Daniel Guerin, un breve retrato
Dicho todo esto, quizás
no esté de más recordar la figura de Daniel Guerin, escritor y activista de variados
recursos —sociólogo, sexólogo, historiador, crítico literario, novelista,
investigador, etc.—, intelectualmente muy influyente en la segunda mitad
de los años treinta, Guerin (París, 1904-1988) evolucionó desde un marxismo
independiente y difícilmente clasificable, hacia un marxismo libertario poco
aceptado por los representantes de ambas opciones pero muy influyente entre las
nuevas
generaciones que imprimieron la impronta libertaria de los acontecimientos de mayo del 68 en Francia. Nacido en el seno de una familia perteneciente a la burguesía liberal. Empleado, luego corrector de una imprenta, homosexual militante, rompe a los 26 años con el ámbito familiar y se convierte en un culto militante sindicalista y socialista. En 1930, Daniel ingresa en la SFIO y en 1933 se aproxima a Trotsky, exiliado en Francia, al que visita y con el que inicia una animada correspondencia. Abandona la socialdemocracia para formar parte del grupo sindicalista revolucionario-marxista de Pierre Monatte que anima la revista La revolution proletarienne, en donde escribe sus primeros artículos importantes que, durante la guerra española, estuvo al lado de la CNT y del POUM.
generaciones que imprimieron la impronta libertaria de los acontecimientos de mayo del 68 en Francia. Nacido en el seno de una familia perteneciente a la burguesía liberal. Empleado, luego corrector de una imprenta, homosexual militante, rompe a los 26 años con el ámbito familiar y se convierte en un culto militante sindicalista y socialista. En 1930, Daniel ingresa en la SFIO y en 1933 se aproxima a Trotsky, exiliado en Francia, al que visita y con el que inicia una animada correspondencia. Abandona la socialdemocracia para formar parte del grupo sindicalista revolucionario-marxista de Pierre Monatte que anima la revista La revolution proletarienne, en donde escribe sus primeros artículos importantes que, durante la guerra española, estuvo al lado de la CNT y del POUM.
En esta época intenta
una conciliación entre las posiciones del sindicalismo revolucionario y el
marxismo heterodoxo. A mediado de los años treinta retorna en el partido
socialista (la SFIO)
para convertirse en algo así como la mano izquierda de Marceau Pivert, y tomar
parte de las ocupaciones de fábricas de junio de 1936. Animador intelectual de
la tendencia Izquierda revolucionaria dentro de la SFIO, miembro del
secretariado federal del Sena —corazón del ala izquierda socialista─ y de la Comisión colonial, será
excluido por sus inclinaciones «trotskistas» en 1938. En esta época, Guerin
colabora con la Liga
Comunista, y mantiene relaciones con Trotsky con el que
mantiene importantes acuerdos pero también diferencias, cuyo punto central de sus
diferencias con Trotsky es que Guerin cree prematura la IV Internacional
y se niega a romper con el «centrismo» pivertista. Como «pivertista» pasa a ser
uno de los fundadores del Partido Socialista Obrero y Campesino (PSOP), muy
próximo al POUM, con el que toma parte del llamado «Buró de Londres». Durante
la guerra española, Guerin formará parte de una comisión dedicada a investigar
sobre el secuestro de Andreu Nin y la persecución del POUM en la zona
republicana. Un testimonio muy vivo de esta época será su inexcusable obra Front
Populaire. Revolution manquée. Temoignage mililitant (Maspero, París. 1970), que
desdichadamente no está vertido al castellano.
En 1936 ya ha escrito
una de sus obras teóricas más notable, Fascismo y gran capital (Fundamentos, Madrid, 1977), precedida
por un relato periodístico sobre la situación alemana bajo el nazismo, Fascismo,
la peste parda (ídem).
