jueves, 30 de junio de 2016

Pierre Broué, POR QUÉ SE PERDIÓ LA GUERRA Ángel GARCÍA PINTADO (*)



POR QUÉ SE PERDIÓ LA GUERRA
Ángel GARCÍA PINTADO  (*)

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Su libro ‘La revolution et la guerre d'Espagne’, escrito en colaboración con Emile Témine fue un clásico de nuestra existencia clandestina. Vendido bajo cuerda, importado en el doble fondo de las maletas (no tocar: lectura peligrosa), nos acompañó
como una linterna para atravesar el túnel.

- Por qué se perdió la guerra?
- La guerra civil española se produ­ce durante un período histórico de predo­minio de la reacción. El equilibrio mundial había sido modificado por la llegada al poder de los nazis en Alemania. Por otra parte; este periodo quedó estigmatizado con una serie de derrotas obreras encade­nadas en toda Europa. Sin ésas derrotas no hubiera habido guerra. Las huelgas de junio del treinta y seis en Francia,  el mo­vimiento revolucionarte de principios de ese año y la revolución española iban en un sentido contrario y su victoria hubiera vuelto del revés el signo reaccionario de los tiempos. La derrota de la revolución española, en un contexto general que ha­cía más difícil el triunfo, se debió al hecho de que no existieron organizaciones que desearan llevar esa revolución a la victoria.
Resultado de imagen de pierre broue-¿Las luchas intestinas en la retaguar­dia republicana fueron, a su juicio, tan
decisivas para el desastre?           
- Sí, sí, desde luego... Pero esa sería una razón demasiado general. Lo que yo creo es que los esfuerzos hechos por con­tener la revolución han debilitado ésta y han preparado su derrota.
- Unos lo  achacan a la hegemonía del estalinismo, otros a la falta de cohesión organizada  que caracterizó a las organizacio­nes revolucionarías como CNT, FAI, POUM…. ¿Usted, como trotskista,  claro está, debe de tener sus ideas?
- Sí, sí…La desorganización y la au­sencia de centralización necesaria en una guerra fueron en gran parte culpa de las tradiciones anarquistas; ellas facilitaron la tarea de los estalinistas, quienes tuvieron así ocasión de utilizar la necesidad de centralización, que era evidente, para prac­ticar una centralización de tipo contrarrevolucionario.
-¿Cómo podría haber evitado la izquierda la insurrección rnilitar- fascista?
- Si hubiese existido una orientación clara en la dirección de los partidos obre­ros, tal vez habría podido hacerlo, Una orientación que hubiese cuestionado, lo más rápidamente posible, la posición del Ejército. Sí, es un poco como la experiencia chilena... Cuando se cree que el Ejército es constitucional, que es legalista, que obedecerá…entonces nos atamos las manos y quedamos desarmados. No sé si el golpe militar se hubiera podido evitar como digo, pero en todo caso, al menos, se habría afrontado en condiciones menos desiguales.
- ¿La guerra civil tiene aún tantos mis­terios no aclarados?...        
Resultado de imagen de pierre broue- Por una parte hay aún muchos puntos oscuros, y por otra, una línea general que  está bastante clara. Puntos oscuros son,  por ejemplo,  la actuación de la GPU soviética, o la posición que en ciertos momentos pudo adoptar el anarquista Durruti con sus declaraciones, contradictorias, sobre la relación entre guerra y revolución; más oscuridad, o claridad dudosa: las mismas circunstancias de la muerte de Durruti... Hace poco recibí una larga protesta por escrito de uno que fue alto funcionario de la misión económica alemana, replicándo­me a lo que yo había escrito sobre la intervención nazi en el bando franquista. Bueno, cogí y mandé a Barcelona, al cen­tro de investigación sobre la guerra civil, estos documentos. Allí pueden prestar más servicio que si me los guardo yo, ¿no cree ?... Hay que abrir sin condiciones los archivos a todos los investigadores. Ayer hablé con un representante de la Fundación Pablo iglesias y me contaba los es­fuerzos que hacen para reconstruir los ar­chivos socialistas, una gran parte está destruida. En cuanto a los archivos oficiales, ahí están los de Salamanca, muy mal clasificados por cierto y difícilmente abiertos. Además, no sé si sabrá que falta una parte de ellos. Sí, parece que es el señor De la Cierva..., que se la ha llevado a su domicilio; actuaciones como ésta no creo que se hagan con el ánimo de facilitar la tarea de los demás investigadores, ¿verdad?
-¿Y el caso Nin? ¿Ese asesinato del que aún hablamos y hablaremos por algún tiempo y que Claudín calificó de "ultraje al comunismo"?... ¿Es parcialmente un misterio o está  todo muy claro?...
- No, no se puede decir que todo esté claro. Faltan precisiones, fechas, lugares, hechos... Y, sin embargo, al mismo tiempo, todo está bien claro. Nin fue detenido la Policía de la Generalitat y entregado a la Policía privada que los estalinistas habían organizado; éstos, a su vez, tenían agentes en la Policía republicana. Esperaban que el jefe del POUM confesara crímenes que no habla cometido para preparar un proceso como el de Moscú. Como Nin no confesó, tuvieron que matarle. El argumento es nítido. Pero hay más casos Nin en esta guerra. Ahora me carteo con una familia israelí que perdió a uno de sus miembros: un joven alemán, a  quien llamaban Moulin, que era trotskista y estaba en relación con los amigos de Durruti en Barcelona cuando las jornadas  de mayo. Fue detenido y desapareció de la misma manera que Nin. También está el caso del ex secretario de Trotsky, el eslovaco Wolf, desaparecido de igual modo.
