Panait Istrati. Una introducción
Vagabundo rumano, autodidacta, activista y sindicalista,
gran escritor en la lengua de Víctor Hugo y en su propia lengua rumana, hombre
de conciencia que tomó el camino de los perdedores, Panait Istrati consiguió
una repentina y fulgurante celebridad entre 1923 y 1935, y luego tras los
grandes cataclismos, su nombre se fue apagando en el olvido. Nacido en 1884 en
la provincia de Braíla, Rumania, falleció en 1935 lejos de mundanal ruido. En
los últimos tiempos, muy pocas voces se levantaron para recordarnos al
que, en expresión del novelista francés Joseph Kessell, "fue "un
milagro" de la literatura (1), y
entre ellas menos todavía surgieron de por aquí, gracias a excepciones como Jame Vidal Alcover –que prologó una antología de sus obras en catalán- y Juan Eduardo Zúñiga...Alguna que otra edición aquí y allá contribuyeron en pequeña proporción a la recuperación de un verdadero clásico de la literatura.
entre ellas menos todavía surgieron de por aquí, gracias a excepciones como Jame Vidal Alcover –que prologó una antología de sus obras en catalán- y Juan Eduardo Zúñiga...Alguna que otra edición aquí y allá contribuyeron en pequeña proporción a la recuperación de un verdadero clásico de la literatura.
Como se ha dicho ya
en numerosas ocasiones, la mejor novela de Panait Istrati fue sin duda su
propia vida, que, por otro lado, fue la fuente casi exclusiva de su obra
iniciada cuando había cumplido los cuarenta años y concluida trágicamente
apenas diez años después. Hijo de un contrabandista griego y de una campesina
rumana que se ganaba la vida haciendo de lavandera, Panait conoció el dolor y
la miseria desde su más tierna infancia. Aunque quería enormemente a su madre,
la abandonó cuando cumplió los doce años y se lanzó a recorrer el ancho mundo.
De su primer trabajo en una taberna, escribió en una de sus obras:
"Diecinueve horas al día, horas de cansancio, de preocupaciones, de
levantarse y estar en pie desde las seis de la mañana hasta la una de la
noche...Un día libre en Pascuas y otro en Navidad....Palabras bárbaras,
juramentos obscenos, tormentos sádicos, tirones de orejas sin cuento. Arroyo de
lágrimas, una rebelión oscura, sueños desaparecidos, anhelos de
huir..."(2).
Durante cerca de
treinta años Panait trabaja en los oficios más diversos y recorre
numerosos países. Explotado de forma despiadada, toma parte activa en las
luchas sindicales dentro del movimiento socialista rumano que dirige un
marxista de leyenda: Christian Rakovsky. Después de esta trayectoria -durante
la cual Panait "devora" a los clásicos de la novela rusos y
europeos-, hasta que su vida llega a un punto de inflexión densamente
dramático: "cansado de la vida", decide cortarse el cuello cuando en
1921 se entera del fallecimiento de su madre. Antes de este intento suicida,
había escrito una larga carta a Romain Rolland, uno de los escritores más
reputados de su tiempo. Esta carta, que Panait guardaba en una vieja maleta, la
hizo llegar al citado escritor el director del hospital de Niza en el se
debatía entre la vida y la muerte. Un poco más tarde, el propio Rolland
explicaba al prologar, Kyra Kyralina, el primer libro de
Panait: “La leí y me sentí conmovido ante la aparición de un genio.
Un viento devorador que barría las estepas. El reconocimiento de un nuevo Gorki
de los Balcanes. Éste genio del relato es tan exigente, que la víspera de su
intento de suicidio le hizo interrumpir por dos veces sus quejas desesperadas
para escribir alegres episodio s de su vida anterior"(3).
El encuentro con
Romain Rolland decidió el curso de la vida de Panait. Lo había pescado-en
"las profundas aguas del océano social" y le animó para emprender su
carrera: "Lleva usted a cabo su obra, le dijo, más esencial que usted, más
duradera que su vida". El éxito llegó de inmediato, y con el tiempo, su
prestigio y su vigencia superarían al del flamante Premio Nobel galo, hoy en
día olvidado casi completamente.
Panait escribió su obra en lengua francesa, y
abrió una brecha en la literatura de su tiempo. Desde la aparición de Gorki, la
literatura europea no había conocido un escritor en el que la vida irrumpiera
con tal ímpetu en sus páginas. Se trataba de una literatura que recordaba
vigorosamente a los antiguos relatos como Las mil y una noches, pero no se
trataba de fantasías sino de realidades impresionantes, desarrolladas sin
seguir ninguna regla tradicional, sin los adimentos que proporcionan la cultura
y la tradición, pero que tenía la fuerza de los hechos vivos de un pueblo que
la intelligentzia desconocía. No hay idealismo, ni concesiones populistas, pero
si hay sensibilidad, piedad, identificación, empatía...Panait vierte con su
pluma sus recuerdos el curso de las historias acumuladas, sus personajes casi
le dictan, y su conciencia le hace despreocuparse del arte para centrarse en el
corazón, en la lucha.
