SERGE, LA REVOLUCIÓN COMO
OFICIO
Conmocionado con la Revolución rusa como
tantos otros, Serge se incorporó a las tareas revolucionarias en Rusia
aprovechando tanto su carácter de políglota como sus variadas relaciones con el
anarcosindicalismo y el sindicalismo revolucionario, fracciones que desde la
naciente Internacional Comunista se consideraban capitales para contrarrestar
la previsible influencia socialdemócrata. En Moscú trató especialmente con otros
destacados militantes que provenían de la misma área que la suya: Alfred Rosmer, Pierre Monatte, Andreu
Nin y Joaquín Maurín, con los que volverá a coincidir años más tarde. Maurín
escribió sobre él: "Víctor Serge era claro y sincero; señalaba los
defectos y las virtudes, los errores y los aciertos".
Años más tarde, su testimonio sería fundamental
para mantener la memoria de lo que había sido la literatura rusa de los
primeros años más creativos de la revolución. Serge fue entonces abogado de
anarquistas y anarcosindicalistas, muchos de los cuales no le perdonaron su
adhesión al bolchevismo, su apreciación de figuras como Lenin y Trotsky, pero
su impronta libertaria se hizo notar como militante de la Oposición de izquierdas
rusa desde el primer momento. Luego, ya en los años 1927- 1930, cuando Stalin
comenzaba a deportar a los oposicionistas rusos, pero que no se atrevía aún a perseguir a los revolucionarios
extranjeros conocidos, Víctor Serge y Andrés Nin, amigos fraternales desde
1921, constituyeron, con Alejandra Bronstein (1), uno de los escasos núcleos de
resistencia organizada al despotismo burocrático. Sobre estos años, Víctor
será, después de Trotsky, el más infatigable e informado opositor. Obras como
Vers l´autre flame de Panait Istrati (de la que Victor Serge fue coautor
aunque eso no consta en la edición), o el Regreso de la URSS, de Gide, por no
hablar de la temprana biografía de Stalin que escribió Boris Souvarine, le
deben mucho a sus consejos e influencia.
Nuevamente liberado, Serge asumió con una voluntad
de hierro y una energía sorprendente una labor excepcional de desmitificación
del estalinismo y la defensa de sus compañeros, militantes e intelectuales
perseguidos, deportados y asesinados. Poco antes de su deportación, Serge había
logrado enviar una carta-testamento a la entonces trotskista, la escritora
Madeleine Paz, en la que decía que era "un resistente absoluto en tres
principios: defensa del hombre, defensa de la verdad y defensa del
pensamiento". Tanto es así, que
en cuanto se produjo el primer proceso de Moscú, Serge creó el "Comité de
defensa de la libertad de opinión en la Revolución" y publicó Dieciséis fusilados.
El proceso Zinoviev-Kamenev-Smirrnov, el primer análisis serio y preciso
sobre el terror estalinista y los procesos de brujería que organizó la GPU y contra los que sólo se
levantaron el POUM en España y pequeñas minorías del movimiento obrero y
algunos pocos intelectuales de izquierda, sobre todo los surrealistas con los
que Serge tuvo una poderosa afinidad a pesar de que su escritura es más deudora de Balzac y de Zola que del
fantástico. Muy poco tiempo después, ese mismo Comité tuvo que promover una
fuerte campaña internacional en solidaridad con el POUM, para exigir una
investigación sobre el paradero de Andreu Nin. En aquella época, Serge mantuvo
una intensa correspondencia y un arduo debate con Trotsky en el que
sobresalieron dos puntos: la cuestión del POUM, al que Serge apoyaba sin
condiciones, y las condiciones para crear una nueva internacional, proyecto que
Serge estimaba como precipitado y estrecho. Víctor Serge prosiguió
incansablemente su actividad en defensa de sus camaradas de la URSS y de España. "Fue verdaderamente
-escribió Serge años después- la lucha de un puñado de conciencias contra
el aplastamiento completo de la verdad, en presencia de crímenes que
decapitaban a la URSS
y preparaban para pronto la derrota de la República española".