Resultado de imagen de pierre broueEn mis investigaciones he conocido a un hombre a quien no puedo nombrar, pues se lo he prometido; ha escrito sus Memorias, que habrán de ser publicadas después de su muerte. Se trata de un alemán que pertenecía a los servicios secretos del PC alemán, aunque en realidad su trabajo era con el servicio exterior de la GPU; ha desempeñado un papel en el asunto Nin, porque gracias a una llamada también anónima de un informador halló en una librería de Lérida algunos de los documentos que sirvieron para la acusación posterior contra Nin. Entre esos documentos, un plano de Madrid con un mensaje hecho con tinta simpática firmado con una N y que era falso, claro es. Este alemán, que se hizo con esos papeles empleados en la campaña contra Nin, fue quien detuvo también a Wolf. Más adelante, el alemán fue a su vez victima de sus métodos y rompió con el estalinismo. También pienso que si los señores Carrillo y Lister quisieran hablar sinceramente, nos enteraríamos de muchas cosas. En el caso Nin creo que el buró político del PC español fue informado. Yo quisiera saber dónde se encuentran los archivos de la Policía republicana durante la guerra, si han sido utilizados o si se los llevaron de aquí. He preguntado ahora en este viaje si se pueden encontrar. Sería el único modo de investigar con seguridad, nos aportaría hechos nuevos.
- ¿Militar en un partido como usted lo hace puede ser un obstáculo a la objetivi­dad necesaria para un historiador o, por el contrario, favorece la labor de investiga­ción?
Resultado de imagen de pierre broue- El militante es el hombre que preten­de hacer la Historia; por consecuencia, no tiene una visión fatalista y es muy útil no tener esa clase de visión cuando se escri­be la Historia como historiador, porque entonces no se intentan justificar los he­chos consumados, sino comprender las di­ferentes posibilidades en tal o cual mo­mento y explicar por qué es una y no otra la que ha prevalecido. Bajo este punto de vista, ser militante es muy eficaz para la actividad intelectual del historiador, para sus exigencias. Ahora bien, la condición de militante te crea también obstáculos materiales. Por ejemplo, tal historiador franquista que considera que lo que yo he escrito es porno-historia, procurará poner­me todos los obstáculos para que yo ac­ceda a los documentos. Entonces si, cla­ro, resulta contradictorio ser militante e historiador. Pero yo sigo creyendo que esta dualidad reúne mayores ventajas y hace mi trabajo más positivo.
- Usted le ha dedicado en su vida mu­cha atención al parlamentarismo, ¿cree que España tendrá a través de él una salida más airosa que en los demás países del Occidente europeo, donde parece haber cumplido una función de adormidera para tos ciudadanos, para la lucha de clases?
- Sí, si..., de adormidera, es cierto. Concretamente en España creo que ha sido el medio de consolidar el centralismo español en relación con el problema de las nacionalidades, que es hoy un elemen­to explosivo para el Estado centralizado.
- Después de Franco, ¿había otra so­lución?
- No sé... Creo que esta era la solu­ción buena para la burguesía española. Sin duda la salida más razonable. El mo­vimiento obrero español necesita un plazo, que me es difícil estimar ahora, para re­construir sus fuerzas, sus instituciones... En mi libro hablo de las casas del pueblo, de sus periódicos y de tantas cosas con­fiscadas por el franquismo, ¿qué ha sido de ellos? Esta pérdida es una gran dificul­tad. Los movimientos han sido despojados de su pasado, de sus conquistas históricas, de sus realizaciones... Y reconstruir es uno de los factores que más pesan en la lucha de los movimientos obreros. Mi opi­nión personal es que el boicot a las elec­ciones hubiese sido una medida suscepti­ble de impedir los esfuerzos de normaliza­ción del Gobierno. Si los partidos obreros se hubieran negado a participar en la ma­niobra, ésta se habría vuelto inoperante.
- ¿Cree en la posibilidad de que España pueda aportar un modelo más avanzado dentro de la democracia burguesa eu­ropea?
- No, no lo creo. Porque no creo que la sociedad española tenga la fluidez suficien­te, la economía y los recursos que permi­tan dar a luz un modelo de esa democra­cia en nuestro tiempo.
- Pero algo ha cambiado...
- SI, por supuesto. Desde el año cin­cuenta y dos no venia a España. Y aparte de otros cambios he apreciado sobre todo un talante menos agresivo en las Fuerzas de Orden Público, menos represivo que aquel que conocí entonces... Reciente­mente estuve en Canadá en un coloquio sobre la guerra de España que se celebró en Montreal. España envió a unos milita­res que aparte de algunas explosiones se portaron como buenos demócratas, o al menos intentaron hacerlo, dando la imagen de una España reconciliada. ¡Hombre¡ me dije, esto empieza a no ser lo mismo. •