El grueso principal de su malograda obra -cuya labor apenas si sobrepasa la década-, lo forma la serie La vida de Adrián Zograffi, que comprende los siguientes títulos: Kyra Kyralina, Codine, Mijhail y La casa Thuringer, un conjunto de libros encajados y relacionados unos con otros con una coherencia que recuerda las historias contadas por experimentados vagabundos alrededor de una fogata...Adrián Zograffi es, sin duda, el retrato del propio Panait que se define a sí mismo como "un joven que ama el Oriente Es autodidacto, busca la instrucción donde quiera que se halle. Vive, sueña, desea muchas cosas. Más tarde tendrá el valor de decir que muchas cosas están mal hechas, tanto por los hombres como por el Creador". Panait no necesitó ninguna declaración de principio para ser considerado como un escritor revolucionario. Sus novelas son por si mismas un cuadro vivo y vindicativo de los conflictos que sacuden a su pueblo natal, de las luchas nacionales y de las revueltas obras y campesinas...En Istrati encontramos el abigarrado mundo del Oriente, el tráfago de los bazares, de los muelles, de la vida nocturna, de los marginados, la dura vida de la gente sencilla. A veces se detiene para gritar, como cuando escribe: “Y vosotros queréis ser legisladores, vosotros, ogros de la hermosa infancia! ¡Vosotros taberneros, tenderos, comerciantes, vosotros, grandes propietarios de fincas cuya tierra es negra como vuestra alma!. Y vosotros tenéis academias, tenéis cátedras de moral, tenéis iglesias que predican la compasión al estrépito ensordecedor de las campanas, tenéis Parlamento y no sabéis lo que se oculta en el pecho de un niño, no sabéis nada de toda esa vida que podría ser tan hermosa y que vosotros prostituís”.
Otra obra importante de Panait Istrati que no se puede olvidar es Los aiducs. Los "aiducs" son los hombres y las mujeres que no soportan la opresión, ni a los criados, viven en el bosque y luchan contra los "perros guardianes" de los ricos. Florea Codrilor, capitana de los "aiducs" se presenta como "una amante del bosque, amiga de los hombres libres, justiciera de la injusticia". Son los bandidos rebeldes que por la justicia, la tierra, la libertad, que luchan en una guerra irregular contra los grandes señores feudales y contra su soldadesca para vengar a los débiles a pesar de la apatía de las masas campesinas.
El grueso principal de su malograda obra -cuya labor apenas si sobrepasa la década-, lo forma la serie La vida de Adrián Zograffi, que comprende los siguientes títulos: Kyra Kyralina, Codine, Mijhail y La casa Thuringer, un conjunto de libros encajados y relacionados unos con otros con una coherencia que recuerda las historias contadas por experimentados vagabundos alrededor de una fogata...Adrián Zograffi es, sin duda, el retrato del propio Panait que se define a sí mismo como "un joven que ama el Oriente Es autodidacto, busca la instrucción donde quiera que se halle. Vive, sueña, desea muchas cosas. Más tarde tendrá el valor de decir que muchas cosas están mal hechas, tanto por los hombres como por el Creador". Panait no necesitó ninguna declaración de principio para ser considerado como un escritor revolucionario. Sus novelas son por si mismas un cuadro vivo y vindicativo de los conflictos que sacuden a su pueblo natal, de las luchas nacionales y de las revueltas obras y campesinas...En Istrati encontramos el abigarrado mundo del Oriente, el tráfago de los bazares, de los muelles, de la vida nocturna, de los marginados, la dura vida de la gente sencilla. A veces se detiene para gritar, como cuando escribe: “Y vosotros queréis ser legisladores, vosotros, ogros de la hermosa infancia! ¡Vosotros taberneros, tenderos, comerciantes, vosotros, grandes propietarios de fincas cuya tierra es negra como vuestra alma!. Y vosotros tenéis academias, tenéis cátedras de moral, tenéis iglesias que predican la compasión al estrépito ensordecedor de las campanas, tenéis Parlamento y no sabéis lo que se oculta en el pecho de un niño, no sabéis nada de toda esa vida que podría ser tan hermosa y que vosotros prostituís”.
Otra obra importante de Panait Istrati que no se puede olvidar es Los aiducs. Los "aiducs" son los hombres y las mujeres que no soportan la opresión, ni a los criados, viven en el bosque y luchan contra los "perros guardianes" de los ricos. Florea Codrilor, capitana de los "aiducs" se presenta como "una amante del bosque, amiga de los hombres libres, justiciera de la injusticia". Son los bandidos rebeldes que por la justicia, la tierra, la libertad, que luchan en una guerra irregular contra los grandes señores feudales y contra su soldadesca para vengar a los débiles a pesar de la apatía de las masas campesinas.
