
Resultado de imagen de victor sergeAl mismo tiempo, Serge siguió trabajando como escritor, traduciendo a Trotsky al francés, suya es la mejor versión que se conoce de La revolución traicionada, obra que, por cierto fue traducida al castellano por Juan Andrade y estaba de publicarse en la Editorial Marxista cuando estallaron las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona y todo lo demás. . También hizo obra propia, títulos como los ya mencionados, y otros como De Lenin a Stalin, Retrato de Stalin, así como Destino de una Revolución, recuperada por Los Libros de la Frontera (Barcelona, mayo 2010) en una edición muy cuidada, con prólogo de Wilebaldo Solano que falleció antes de ver la edición en las librerías ...La ocupación alemana le llevó al México de Lázaro Cárdenas donde falleció en 1947 después de una última fase en la que reconsideró algunas de sus concepciones marxistas para adoptar otras de mayor vocación humanista. Es evidente que la experiencia estaliniana le marcó profundamente, sin embargo, en sus novelas no se aportó ni un milímetro de las ideas ni de la gente con las que había combatido. Nunca habría aceptado esa frívola amalgama entre verdugos y víctimas que plumas como la de Susana Sontag (y no digamos otras todavía menos rigurosas), pueden llegar a decir o a casi decir.
Antes de fallecer, Serge escribió junto con Natalia Sedova, un libro fundamental: La vida y la muerte de León Trotsky...Un pequeño dato que desdice algunas de las opiniones aventuradas que la Sontag destila en su brillante pero a veces extrañamente mal informado prólogo de esta edición de El caso Tuláyev en traducción de David Huerta, y que recomiendo con el mismo entusiasmo con que lo leí hace añora cerca de cuarenta años, y por lo que he podido comprobar, se trata de un entusiasmo ampliamente compartido. Tanto es así que la editorial Capitán Swing la ha vuelta a publicar...
Literatura y revolución, el libro que ahora edita La Cosecha Anticapitalista, apareció originariamente en 1932 en los Cahiers Blue de la editorial de George Valoios. Algunos de sus capítulos fueron traducidos por Juan Andrade para la revista “Comunismo”, órgano teórico de la Izquierda Comunista española liderada por Nin y Andrade. Hubo una nueva edición francesa en 1976 chez Maspero. En mayo de 1978 la publicó Editorial Fontamara de Barcelona, y casi al mismo tiempo apareció de la Biblioteca Júcar en traducción de Eduardo Méndez Riestra, que comprendía además un apéndice ¿Literatura proletaria?, y un anexo con comentarios del traductor en los que reafirma la autonomía de la escritura en relación a cualquier otro factor, incluyendo la revolución proletaria.
Resultado de imagen de victor sergeDado que existe otra materiales de Victor Serge sobre estas cuestiones, hemos proferido realizar una edición juntando el citado apéndice y estos materiales. Hay que entender Literatura y revolución como una suerte de prolongación de la famosa homónima de León Trotsky, su principal camarada de aquellos años. Aborda casi los mismos problemas y debate con las mismas escuelas, e igualmente, refleja un punto de vista que tanto Trotsky como el propio Serge, modificarían en los años treinta como consecuencia de sus propias reflexiones y del curso que había tomado la URSS bajo el mandato totalitario de Stalin. Obviamente, tanto los temas como muchos de los autores con los que polemiza, quedan actualmente muy lejanos cuando no son pastos del más absoluto olvido. Incluso algunos de los más renombrados del momento como Julien Benda, han quedado apartados de la historia. Pero esto no desmerece el interés de esta obra que aborda, entre otras muchas cosas, el papel de los escritores e intelectuales en el sistema capitalista, los problemas de los trabajadores para acceder a la cultura, etc. Inmerso en un activismo extraordinario, Serge demuestra que no se ha olvidado de la marcha de las letras en la URSS y en Francia, ni ha dejado de preocuparse por los problemas teóricos y éticos que plantea este debate.
En su preparación, hemos tratado de corregir las erratas originales y las propias del escaneado, también hemos ordenado las notas a pie de página de una manera que nos ha parecido más clara y asequible.




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