(*) Publicada en el número 254 de Cuadernos para el Diálogo (sábado, 11 de marzo de 1978)




Nota. En la presentación de Pierre Broué (1923-2005), Ángel lo describe como, “tal vez cincuentón, campechano profesor de Grenoble”, señala su filiación “trotskista lambertíano”, lo cual dejó de ser tiempo más tarde, y lo sintió como una liberación de los corsés sectarios de los que también participó. Habla de “escrupuloso historiador”, algo que nadie le podrá negar, y la obra arriba citada (de la que existen varias ediciones en castellano en Fondo de Cultura Económica de México, sin olvidar otras “piratas” durante los años setenta, por ejemplo la OICE hizo una edición). En su momento (principios de los sesenta), representó un serio esfuerzo por situar la guerra española desde una perspectiva de guerra de clases.
 Broué era un trabajador incansable, investigador que cuidaba el detalle, responsable de una obra enciclopédica centrada en la historia del comunismo en las primeras décadas del siglo XX, sobre todo en algunos de los apartados en los que León Trotsky tuvo un protagonismo. Fue el más prolífico editor y estudioso de la vida y la obra de Trotsky, siempre a contrapelo de las audacias de Isaac Deutscher. En la presentación de la entrevista se dice que “Broué y sus camaradas están empeñados en reconstruir la IV Internacional y trabajan activamente en la reunificación con el trotskismo de Ernest Mandel, esperando superar pronto una escisión que se produjo hace veinte años. Las bases para el entendimiento ya están puestas. ("ambas partes hacemos esfuerzos por lograrlo"). Esta fue una información optimista que expresaba posiciones que Broué defendió años más tarde.
La nota también detalla que “Broué, con militantes de ambos partidos, ha formado un equipo que investiga para recopilar todos los escritos”, lo que se refería al Instituto León Trotsky que durante los años ochenta y parte de los noventa publicó una abundante colección de ‘Cahiers Léon Trotsky’ dedicados a la historia del trotskismo, y entre los cuales hubo al menos tres relacionados con la crisis española de los años treinta, y en los que colaboramos diversos especialistas hispanos como Pelai Pagès, Andy Durgan, Javier Maestro, Agustín Guillamón, y yo mismo.

Pepe Gutiérrez-Álvarez.

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