lunes, 20 de junio de 2016

“Carapalo” : Adiós a todo eso.




“Carapalo” : Adiós a todo eso.

Resultado de imagen de liga comunistaEn el último congreso de la LC, un “Carapalo”  desdibujado emergió como el líder indiscutible de una nueva corriente propia que llegó a representar un 10% de las votaciones en un debate abierto y con documentos diversos de la Tendencia Marxista cuyo rasgo principal era el propio “Roberto”, ahora más ausente y más crispado que de costumbre, en franca minoría, rodeado por un grupo de incondicionales en verdad desconcertados.  Defiende una enmienda a la totalidad apoyándose en una lectura (personal, casi exclusiva) de
Cornelius Castoriadis, un autor  que presentaba como “más allá de la izquierda marxista”. Por entonces,  Castoriadis comenzaba a ser conocido. “Ruedo Ibérico” había publicado diversos aportes socialbárbaros, en tanto que la colección Acracia que dirigía para Tusquest acababa de editar dos gruesos volúmenes de sus escritos.
Según me indica Joan Font, tuvo un encuentro con G. Munis, alias de Manuel Fernández Grandizo, antiguo mimbro del grupo de Nin, bolchevique-leninista durante las jornadas de mayo del 37, líder supremo de una corriente que rompió con la Internacional en 1949 y que editaba por la época “Fomento Obrero”. Habría sido un milagro que ambos hubieran llegado a un acuerdo aceptando al otro como líder superior.
Resultado de imagen de liga comunistaComo muchos otros, uno estaba al tanto de que el grupo “Socialismo o Barbarie” se había disuelto antes de los acontecimientos de mayo del 68. Pero, en realidad, a nuestro parecer, lo de Castoriadis no era más que un vestido nuevo para montar “otra película” protagonizada por Juan. Sabía que no iba a convencer a la mayoría que había ido perdiendo, por lo que, cuando dijo lo que quería decir, dio un portazo al Congreso con un gesto airado que señaló su fracaso, el punto final del trayecto iniciado cuatro años antes cuando se erigió en el guardián del “Programa”. Ahora el “programa” se escribía con minúscula, se trataba de contar con unos criterios marxistas sólidos, pero que convenía ajustar en función del imperio de una realidad que no esperaba a nadie.  Como en tantas otras ocasiones, la historia había pasado lejos de nuestras expectativas y él persistía en encontrar fórmulas magistrales para explicarlo todo.
Casi como único portavoz, Colomar insistió en el discurso de la “superación”, un criterio muy habitual entre los recién llegados que desaparecían en el capítulo siguiente, el propio grupo francés lo había hecho en vísperas de las barricadas del 68. Dijo cosas que nos parecieron extrañas como que había que dar el paso a una ruptura enloquecida con el movimiento obrero tradicional encorsetado por la burocracia, y le recuerdo frases que venían a decir que era hora de atacar los locales de los sindicatos.
Su fracción no tuvo mucha vida, se contaba que tenía su principal eje de intervención en la Plaza Real de Barcelona, entonces principal  foco barcelonés de la contracultura, por la que se podía ver a una fauna libertaria y rompedora como el ocurrente travestido libertario Ocaña o el dibujante Nazario, amén de antiguos radicales a los que la maniobra integradora de la Transición hundió más y más en la depresión y el estupor.
Resultado de imagen de liga comunistaEs verdad que en no pocos casos el desconcierto  pesó decisivamente en el ámbito de lo personal militante que, en buena parte, se quedó en el camino. Lo que trajo la Transición tuvo muy poco que ver con nuestras previsiones,  unos estaban cansados, otros descubrieron que ni tan siquiera habían resuelto sus problemas profesionales y/o sentimentales, otros dejaron de creer en lo que antes creían y tiraron el niño con el agua sucia de los errores. No obstante, una minoría siguió con sus ideales, entre ellos el veterano militante de Tornillería Mata en Cornellá, Gorki –se parecía al autor de Mis universidades-, que todavía se le puede ver movilizado entre los “Yayosflautas” con las pegatinas de Revolta Global.
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Rara avis siempre,  Colomar no mostró ningún interés por la carrera política ni por la fama mediática, su recompensa quizás fue aparecer como un maldito. Después de años de activismo, su vida se reafirmó en una vida familiar que al parecer añoraba y de la que me ofreció un vivo retrato un día que hicimos un largo trayacto de metro junto, mostrándose de lo más cordial. Entonces ya trabajaba en la Comisión sobre Seguridad  Ciutadana que dirigía Josep María Socias Humbert, abogado, considerado el "Arquitecto de la Transición en Barcelona"...Había hecho carrera en el régimen y en 1975 fue nombrado Secretario General de la CNS como la “mano derecha” del inquietante Martín Villa (dimitió cuando se marchó este) Esto haría que las malas lenguas divulgaron el bulo de que Juan trabajaba para la “bofia”.
