El asesinato de Lorca en el cine
El caso de Federico García Lorca (1898–1936) resultó el asesinato más célebre de los muchos perpetrados por los golpistas desde el inicio de la guerra hasta pocos del fallecimiento de Franco. Según Ian Gibson Lorca, su muerte y su proyección, significaron una aportación importante en las conquistas democráticas. La batalla por la verdad de su asesinato por encima de la maraña habitual de los adictos acabó imponiéndose antes que en otros casos. Poeta, dramaturgo y prosista de reconocido talento para otras artes, homosexual con todas las consecuencias, fue y sigue siendo, el asesinato más célebre de todos los perpetrados por los sublevados que no podían soportar alguien así, tan libre. Teniendo en cuenta que fue un poeta enamorado desde mucho antes de las imágenes, era natural que el cine le inspirase una línea de afinidad y que, por la riqueza y trascendencia de su trayectoria, le dedicara una atención especial. Dicha afinidad no tuvo ninguna traducción concreta en su tiempo, aunque se cuenta que Un perro andaluz (1928 está inspirada en el poeta granadino. De lo que no hay es que el cine mostró un gran interés por su vida, su obra y su muerte aunque hasta el momento “el Lorca” de cine más importante sigue siendo Lorca, muerte de un poeta, una producción televisiva dirigida que fue el último trabajo importante de Juan Antonio Bardem, 1/ quien rompió en 1987 el tabú. Bardem trabajó con fragmentos de noticiarios y otros documentos de la época para dar mayor veracidad a una trama sobre la que fue asesorada por el historiador irlandés Ian Gibson, un investigador que había llegado hasta las últimas circunstancias de este crimen, incluyendo los nombres y apellidos de su principal ejecutor.2/
En
cierta medida, no era otra cosa lo que sucedía en La luz prodigiosa (2003), que aborda la cuestión desde una
hipótesis totalmente imaginaria. Obra de Miguel Hermoso (Truhanes), se basada en una novela de Fernando Marías en la que el
autor fantasea sobre la posibilidad de que García Lorca (Nino Manfredi en la
película que fue su última y muy digna interpretación) no hubiera muerto
ejecutado y hubiera terminado sus días como un vagabundo cualquiera por
Granada. Hermoso indica:”…la película no cuenta ningún pasaje biográfico de la
vida de Lorca. Federico es más bien un mito y una alegoría. A través de esa
historia llegamos a hacernos algunas reflexiones sobre la solidaridad humana, o
cómo se trata a los artistas desconocidos y anónimos. Y añade que: Por encima
de la tragedia de su asesinato lo que la historia plantea es la tragedia íntima
de Federico de venir a Granada, a su ciudad, pensando que iba a sentirse más
protegido, y encontrarse de pronto perseguido, acosado y, finalmente, fusilado
por sus propios paisanos. Es algo de lo que nos avergonzamos todos los
granadinos”. Sin ser nada del otro
jueves, el filme tiene su encanto y
resulta infinitamente mejor que el insufrible subproducto yanqui, Muerte en Granada (The Disappearance of
Garcia Lorca, España-EUA, 1997)
Según el especialista Rafael Utrera
"Desde su muerte, tanto su biografía como su obra han tenido una gran
presencia en el mundo del cine, en especial por su simbología y sus imágenes
tan personales" Tanto es así que la
"filmografía en construcción" del poeta granadino, alcanza ya la
cantidad de más 200 títulos, 3/ en
su mayor parte documentales. Entre ellos cabría registrar Lorca, el mar deja de moverse (Emilio Ruiz Borrachina, 2000), un
trabajo de investigación que detalla las últimas
horas del poeta Federico García Lorca y la trama política y familiar que
concluyó con su asesinato, perpetrado en la represiva y sangrienta Granada de
1936. Por primera vez se descubre, con nombres y apellidos, a los culpables de
tan siniestro crimen. Teniendo como base las investigaciones del historiador
Ian Gibson de los años 70 y 80, los investigadores granadinos Miguel Caballero
y Pilar Góngora han dedicado varios años a la búsqueda de documentos de
archivo, inaccesibles durante muchos años, y a recabar testimonios orales de
personas presentes o cercanas a los hechos. El
mar deja de moverse, que es la definición que Lorca da sobre el asesinato
en un verso de Poeta en Nueva York.
