jueves, 16 de junio de 2016

La revolución irlandesa y el cine

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La revolución irlandesa y el cine

Aparte de la mexicana, dudo de que exista una "revolución" tan filmada como irlandesa, entre otras cosas porque el tema interesó especialmente a los irlandeses que hicieron carrera en Hollywood como John Ford..
En ello concurren al menos dos factores. Primero, el hecho de que se trata de una "revolución" que se ha manifestado a través de mucho tiempo, con un capítulo inicial al calor de la toma de la Bastilla. De entonces podemos quedarnos con una frase de Percy B. Shelley: "Un país que oprime a otro no puede ser libre", y al menos con una película, Orgullo de raza, estúpido nombre español de Captain Lighfoo (USA, 1954), de Douglas

Sirk...Segundo, por el peso de los irlandeses emigrados o exiliados (la diferencia a veces es nimia) en Hollywood, con John Ford a la cabeza.
Ford, hombre curioso y ambivalente, un conservador que defendió la República española, un romántico del Séptimo de Caballería que defendió a Mankiewicz contra los inquisidores, regresó en numerosas ocasiones a Irlanda y en alguna de las cuales adaptó obras de escritores nacionalistas revolucionarios irlandeses y además comunistas al final, como lo fueron Liam Flaherty, autor de la soberbia Insurrección y del que adaptó El delator (The informer, USA, 1935), con una inolvidable interpretación de Víctor McLaglen, y Sean O´Casey, del que hizo un doblete, primero con la clásica y poco conocida La estrella y la osa mayor (The Plough and the Star, USA, 1936), que contaba con un reparto encabezado por Barbara Stamwyck y Preston Foster, y con un vigoroso "biopic" El soñador rebelde (Young Cassey, USA, 1965), que fue su penúltima película y que tuvo que concluir Jack Cardiff. Protagonizada con convicción por Rod Taylor, Julie Christie, Maggie smith y Michael Redgrave, no está entre las buenas del autor de El hombre tranquilo, pero tiene sus puntos de atracción.
Ford no esconde la rabia social de Sean, el autor de Rosas rojas para ti, que fue un éxito en los escenarios españoles en los años setenta, entre otras cosas por sus cargas bien destiladas por la traducción de Alfonso Sastre.
Resultado de imagen de La revolución irlandesa y el cineEn una lista bastante extensa cabe evocar (por su atrevido y "subversivo" significado político), una gran producción como Parnell (John M. Stahl, Usa, 1937), un "biopic" del famoso revolucionario-posibilista que fue encarnado por Clark Gable, y que sin embargo fue un fracaso en taquilla. Quizás porque Stahl ofreció medio Pernell, porque entero habría sido demasiado subversivo. Todos estos personajes, Flaherty, O´Casey, Pernell, y no digamos Jim O´Connolly, son muy ricos, y por lo tanto, dignos de estudiar y conocer.
La lista es casi interminable con títulos -todos distinguidos- de H. C. Potter:  (Adorable enemiga; Beloved enema, USA, 1936); Carol Reed (Larga es la noche; Odd Man out, GB, 1947); Michael Anderson (Luces de rebeldía; Shake hands with the devil, USA, 1959)... En los tiempos recientes, Neil Jordan (Juego de lágrimas; Michael Collins), Jim Sheridan (En el nombre del padre, El prado; The boxer), Terry George (En nombre del hijo), Pat O´Connor (Fools of fortune; Tiempo de Ira; Cal...), Roger Mitchell (Titanic Town), Paul Greengrass (Bloody Sunday), Peter Mullan (Las hermanas de la Magdalena), una de las películas más fuertes que se hayan hecho sobre la mentalidad machista y esclavista de la Iglesia católica que, pro cierto, no queda muy bien librada en la película de Loach. Es la que define con mayor claridad la diferencia entre reformistas y revolucionarios...