En 1986, Colomar ganó las oposiciones a letrado, más tarde se trasladó al Ayuntamiento de Valladolid. Según Meritxell Josa, fue nombrado Secretario General de diversos Departamentos de la Junta Castilla-Leon. No obstante, parece que no se quedó en casa. Según Lluís Roca i Jusmet (que tambi`´en participçó en la pequeña aventura colomarista), fue “a través del pensamiento de Nietzsche,  que entra en relación con los círculos de extrema derecha” (2), también con personajes siniestros total como Ernesto Milá, entre otros. Eso hizo que lejanas antipatías dejaran paso al rechazo drástico, de manera que casi nadie de aquellos tiempos escribió sobre él a la hora de su muerte.
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En algunos comentarios se ha trazado un círculo fácil: la cabra siempre tira al monte...Colomar regersó a los orígenes. Esta es una apreciación al menos discutible, en perimer lugar porque no han sido pocos que teniendio un pedrigri izquerdistas inmaculado han acabado en la verdadera derecha (la neoliberal) o en grupos nacionalistas esdpañoles excluyentes (Gustavo Bueno, César Alonso de los Ríos, ect), en segundo lugar porque se trata de variaciones que responden a momentos históricas distintos. Mientras que en los sesenta-setenta, el péndulo iba desde la derecha a la izquierda, en los ochenta-noventa  fue justamente al revés. 
En 1996, Colomar hizo suyo el fantasmagórico Partido Nacional Republicano (PNR), de una república uniformista –España una y no veintiuna- opuesto al federalismo. Esta ínfima formación retomaba el nombre del liderado por el prestigioso jurista Felipe Sánchez Román durante la II República, aunque su líder fue el redactor del moderado programa del Frente Popular en 1936.
Bajo la dirección unilateral de Colomar, la opción del PNR  ha sido a veces caracterizada como “nacional-bolchevique”, una terminología de éxito en los medias a finales del siglo XX. En pleno apogeo del neolenguaje, se suele olvidar “pequeños detalles” como que Lenin consideraba a Rusia como una “cárcel de pueblos” y era rotundo partidario del derecho de autodeterminación de las nacionalidades sin Estado, justo lo contrario de lo que pregonaba el último “Carapalo”.
Resultado de imagen de liga comunistaPor lo tanto, por nuestra parte no hay mucho que decir sobre este “último combate” de alguien que en su juventud fue un constante defensor de las aportaciones leninistas, tiempo del que le quedó un cierto regusto terminológico. Pero mirado con más detenimiento, sus recursos de izquierdas no se emplearan a favor de la mayoría social, del pueblo trabajador, del movimiento obrero organizado, sino de España como destino en lo universal. A todo esto hay que añadir  una evidente decadencia, parece que Juan no hubiese leído nada sustancioso desde los tiempos de Castoriadis. En sus artículos prima el delirio. El grupo se relacionaría con toda la sopa de letras de la extrema derecha no integrada en el PP, incluyendo  Falange o Plataforma por Cataluña. Su base social es prácticamente  inexistente, en un you tube que informa de un acto en el que  parece no haber nadie aparte de la mesa. La mayor parte de las noticias sobre “el partido”, cuenta las entrevistas de Colomar con tal o cual  “preboste”, como gustaba decir antaño. Los enemigos de ahora son los separatismos y la “emigración descontrolada”. En su España una, grande y republicana no tienen cabida las nacionalidades históricas”, las “naciones lingüísticas”, las “realidades genéticas” y demás engendros “etno-culturales”. Su República no tiene nada que ver con las tradiciones democráticas de este país (de países) Esto queda claro cuando proclama “el nuevo republicanismo hará bien en distanciarse en todos los planos –ideológico, político y simbólicos de las anteriores y aciagas experiencias republicanas desarrolladas en nuestro país”. Aciagas porque, como diría José Luís Sampedro, la República fue asesinada por una oligarquía que pagó a los militares “africanistas” que se sublevaron contra la mayoría, contra el pueblo trabajador que era sentido como una amenaza para sus sacrosantos intereses.
Resultado de imagen de liga comunistaCuando se refiere a un repunte de las movilizaciones, se refiere “principalmente (a) la oposición a los pactos entre Rodríguez Zapatero y la banda terrorista y separatista, las llevadas a cabo en apoyo a las víctimas de ETA, o la exigencia de esclarecimiento de los atentados del 11-M, menospreciando cualquier otra pista que no sea la que ha de llevar a ETA por encima de toda evidencia. Junto a esos ejes fundamentales, existen otros que podrían fecundar la lucha: la defensa de la lengua española allí donde se pretenda erradicar; la oposición a la inmigración ilegal y restricción de la legal; la defensa de las libertades democráticas contra la censura y represión de los españoles, la resistencia a la precariedad laboral y las deslocalizaciones de empresas, etc.” Lo primero es lo primero, y lo último, es lo último, un recurso que se puede encontrar perfectamente en el discurso de los nuevos grupos fascistas más o menos sofisticados. Como cabía esperar, tras la muerte de Juan, el PNR prácticamente dejó de respirar.
No sigo por respeto a los tiempos en los que “Carapalo” dio lo mejor de sí mismo.

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