Aunque Rumania
consiguió su independencia en 1912, la lucha contra la opresión griega y turca
mantuvo muchas espadas en alto, en el campo tomando formas tan antiguas como la
de los bandidos populistas, en las ciudades mediante las luchas obreras
animadas por los socialistas. Los señores feudales y los burgueses habían
colaborado estrechamente con las fuerzas de ocupación y la vida de las masas
populares, que tan bien había conocido Panait, fue algo parecido a un infierno.
Ya en 1907, bajo la influencia de la revolución rusa de 1905, los campesinos de
Moldavia se sublevaron. Años más tarde, alentados por la revolución de Octubre,
el partido agrario de Stambolouski, sostenido par un potente movimiento
campesino, intentó desarrollar una reforma agraria en provecho del campesinado
pobre. En 1923 viene el fracaso. El líder agrarista es asesinado y
acusado de "bolchevique", y los campesinos rumanos volvieron a caer
en la apatía y en las tinieblas, por su parte, los grandes señores agrarios y
los burgueses se opusieron a cualquier "veleidad liberal" y echaron
mano del militarismo y del fascismo.
Cuando Panait Istrati publicó Los aiducs en
1926, el movimiento campesino y obrero rumano parecía aplastado y la revolución
social conocía un poderoso reflujo después del gran período revolucionario
de1917-1923, al tiempo que la revolución rusa comenzaba a demostrar su curso
burocrático. La nota pesimista con la que se acaba la novela es un poco
el reflejo de esta situación. Uno de los bandidos rebeldes constata tristemente
que en todas partes los tiranos continúan reinando, incluso entre los propios
"aiducs" vaciados de un apoyo real de las masas.
Pero al margen de su
tono pesimista, un canto a la revuelta contra la opresión, una llamada para
comenzar de nuevo de nuevo la lucha, escrita con el lirismo y la poesía de un
narrador nato. Después de haber abandonado el libro, sus personajes siguen vive
en nuestros recuerdos: Florea Codrilor que no soportaba el tedio y la
mediocridad, el obispo y el boyardo Dimitraki, violador y asesino de muchachos,
el sorprendente Splica, el monje que se convierte en “aiduc" después de la
muerte de su novia en manos de un terrateniente, y finalmente, Movila el Vataf
que huye con todo su pueblo...Todos quedan impresionados en nuestra mente como
los personajes de las viejas leyendas. El localismo de Panait nos aparece aquí
más universal que nunca, muy próximo a nosotros, ya que como escribió Blasco
Ibáñez: ”Rumania es un país de origen latino y los relatos orientales de
este gran escritor balcánico, por cuyas venas corren diversas sangres, tienen a
veces el colorido vigoroso de una novela española. Algunos de sus episodios,
especialmente aquellos en el que aparecen los "bandidos generosos" de
Rumania, heroicos y justiciero, recuerdan nuestros romances populares"
(4).
También se acerca a
nosotros por su voluntad de llegar a la gente. Panait no concebía otro tipo de
literatura que la que surgía de la experiencia de la vida, que la estaba al
servicio del pueblo. "Antes que escritor, diría, tengo que ser
hombre", y cuando como tal hombre se ponía a escribir era incapaz de
olvidarse de los suyos”. Por eso, con toda naturalidad y coherencia, Panait se
sintió identificado desde el primer día con la revolución rusa y con el
bolchevismo triunfante.
Considerado como un comunista sin carné, Panait fue uno de
los pocos escritores europeos invitados a la celebración fastuosa del décimo
aniversario de Octubre de 1917. La invitación provino de Christian Rakovsky, a
la sazón diplomático revolucionaria y considerado como la mano derecha de
Trotsky, el líder de la
Oposición de izquierda. En Rusia se encontró con Víctor
Serge, el escritor ruso-francés que hizo pronto amistad con Panait. Es evidente
que ambos influye ron en la evolución de Panait durante su estancia en la URSS, pero lo que determinó
su opción antiburocrática y antiestalinista fue su extraordinaria sensibilidad
ante la prueba de los hechos y su opacidad antela escolástica de los funcionarios
y de los escritores domesticados que querían hacerle ver que mediante la
doctrina lo blanco podía convertirse en negro y viceversa.