Esto sin olvidar, claro está, el propio Ken Loach que sobrevivió al ostracismo al que querían condenarlo con Agenda oculta (Hidden agent,. GB. 1990), con la que obtuvo el Premio especial del jurado en Cannes. Agenda...conmovió la Gran Bretaña bienpensante con una denuncia política que fue rudamente denostada desde los medias, pero en absoluto contradicha por los hechos. Loach se adentró en el terreno de la denuncia política concreta (con pelos y señales), desvelando las implicaciones de los servicios secretos británicos en un crimen de Estado en el Ulster, y de paso en una maniobra desestabilizadota que contribuiría a la decisiva victoria de Margaret Thatcher, la misma que En nombre del hijo aparece citado a Francisco el de Asís, y cuyos intereses quedaron en evidencia cuando se comprometió para salvar...a Pinochet. Agenda... es una película que conviene revisar (para eso está el DVD, y las salas de proyección en muchas entidades), comprobar como la frase de Shelley sigue siendo pertinente.
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Mientras que en Agenda...Loach cuenta con una técnica que parece casi de un documental, la investigación de un policía inglés (Brian Cox) en el Ulster sobre la muerte de un simpatizante del IRA y de un norteamericano defensor de los derechos humanos, para descubrir una trama de guerra sucia. Loach, en El viento agita la cebada, la historia retrotrae décadas atrás (Irlanda, 1920) pero mantiene el mismo hilo de investigación e indignación moral (y política), que tanto molesta a una derecha como la británica, fuera de toda sospecha, pero con un historial sobre el que solo recientemente se está hablando a fondo...El viento...nos hala de unos campesinos que se unen para formar un ejército de guerrilleros voluntarios y enfrentarse a las tropas ocupante llamadas Black and Tans -Negro y Caqui, por el color de sus uniformes-, tropas británicas enviadas para sofocar las aspiraciones independentistas irlandesas de cualquier manera. Una historia que -obviamente- oculta no produce indignación, y ya sabe, no hay que mirar hacia atrás con ira. No sea que se molesten en el “pantano” del centrismo termidoriano
Con El viento...Loach ha vuelto a ser galardonado en Cannes, por un Jurado que seguro no pertenecía a la IV Internacional o algo así. Para sorpresa de los integrados y de los críticos exquisitos, se premiaba a una película "militante" que cuenta una página de la "revolución" que fue la lucha por la independencia de Irlanda a principios del siglo XX, concretamente en 1920 como ya lo había sido en Pascua de 1916, con el impresionante Jim O´Connolly, al frente. Es una historia que destila violencia, y que ha sido interpretada como un elogio al IRA, como si éste hubiera surgido de la nada, como una mera expresión de los "subversivos".
Resultado de imagen de La revolución irlandesa y el cineNo nos ahorra realidades que fueron tan ciertas como que hay noche y día: torturas, palizas, asesinatos, goles de la guerrilla y contraguerrilla. Por medio, se hace notar la presencia de un rudo sacerdote católico bendiciendo las acciones, confesando a los nacionalistas irlandeses. Que habla con autoridad en las discusiones intestinas del nacionalismo irlandés tras el Tratado con Gran Bretaña de 1922. Una realidad que hemos podido conocer también documental en obras clásicas como El rumor irlandés, ¿guerra de religión o lucha de clases?, de Jean-Pierre Carasso (Siglo XXI, Madrid, 1972), o el muy reciente, Sinn Fein. Un siglo de historia irlandesa, de Brian Feeney (Edhasa, Barcelona, 2005). Unas lecturas que evidencia el rigor documental del guión de Paul Laverty.