Al mismo tiempo, Serge siguió trabajando como
escritor, traduciendo a Trotsky al francés, suya es la mejor versión que se
conoce de La revolución traicionada, obra que, por cierto fue traducida
al castellano por Juan Andrade y estaba de publicarse en la Editorial Marxista
cuando estallaron las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona y todo lo demás. .
También hizo obra propia, títulos como los ya mencionados, y otros como De
Lenin a Stalin, Retrato de Stalin, así como Destino de una Revolución,
recuperada por Los Libros de la
Frontera (Barcelona, mayo 2010) en una edición muy cuidada,
con prólogo de Wilebaldo Solano que falleció antes de ver la edición en las
librerías ...La ocupación alemana le llevó al México de Lázaro Cárdenas donde
falleció en 1947 después de una última fase en la que reconsideró algunas de
sus concepciones marxistas para adoptar otras de mayor vocación humanista. Es
evidente que la experiencia estaliniana le marcó profundamente, sin embargo, en
sus novelas no se aportó ni un milímetro de las ideas ni de la gente con las
que había combatido. Nunca habría aceptado esa frívola amalgama entre verdugos
y víctimas que plumas como la de Susana Sontag (y no digamos otras todavía
menos rigurosas), pueden llegar a decir o a casi decir.
Antes de fallecer, Serge escribió junto con Natalia
Sedova, un libro fundamental: La vida y la muerte de León Trotsky...Un
pequeño dato que desdice algunas de las opiniones aventuradas que la Sontag destila en su
brillante pero a veces extrañamente mal informado prólogo de esta edición de El
caso Tuláyev en traducción de David Huerta, y que recomiendo con el mismo
entusiasmo con que lo leí hace añora cerca de cuarenta años, y por lo que he
podido comprobar, se trata de un entusiasmo ampliamente compartido. Tanto es
así que la editorial Capitán Swing la ha vuelta a publicar...
Literatura
y revolución, el libro que ahora edita La Cosecha Anticapitalista,
apareció originariamente en 1932 en los Cahiers Blue de la editorial de George
Valoios. Algunos de sus capítulos fueron traducidos por Juan Andrade para la
revista “Comunismo”, órgano teórico de la Izquierda Comunista
española liderada por Nin y Andrade. Hubo una nueva edición francesa en 1976 chez
Maspero. En mayo de 1978 la publicó Editorial Fontamara de Barcelona, y
casi al mismo tiempo apareció de la Biblioteca Júcar en traducción de Eduardo Méndez
Riestra, que comprendía además un apéndice ¿Literatura proletaria?, y un
anexo con comentarios del traductor en los que reafirma la autonomía de la
escritura en relación a cualquier otro factor, incluyendo la revolución
proletaria.
Dado que existe otra materiales de Victor Serge
sobre estas cuestiones, hemos proferido realizar una edición juntando el citado
apéndice y estos materiales. Hay que entender Literatura y revolución como
una suerte de prolongación de la famosa homónima de León Trotsky, su principal
camarada de aquellos años. Aborda casi los mismos problemas y debate con las
mismas escuelas, e igualmente, refleja un punto de vista que tanto Trotsky como
el propio Serge, modificarían en los años treinta como consecuencia de sus
propias reflexiones y del curso que había tomado la URSS bajo el mandato totalitario
de Stalin. Obviamente, tanto los temas como muchos de los autores con los que
polemiza, quedan actualmente muy lejanos cuando no son pastos del más absoluto
olvido. Incluso algunos de los más renombrados del momento como Julien Benda,
han quedado apartados de la historia. Pero esto no desmerece el interés de esta
obra que aborda, entre otras muchas cosas, el papel de los escritores e
intelectuales en el sistema capitalista, los problemas de los trabajadores para
acceder a la cultura, etc. Inmerso en un activismo extraordinario, Serge
demuestra que no se ha olvidado de la marcha de las letras en la URSS y en Francia, ni ha
dejado de preocuparse por los problemas teóricos y éticos que plantea este
debate.
En su preparación, hemos tratado de corregir las
erratas originales y las propias del escaneado, también hemos ordenado las
notas a pie de página de una manera que nos ha parecido más clara y asequible.
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