Guerin desarrolla las aportaciones teóricas que sobre esta cuestión central
realizaron Trotsky y Nin, y demuestra la estrecha conexión entre las exigencias
políticas y económicas del gran capital y la emergencia del fascismo al que
opone la revolución socialista, como su verdadero antídoto. En misión especial
en Noruega en 1939, Guerin asiste a la «debâcle» del PSOP y se aparta de la
acción partidaria. Regresa a Francia en 1946 después de haber luchado contra la
ocupación nazi desde el exilio y milita como independiente de extrema
izquierda.
A mediados de los años
cuarenta, Daniel influenciado notablemente por Kropotkin, publica La
lucha de clases en el apogeo de la revolución francesa.1793-1795 (cuya versión abreviada y
reestructurada publica Alianza, Madrid, 1974), que causa una verdadera
conmoción dentro de la izquierda ya que pone en cuestión el modelo jacobino de
la revolución. Guerin destaca como la contradicción principal del período la
que enfrenta a la burguesía con las fuerzas populares; frente a las
instituciones y la ideología de la nueva clase dominante, se encuentran los
«sans-culottes» y «bras nus», y plantea la cuestión de la revolución permanente
en la revolución democrática, al tiempo que muestra las primeras huellas de la
búsqueda de un modelo de socialismo libertario entre la extrema izquierda
revolucionaria. En 1959, su nombre aparece entre los firmantes de la famosa
declaración de los 121
intelectuales que
denunciaban el colonialismo francés. Más tarde, Guerin encabezó una comisión
que durante 16 años ha llevado una encuesta sobre el asesinato del líder
socialista revolucionario marroquí Ben Barka, en la que establece rigurosamente
no sólo la responsabilidad de la monarquía halauita sino también de los
servicios secretos galos (dicha investigación fue publicada en el libro, Ben Barka, ses assasins. 16 ans d'enquête (Ed. Plon,
París).
En 1967 fue invitado a tomar
parte en los debates que preceden la formación de las Juventudes Comunistas
Revolucionarias (JCR), precedente de la Ligue Communiste
Revolutionnaire (LCR), de Alain Krivine y Daniel Bensaïd.
Durante el periodo que
va desde la guerra de Argelia hasta las postrimerías de mayo del 68, Guerin trabajará
primordialmente con el PSU, un partido en la extrema izquierda de la
socialdemocracia y de un funcionamiento interno muy abierto, al menos en
ciertos estamentos, y cuyo líder más reconocido fue durante años Michel Rocard,
luego uno de los «barones» más «pragmáticos» del miterrandismo. Durante este
tiempo, Guerin pasará a ser el principal teórico de una concepción sugerente y
abierta de un «marxismo libertario» que trata de sintetizar creativamente las
contribuciones más perdurables de ambas corrientes. Sigue sintiéndose próximo a
un marxismo crítico, de Trotsky y sobre todo de Rosa Luxemburgo (sobre la que
hará una recopilación muy polémica: Rosa Luxemburgo y la espontaneidad
revolucionaria (Proyección,
Buenos Aires, 1973), al tiempo que escribe diversos ensayos sobre el anarquismo
como Jeunesse du socialisme libertarie (traducida aquí como Marxismo y socialismo libertario (Proyección, 1964), que data de 1959 y
en la que hace una crítica al «jacobinismo» leninista y reivindica al joven
Marx humanista, al tiempo que plantea una relectura del anarquismo desde un
nuevo marxismo, un enfoque que, por citar un ejemplo, ha sido muy valorado,
entre otros, por Noam Chomski.
En 1965 publicará un
nuevo ensayo, El anarquismo (Proyección, 1968) en el que opone el socialismo
libertario frente al socialismo jacobino que considera en bancarrota, y en un
epílogo escrito en 1968 ve la traducción de estas ideas en el mayo francés y su
personificación entusiasta en Daniel Cohn Bendit quien, por cierto, toma muchas
ideas de Guerin. Ulteriormente, publicará Ni Dios ni Amo. Antología del anarquismo (2 vols, Campo Abierto. Madrid, 1977),
formando en total una de las aportaciones más influyentes y estimulantes del
último anarquismo o neoanarquismo. Esta influencia será igualmente
significativa en el terreno de la sexualidad, donde Guerin destacará como uno
de los primeros militantes que asumirá la cuestión homosexual desde un punto de vista emancipador.