Naturalmente, Loach ha recibido toda clase de acusaciones, y habrá que distinguir entre las que se hacen desde el cine por el cine (un terreno en el que las opiniones suelen ser muy variadas), y las que se instan hacia la descalificación política (que a veces se disfraza de crítica cinematográfica. De entrada, el autor de Ladybird, Ladybird nos habla de algo que molesta profundamente, y lo hace con una seriedad y una sinceridad incuestionable. No añade la menor exageración a los episodios de la represión inglesa en la región de Cork. Tampoco las opciones políticas que plantea están sacadas de la manga, fueron así. Cierto que son posibles otros enfoques, Lean por ejemplo reparte responsabilidades: Hay británicos que actúan por disciplina, e irlandeses que traicionan, crueldad en una parte y otra. Pero eso no excluye que unos fueron los ocupantes y otros los resistentes. Podíamos seguir, pero como diría el propio Loach en una lejana entrevista sobre tierra y Libertad en El Viejo Topo, es hace estas películas con la intención de provocar el debate. De servir como plataforma para un forum en el que caben todas las opiniones. Y deben de haber muchas, porque la película ha sido un éxito, y la tenemos ya en DVD.
No hay más que darse una vuelta por los medias de "nuestra derecha" para descubrir que Ken Loach es una cineasta bastante molesto. De hecho, la mayor parte de producción anterior a Agenda oculta (que provocó las iras del stablishement británico cuando fue premiada en Cannes), permanece inédita entre nosotros con excepción del alegato antifamiliar de Family Life (luego "missing"), y solo los que seguimos la programación televisiva hemos tenido puntualmente acceso a títulos como Miradas y sonrisas, Black Jack, y la maravillosa Kes...El "mosqueo" que provocó entre nuestros historiadores oficialistas (esos que según una editorial de El País deben de ser los "responsables" de la "memoria histórica") Tierra y Libertad, fue como una patada en...
Resultado de imagen de La revolución irlandesa y el cineEl estreno en su día de El viento que agita la cebada puso de los nervios de punta al mismo Establishment siempre tan dispuesto a ver la barbarie en el ojo ajeno, pero que no quiere ver las vigas en el propio. Vigas como las de Kenia o la de Irlanda, eso por no hablar de las connivencias entre los conservadores británicos con el ascendente nazi-fascismo. Solamente cambiaron de opinión cuando Hitler no solamente invadió la URSS sino que también trató de invadir la Gran Bretaña. Pero lo que el "desvela (es) el secreto feroz de la colonización británica", una realidad sucia y criminal, ocupada por tropas especiales y torturadores sobre los que el guión de Paul Laverty no se ha inventado nada, al menos en lo que a la represión británica se refiere.
Ken Loach es lo que se llama un cineasta "comprometido". Está persuadido que el deber de escritores y directores de cine es "seguir tocando las heridas mal cicatrizadas" y eso es precisamente lo que vuelve a hacer en ésta su última película, El viento que agita la cebada, que para escándalo de fariseos viene avalada por la Palma de Oro en Cannes 2006, concedida por un Jurado formado por personalidades sumamente reconocida del cine europeo. Esta película que nos llega a hora con colas en los cines nos habla del conflicto de un viejo conflicto, el de la lucha por la independencia de Irlanda, una aspiración que ya en 1916 había dado lugar a la célebre insurrección de Pascua (en la que murió Jim O´Connolly, uno de los socialistas revolucionarios más avanzados de su tiempo). Loach (como sus guionistas habituales, Jim Allen y Laverty), es también tildado de "trotskista" (los fachas de Libertad Digital hacen una broma macabra al respecto), y eso significa -entre otras cosas- una fracción marxista británica que hizo suya la divisa del poeta Shelley: "Un pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre". Con esta película todos pueden contemplar ese secreto atroz del Imperio británico", subrayaría Loach en unas declaraciones en el momento de su estreno.