Está también Lorca, así que pasen
cien años (Rioyo y López Linares,
1998), de indudable interés divulgativo
en el que se repasan todos los pliegues
personales y artísticos del poeta pasando por Granada, Madrid, Cadaqués y
Galicia al tiempo que en enfoca su doble pasión por lo popular y por las
vanguardias, en particular por el surrealismo que ya venía incorporado a su
propia naturaleza.
Entre
los filmes “lorquianos” de ficción sobresale A
un dios desconocido (Jaime Chavarri, 1977) una
película bastante distinguida en la que se aprecia una importante huella del
poema Oda a Walt Whitman, del
libro Poeta en Nueva York. Trata de la historia de José (magnífico Héctor Alterio), un mago homosexual de
50 años, vivió su infancia en Granada. Su padre era jardinero en la casa de los
Buendía. Allí vio alguna vez a Federico García Lorca. Una noche de julio del
36, un grupo de fascistas asesinó al padre de José a las puertas del jardín.
Hoy José siente la necesidad de volver al lugar de su niñez. Tal vez para
recuperar la memoria, quizás para enterrarla definitivamente. Y también siente
la necesidad de desvelar a Miguel, su actual amante, lo más recóndito de sus
sentimientos…
Aunque
en el ámbito de “el amor que no osa decir su nombre”, García Lorca es la
referencia más conocida, también resulta muy popular el del cantaor Miguel de
Molina cuya historia inspiró en no poca medida Las cosas del querer (1989), exitosa obra de Jaime Chavarri que
llegó a tener una secuela (muy inferior) La trama nos lleva a la defensa de
Madrid, con el encuentro entre dos milicianos que son amigos íntimos, Juan y
Mario (Ángel de Andrés y Manuel Bandera) con una cantaora de moral
circunstancial, Pepita (Ángela Molina) A pesar del terror falangista, consiguen sobrevivir en el mundo paralelo de
la farándula donde la homosexualidad de Mario les lleva hasta las fiestas de la
“alta sociedad” donde la hipocresía del nuevo régimen se muestra con toda su
obscenidad y cutrez.
El franquismo
llenó el país de prostítubulos con mujeres que no pudieron tener otra opción en
la vida.
1/ Bardem fue la víctima más perjudicada por la censura
franquista que le impidió y mutiló la mayor parte de sus proyectos y de sus
obras. En 1949 realizó un cortometraje. Paseo
sobre una guerra antigua. De un modo obviamente críptico, evocando el
recuerdo de un cojo que se pasea por el estadio de las Ciudad Universitaria
mientras los estudiantes se dedican a sus ejercicios gimnásticos. No hay que
decir que el hombre perdió su pierna en aquel lugar, clave en la defensa de
Madrid.
2/ El caso del
ultraderechista Ramón Ruiz Alonso (un católico violento e intolerante) es el
único asesino del bando franquista que ha tenido que responder cuanto menos a
la opinión pública, hasta acabar exiliado por opción propia. Este caso nos
plantea la tragedia de la familia, ajena al horror y en no poca medida,
víctima. El caso ha sido estudiado exhaustivamente por autores como Ian Gibson
y Antonina Rodrigo. Las hijas de Ruiz Alonso padecieron la carga maldita del
padre y hasta se cambiaron el apellido. Para mas detalle me remito a mi
artículo: Terele Pávez y la caja de
música (2014. Kaosenlared.net/.../69019-)
3/ Cf: Rafael Utrera: Federico
García Lorca: El cine en su obra, su obra en el cine / Biblioteca Virtual
Miguel de Cervantes, 2001. Alicante
4/ Tenemos un documental reciente, Testigos de un tiempo maldito (2013) en el que se visibiliza la represión y
discriminación sufrida por las personas homosexuales y transexuales durante la
dictadura franquista. La banda sonora está compuesta por canciones
populares de Federico García Lorca interpretadas por el grupo Tupelopone,
se ofrecen siete
entrevistas a
personas afectadas por la represión, una de las cuales (Octavio),
narra que fue “detenido en Las Palmas y lo llevaron en barco
hasta Fuerteventura. Una vez allí, les rapaban la cabeza y les paseaban en
camión por la isla para humillarlos, a modo de escarnio público. Luego los
metían en un campo de concentración (en España hubo 180), donde los obligaban a
hacer trabajos forzados y donde vivían en condiciones infrahumanas, ya que
dormían en el suelo y les daban palizas…”
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