Panait inició su periplo por la Rusia soviética ebrio de entusiasmo. Declara que no piensa criticar unos defectos que posiblemente existan porque con ello ayudaría a la campaña incesante de la contrarrevolución. No obstante, poco a poco, este entusiasmo se va convirtiendo en desilusión. No se trataba por su parte de ningún prejuicio político, no desarrolló ningún análisis crítico. De la misma manera que escribió sus novelas, partiendo de la realidad desnuda, Fue conociendo directamente como funcionaba el Estado "socialista" en plena superindustrialización burocrática, como actuaban los funcionarios arribistas ante las masas y frente a los viejos revolucionarios...Intentó hacerse oír, pero no le escucharon. Por el contrario, le advirtieron que por ahí sólo iba hacia el enfrentamiento con el comunismo oficial, a desaprovechar las ventajas del generoso mercado editorial que había hecho callar y otorgar a autores como Arthur Koestler.
Panait inició su periplo por la Rusia soviética ebrio de entusiasmo. Declara que no piensa criticar unos defectos que posiblemente existan porque con ello ayudaría a la campaña incesante de la contrarrevolución. No obstante, poco a poco, este entusiasmo se va convirtiendo en desilusión. No se trataba por su parte de ningún prejuicio político, no desarrolló ningún análisis crítico. De la misma manera que escribió sus novelas, partiendo de la realidad desnuda, Fue conociendo directamente como funcionaba el Estado "socialista" en plena superindustrialización burocrática, como actuaban los funcionarios arribistas ante las masas y frente a los viejos revolucionarios...Intentó hacerse oír, pero no le escucharon. Por el contrario, le advirtieron que por ahí sólo iba hacia el enfrentamiento con el comunismo oficial, a desaprovechar las ventajas del generoso mercado editorial que había hecho callar y otorgar a autores como Arthur Koestler.
Su aproximación a la Oposición de izquierda
fue también muy "a su manera", a través de los hechos y del corazón,
pero no por ello menos firme. Su contribución a la crítica que ésta desarrollaba
contra el estalinismo se concretó en un libro, Vers l' autre flamme
(traducida al castellano como Rusia al desnudo), que apareció con su
firma aunque, en realidad, fue escrito, en su segunda y tercera parte, por
Víctor Serge y Boris Souvarine respectivamente, a la sazón destacados líderes
de que ya se empezaba a llamar "trotskismo" la publicación de este
libro escrito con la intención de recuperar el ideal socialista del barro en
que la burocracia lo estaba hundiendo, significó el inicio de una vio lenta
campaña animada por el comunismo oficial.
Durante el tiempo que le quedaba de vida y recluido
enfermo en su país, el nombre de Panait Istrati se convirtió en anatema. Se le
acusó de haber roto con la URSS
porque durante su visita no se aceptó las presiones económicas del estalinismo
(que lo podía enriquecer con la edición de sus obras en la URSS), ni la tentación
de cambiar de barricada por la gloria, y al final, hasta a fuerza de
repetirlo en la prensa, se llegó a creer que en su retito se avino a colaborar
con el fascismo rumano, una mentira que llegó a calar en los medios libertarios
donde ra profundamente admirado. Recluido en Rumania, sin apenas amigos,
desilusionado aunque firme en sus convicciones revolucionarias, Panait no pudo
contrarrestar esta campaña. Había sido un adelantado en la denuncia de la
"revolución traicionada' y no fue comprendido. A una detrás de otra, todas
las calumnias fueron desmontadas. Pero cuando esto ocurrió, habían pasado
varias décadas y Panait era ya un autor sobre el que habitaba el olvido.
Sin los
acondicionamientos políticos de antaño -en pro o en contra-, la figura de
Panait Istrati ha ido resurgiendo hasta ir ocupando el lugar que merece: el de
un clásico de la novela y el de un verdadero revolucionario que no claudicó
ante el estalinismo.
Notas
(1) Citarlo por Alexander Talex, prólogo de Le pèlerin du coeur, obra que reúne los textos autobiográficos de Panait Istrati (Gallimard, París)." Talex fue uno de los escritores franceses que más trabajaron en los años ochenta del siglo pasado por la “rehabilitación” de Panait, lo que llegó a ser un hecho incluso en su país natal al menos desde poco después de la liberadora muerte de Stalin, mientras que en Francia, su país adoptivo, surgió una animosa entidad llamada "Els Amics de Panait Istrati" que llevó a cabo la edición actualizada de toda su obra en el curso de la ciada década.
(1) Citarlo por Alexander Talex, prólogo de Le pèlerin du coeur, obra que reúne los textos autobiográficos de Panait Istrati (Gallimard, París)." Talex fue uno de los escritores franceses que más trabajaron en los años ochenta del siglo pasado por la “rehabilitación” de Panait, lo que llegó a ser un hecho incluso en su país natal al menos desde poco después de la liberadora muerte de Stalin, mientras que en Francia, su país adoptivo, surgió una animosa entidad llamada "Els Amics de Panait Istrati" que llevó a cabo la edición actualizada de toda su obra en el curso de la ciada década.
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