Resultado de imagen de La revolución irlandesa y el cineCon este filme, Loach vuelve a narrar con fuerza y rigor una crónica de guerra, como ya lo hiciera en Tierra y libertad, y regresa a una país que ya visitó con la cámara en Agenda oculta, un alegato sobre el terrorismo de Estado -británico- contra la gente del IRA, y una denuncia sobre la existencia de una conspiración detrás del irresistible ascenso de Margaret Thatcher, la novia de Pinochet, y la virgen a la que reza Especulación Aguirre. Con El viento...se han aproximado a un problema más a su historia, al momento en que se planteó el dilema entre reforma y revolución entre la gente revolucionaria que fundó aquel IRA de los años veinte. Un nueva oportunidad que acabó malograda pòr la propias contradicciones entre los resistentes irlandeses, una tema que está detrás de otra película importante: Michael Collins, de Neil Jordan.
La trama nos lleva hasta un grupo de campesinos en la Irlanda de 1920, quienes hartos de miseria y de opresión, se unieron para luchar contra las tropas británicas encargadas de sofocar las aspiraciones independentistas, que eran igualmente unas aspiraciones sociales. El joven Damien abandona su carrera de médico y se une al grupo de guerrilleros capitaneados por su hermano Teddy. Loach no se va por "terceras vías", y arremete contra la creencia infundida de que el Imperio británico fue "una institución de caridad", cuando en realidad "se basó en la violencia y la explotación". Loach precisó en sus declaraciones que "Esto es lo que enfada a la derecha". Una segunda lectura sobre esta colonización nos enseña que este produjo la brecha y la creación de dos bandos en Irlanda.
Por supuesto, ni Loach ni Laverty apoyan "todo" lo que el IRA ha hecho en estos años pero sí han querido mostrar "la justicia de su reclamación". No toda la historia del IRA es trigo limpio, ni mucho menos, pero hay algo básico: su derecho a la resistencia.
Desde este punto de vista la historia que cuenta en El viento que agita la cebada es "universal". "Es la historia de un Imperio tras otro y ahora le toca a EE UU. Es siempre la misma pauta: los estados se mueven con la riqueza, la gente se opone y, tras luchas sangrientas, los imperialistas tienen que retirarse", explicó el director, poniendo como ejemplo el escenario de Irak en la actualidad.
Laverty, por su parte, contó que el guión se gestó antes de la guerra de Irak, pero que las semejanzas son inevitables ya que en aquella época y en la actual se da "la misma retórica en los discursos de Churchill y Bush". "La psicología de la ocupación es muy similar", destacó el guionista, puntualizando que Loach y él querían hablar de temas "muy dolorosos y traumáticos sin romantizar la violencia".
Resultado de imagen de La revolución irlandesa y el cineComo es ya habitual con Loach, la crítica más "cinéfila" se ha dividido, y en algunos casos ha acusado al autor de Riff-Raff de maniqueísmo, lo que a mi parecer no es en absoluto cierto. Se trata de una aproximación mucho más ajustada que la mostrada ambiguamente por ejemplo en La hija de Ryan (David Lean, 1970), más "neutral" ya que reparte más o menos equitativamente errores y maldades, como si se tratara de analizar una comunidad de vecinos con aquella manera tan popular de distinguir que en todas partes hay gente buena y mala al margen del hecho mismo de la ocupación "manus militari". Una generalidad que supone una medida que tiende a olvidar lo más elemental: que los británicos eran los ocupantes, que estaban armados y legitimados para aterrorizar a la población, y que los irlandeses eran unos resistentes obreros y campesinos mal armados, y cuando mataban a un ocupante por medios "irregulares" eran tachados de "terroristas". Una vieja historia que en la época de la señora Thatcher los conservadores británicos aplicaron con su falta de escrúpulos habitual a Nelson Mandela. Y a la resistencia contra el "apartheid", un sistema que por cierto, fue profundamente admirado por el general Montgomery, y muy respetado por Wiston Churchill.
Un cine pues que molesta, una película que no tiene nada que ver con la basura imperante, una historia que hará vibrar a irlandeses (y palestinos), y que resulta francamente recomendable para una actividad cine-clubista que quiera combinar buen cine con temas de apasionante actualidad por más que hablen de una historia que todavía se puede tocar con las manos.

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