En los medios izquierditas franceses fue uno de los primeros que planeó un debate
sobre la “cuestión homosexual”.
Animador infatigable de
viejas y nuevas controversias dentro del campo de la izquierda
extraparlamentaria, Guerin ha patrocinó en los años ochenta unos debates sobre
los acontecimientos de Kronstadt en 1921, superando las posiciones ultimatistas
y excluyentes para darle un sentido de reflexión y de crítica; desdichadamente
estas aportaciones, como las relacionas con Ben Barka, ya no tuvieron la
esperada traducción al castellano. Hace tiempo que Daniel Guerin desapareció de
nuestras librerías, y ahora únicamente se le se suele encontrar en los mercados
de segundo mano, o en las librerías de ideas.
Aparte de los libros ya
citados, Guerin reformuló sus ideas sobre: La revolución francesa y nosotros (Villalar, Col. Zimmervald,
Madrid, 1978), en abierta polémica con la derecha pero también con las escuelas
más «jacobinas». También dedicó una gran atención a los Estados Unidos, muestra
de ellos son tres obras suyas, Le mouvement ouvrier aux Etats-Unis
1867-1967 (Maspero,
París, 1967) que sigue siendo un trabajo «indispensable» para entrar en el
debate sobre una presunta «especificad» del movimiento obrero norteamericano;
Guerin obviamente le dedica una gran atención al IWW (Obreros Industriales del
Mundo); también Oú va le Peuple américain? (2 vols, Julliard), y Au Service des Colonises, Descolonisation du Noir américain (Ed. de Minuit), en la que se hace
portavoz reflexivo de las ideas de Fanon y de Malcom X.
Combatiente activo
contra el colonialismo francés, escribió: Les Antilles décolonisées, y L'Argerie
qui se cherche (Presence
Africaine), así como L´Álgerie Caporalisée (EDI. París, París, 1966), que suponen
trabajos muy valientes que abordan cuestiones que normalmente no se querían
abordar, a veces ni tan siquiera desde las izquierdas. Guerin fue editor de
antologías de clásicos marxistas como los escritos de Rosa Luxemburgo, Le socialisme en France (1898—1912) (Belfond, París, 1971) que reúne los
escritos «franceses» de Rosa en una edición crítica muy minuciosa, y de Trotsky,
concretamente Sur
la deuxiéme guerre mondiale (Seuil,
París, 1971), y en las que Guerin ofrece su propia interpretación y añade parte
de su correspondencia. Se trata de una obra que ha sido muy controvertida por
historiadores como Pierre Broué. A este vasto material hay que añadirles una
novela: El encantamiento del viernes santo, que apareció en Francia
en 1925 y que fue traducida para Bruguera en 1974).
A destacar también su
ensayo autobiográfico Un jeune homme excentrique, en la que aborda sus dificultades
militantes, y su identidad sexual, plenamente argumentada en el brillante
ensayo La revolución sexual después de Reichs y Kingsey (Tiempos Nuevos. Caracas, 1969) que
está en manos de El Viejo Topo para una posible reedición, y que constituyó en
los años setenta un material de primera magnitud para la gente revolucionaria
que había aprendido que la política es mucha más cosas que lo tradicional y que
se interrogaban sobre la miseria y la ignorancia de nuestra vida afectiva
y sexual. Guerin que incorpora en este libro su propio alegato sobre la
cuestión homosexual. Finalmente registramos la obra teatral Eux et lui cuya
edición fue ilustrada por el pintor surrealista André Masson (Mondiales), sin
olvidar su autobiografía Le feu du sang (1977)...
Por lo tanto, a la hora
de hablar de marxismo versus anarquismo, hay que tener muy en cuenta la vida y
la obra de Daniel Guerin, un clásico del pensamiento crítico situado en algún
lugar entre el marxismo y el anarquismo, siempre con un nivel intelectual y ético
de primera magnitud.
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